Eduardo Chapero-Jackson
Noche, oscuridad, calor. Cine de verano en la plaza del pueblo. Una de tiros, de amores prohibidos, de aventuras míticas... De Jamón, Jamón a Lawrence de Arabia, escritores, artistas, cineastas, músicos, actores y directores teatrales recuerdan aquí aquella película que vieron en plena ola de calor.
Mi película de verano no retrotrae a una nostalgia o inocencia de un tiempo pasado. Todo lo contrario, y es muy reciente. Sólo los amantes sobreviven, de Jim Jarmush, me cautivó las tres veces que fui al cine a verla durante las noches estivales de hace un año. Me conmovió y me identifiqué. En verano, en la cuidad, busco poder vivir en esos horarios vampíricos, huyendo de la luz abrasante, de esos "zombies" del día que empobrecen el estado del mundo y envenenan "los fluidos" de la tierra y del cuerpo.La vida real parece esconderse en el poder disfrutar del placer que da la noche con la lectura, la música, escritura y la experiencia estética en general. Y con el amor, claro. Muy "a contrapelo", muy romántico y bohemio, lo admito. La película también tiene un brillante sentido del humor que junto a su hipnótica banda sonora acrecientan y potencian esa sensación atemporal, lúdica y flotosa de las noches de verano.