Image: La Little Spain de Artur Balder

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Cine

La Little Spain de Artur Balder

28 julio, 2015 02:00

Manifestación de la Juventud Obrera Católica en 1959. Imagen de Little Spain

El crítico Donald Kuspit, profesor emérito de Historia del Arte en la State University of New York at Stony Brook, escribe sobre la película que documenta el intento de muchos españoles de convertirse en estadounidenses: "Humildes colonos en una América imperial. Una película brillante tanto por lo psicológico como por lo social", dice.

La película Little Spain de Artur Balder nos ofrece una visión de una parte de la poco cuidada, a menudo olvidada, aparentemente incidental historia de España y de Nueva York. Ambas convergen en forma de inmigrantes españoles que vienen a la ciudad, un lugar donde, como dice la canción, "si lo consigues en Nueva York, lo conseguirás en cualquier parte". Balder documenta su intento de convertirse en estadounidenses conservando al mismo tiempo su identidad española -de establecer una comunidad española espiritualmente homogénea en una ciudad conocida por su heterogeneidad y materialismo. ¿Lo consiguen? ¿Se americanizan al mismo tiempo que conservan su espíritu español? Nueva York es el centro por excelencia del proverbial y multicultural "crisol de razas" de América. Los inmigrantes españoles que vinieron a Nueva York no son los conquistadores y colonizadores del imperio de España, sino humildes colonos en una América imperial.

¿Se fusionan lo español y lo norteamericano para dar lugar a lo Spanish-American? La película de Balder sugiere que a la vez lo logran y no lo logran: se mantienen separados e insulares en su barrio de Manhattan, incluso a medida que trabajan y prosperan en la gran sociedad estadounidense cuyo epítome es Nueva York. Es precisamente esta muestra de la ambigüedad -por no decir de la incertidumbre- de la identidad española-americana la característica más llamativa de la película de Balder: el catolicismo, la religión de España, y el secularismo de América, parecen funcionar juntos, aparentemente sin problemas aún estando implícitamente en desacuerdo. Los españoles-americanos de Nueva York permanecen fieles a su convicción católica, como la atención de Balder hacia sus asistencias a la iglesia y al clero católico sugiere, por más que muestren su americanismo a través de desfiles. Aparecen más como participantes que como individuos en la película de Balder, por más que su individualidad resuena bajo su uniformidad católica y americana, lo que sugiere que están inconscientemente en conflicto con la dualidad de su identidad. No son ni tan inequívocamente españoles ni tan inequívocamente americanos -aunque no está tan claro lo que significa ser inequívocamente americano (a no ser que signifique "ser blanco, anglosajón y protestante") como para ser equívocamente españoles, si bien es cierto que España ha estado en desacuerdo consigo misma desde su Guerra Civil, y en declive desde que perdió su imperio. Los Spanish-American descritos por Balder son incompletamente norteamericanos, porque sus corazones parecen pertenecer a España estén donde estén sus cuerpos. Balder nos invita a preguntarnos si su americanismo es un brillo superficial de su españolidad, lo no esencial a ella aunque todavía necesario, como una especie de antigua, fiable ancla emocional para lograr sobrevivir y prosperar en el difícil y duro Nuevo Mundo de un Nueva York en perpetuo cambio.

Little Spain es brillante tanto por lo psicológico como por lo social: el director tiene acceso al interior de la mentalidad de los inmigrantes españoles así como una comprensión de las circunstancias del día a día de sus vidas. Nos ofrece un retrato psicológico de los españoles-americanos durante el examen de su situación en Nueva York. Muestra la creación de un gueto insular que, sin embargo, parece muy americano a simple vista. Little Spain es una película documental, pero también documenta emociones, así como una pequeña sociedad. Al mostrar la contradicción de esta identidad, su película adquiere validez universal, ya que transmite la gran verdad dialéctica sobre todos los inmigrantes en un país extranjero -y hay muchos de ellos en estos días, sobre todo procedentes de aquellos países que han fracasado a sus nativos, como es el caso de la España contemporánea. Los españoles-americanos de Balder parecen haber resuelto la contradicción después de haber alcanzado un mínimo de éxito en la clase media de América, pero inconscientemente conservan una identidad dividida, si no una lealtad dividida.

Little Spain demuestra que un documental no tiene por qué ser simplistamente descriptivo, sino que puede ser una hazaña estética respetando la sutileza del medio en movimiento. La edición es una actividad creativa, una cuestión de decisiones estéticas así como informativas; el documental de Balder es una obra de arte, moviéndose sutilmente entre diferentes situaciones y personas, mostrando su relación con perspicacia formal así como con precisión empírica. Little Spain es una especie de obra maestra, pues domina la materia que trata al mismo tiempo que muestra la maestría de Balder sobre su medio. Él es tan íntimo con su medio como lo es con sus Spanish-Americans. Su documental ofrece una especie de experiencia inmanente de la realidad existencial de la vida cotidiana de los españoles-estadounidenses, incluso cuando logra transmitir con riqueza caleidoscópica la complejidad de su entorno en Nueva York, registrando el profundo efecto que este obra en ellos. Sus españoles-americanos puede que sean americanos asimilados, si bien su españolidad parece resistirse a la asimilación, ya que siguen siendo tradicionales en sus creencias aunque modernos en su apariencia, orgullosamente americanos hacia fuera si bien desafiantemente españoles en su interior.