Image: Las mentiras de ser adulto

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Cine

Las mentiras de ser adulto

29 mayo, 2015 02:00

Imagen de la película Nuestro último verano en Escocia

Después de su enorme éxito en Gran Bretaña, llega a España Nuestro último verano en Escocia de Andy Hamilton y Guy Jenkin, en la que los directores tratan de contarnos la infancia desde los ojos de la propia infancia.

La película trata sobre un matrimonio en trámites de divorcio (Rosamund Pike y David Tennant) que hacen el papel de pareja perfecta por última vez para asistir al cumpleaños del abuelo, enfermo de cáncer. Les acompañan sus tres hijos, hartos de sus mentiras. La relación del abuelo con los nietos y las cosas extrañas que suceden son la base de un filme que quiere capturar la magia de una época, la niñez, en la que la lógica es sustituida por la magia cuya naturalidad surge de las originales técnicas de los cineastas para trabajar con niños.

Pregunta.- ¿Cómo surge el filme?
Guy Jenkin.- Hicimos juntos una serie para la BBC, Outnumbered, sobre una familia desbordada por sus tres niños. Un productor nos llamó para hacer una película y pensamos que en cine queríamos hacer una cosa más épica pero usando las mismas técnicas a la hora de trabajar con los pequeños.

P.- ¿Y cuáles son esas técnicas?
G. J.- Sacamos la tecnologia del set, para los niños es antinatural. Procuramos que el set se parezca lo más posible a un campo de juegos porque para los niños no es natural recibir órdenes, teníamos que convertirlo en un juego porque ellos juegan, no reciben órdenes como los actores adultos. Se trata de crear un entorno en el que se muevan con libertad y no les hacemos aprender el papel de memoria, les decimos sus frases justo antes de empezar a rodar. Se trata de quitar todo aquello que les molesta para que sean lo más naturales posible.

P.- Vemos la crisis de una pareja contada desde el punto de vusta de quienes la sufren, los hijos.
G. J.- Se trata de hacer un drama serio a través de la comedia. La ruptura surge porque lo vemos desde el punto de vista de los niños. Para los niños todo es una aventura y en este caso son los adultos quienes aprenden de ellos, no al revés. Es muy dificíl olvidar cómo se vive el mundo cuando uno es pequeño y por eso es importante recordarlo.

P.- Muchas personas podrán verse reconocidas en el sufrimiento de esos niños por el divorcio de sus padres.
Andy Hamilton.- No se trata de que las parejas siempre vuelvan sino de que existe la manera de romper de manera civiizada. Los dos están enfadados y tan metidos en su guerra que han perdido de vista el impacto que sus acciones pueden tener en sus hijos. Necesitan acontecimientos increíbles para darse cuenta de su actitud. Un padre debe acordarse constantemente de que los niños ven el mundo de otra manera por muy irritado que esté.

P.- ¿Les gustan más los niños que los adultos?
G. J.- Los niños son los "outsiders" del mundo convencional de los adultos, por eso se llevan bien con los viejos. Esta es una historia que podría acabar de manera catastrófica varias veces, podría ser El señor de las moscas, pero donde hay tragedia ponemos comedia porque los niños viven al momento. Su comportamiento nos choca porque tiene verdadera honestidad. Ser adulto también significa comenzar a aceptar un montón de mentiras y ellos lo ven todo de manera más simple y muchas veces más realista.

P.- El mundo de los adultos, precisamente, queda retratado como un mundo de apariencias.
A. H.- Los adultos están atrapados por situaciones complejas y los niños no tienen ese lastre. Porque esos adutos no ven una salida, las acciones de los hijos violentan ese mundo de convenciones.

P.- Son muy divertidos los chistes a costa del enfrentamiento entre Inglaterra y Escocia...
G. J.- Escribimos la película antes del referéndum así que son casualidad. No hay una alegoría política, simplemente queríamos reírnos un poco de esos prejuicios mutuos. Al final, el conflicto tiene mucho que ver con el clásico ciudad-campo, quienes viven en los Highlands miran con cierto recelo a los que han emigrado a Londres como sucede en todas partes del mundo. Es una relación extraña, hay mucho afecto y se necesitan, pero también se temen. En Escocia piensan que Londres es una ciudad llena de criminales pero también la admiran.