Image: La vida de Loie Fuller, pionera de la danza multimedia, llega a la pantalla

Image: La vida de Loie Fuller, pionera de la danza multimedia, llega a la pantalla

Cine

La vida de Loie Fuller, pionera de la danza multimedia, llega a la pantalla

La debutante Stéphanie Di Giusto lleva a la pantalla la leyenda de Loie Fuller en La bailarina

4 noviembre, 2016 01:00

Soko interpretando a Loie Fuller

La leyenda de la bailarina del Folies Bergère Loie Fuller (Illinois, 1862-París, 1928) llega a las pantallas. Nacida en un rincón remoto de Estados Unidos, Fuller alcanzó la gloria en el mítico París finisecular de los hermanos Lumière y Toulouse Lautrec con sus peculiares coreografías que revolucionaron el mundo del espectáculo al introducir juegos de luces y vestidos flotantes que creaban un efecto hipnótico sobre el escenario. La debutante Stéphanie Di Giusto dirige esta película en la que dos jóvenes célebres por distintos motivos, Soko (estrella del pop francesa y ex novia de Kristen Stewart) y Lily-Rose Melody Depp (hija de Johnny Depp y Vanessa Paradis), interpretan respectivamente a Fuller e Isadora Duncan, la bailarina que, cual Eva al desnudo, sedujo y después dejó tirada a la pobre Fuller en un filme colorista que atrapa ese París mítico centro de las artes mundiales.

Pregunta.- Ha dicho que la figura de Loie Fuller no solo le inspiró para una película sino que también le dio el coraje para dirigirla. ¿Cómo es eso?
Respuesta.- Emprender una primera película de estas características, que no es barata y es de época, es muy difícil, aunque es cierto que Fuller me inspiraba. Me decía que si una chica granjera del Oeste americano que no tenía nada para convertirse en bailarina acaba triunfando en la Ópera de París, yo también podía conseguirlo. Para dirigir tu primera película necesitas espíritu de combate.

P.- ¿Cómo surgió el interés por Loie Fuller?
R.- Una vez topé con una foto en blanco y negro en la que veíamos a una mujer cubierta de velos y me llamó mucho la atención quién podría ser. Y entonces descubrí esa vida extraordinaria que había sido olvidada y me pregunté cómo podía ser que el cine hubiera pasado por alto la vida de esta mujer. Incluso han robado su placa de la tumba en el cementerio de París. Y sí, fue ella la que me dio el coraje para seguir adelante.

P.- ¿Y qué le sedujo del personaje?
R.- Lo que me emocionó fue esa mezcla entre fragilidad y dureza y que lo tenía todo en contra para triunfar como bailarina. No solo creció en una granja de Estados Unidos, no tenía el cuerpo para ser bailarina, pero gracias a su obstinación y tenacidad logra triunfar en Europa. Es muy novelesco. Me gusta un cine "grande" y la historia tiene esa grandiosidad que estaba buscando. Cuando comencé a investigar era todo tan interesante que lo más difícil fue depurar la historia para quedarse en el esqueleto y honrar su energía. Finalmente, no filmo a una bailarina sino a una boxeadora, alguien que lucha y lucha.

La directora francesa Stéphanie Di Giusto

P.- ¿Quería huir de la imagen romántica del artista bendecido por las musas para poner en valor el trabajo duro que hay detrás de toda obra de arte?
R.- Sí, desde luego, todo el mundo que hace algo en su vida es gracias a mucho esfuerzo. Es una mezcla de las dos cosas. También tiene un momento de inspiración cuando es capaz de ver belleza donde otros no la ven y ponerla en práctica. Para eso necesitó esta voluntad férrea, para perfeccionar su arte y se reúne con Marie Curie para entender las radiaciones o estudia a fondo todo lo que va haciendo. Por eso es tan cruel cuando se encuentra con Isadora Duncan, porque eso pone a prueba sus propios límites.

P.- ¿Asistimos con Fuller al nacimiento del espectáculo moderno en el que la luz, los efectos especiales y el vestuario adquieren una gran importancia?
R.- Es un momento en el que todo bascula y ella es un personaje que provoca ese cambio. Estamos a finales del siglo XIX cuando se inventa la electricidad y de repente llega alguien que finalmente que utiliza sus posibilidades en un escenario y avanza la nueva época multimedia. Ya no es solo danza, es un espectáculo completo. Y con ella hay un público que va a descubrir la abstracción en escena a través de su propio cuerpo reinventado por los efectos de luz. Ella trata de dar una imagen de la realidad que nadie había visto y allí surge esa magia de la abstracción. Se convierte en una persona totalmente distinta en escena, por eso la llamaban "fantasma" porque es el espectador el que va a transponer la imagen de la mujer ideal, eso es totalmente vanguardista.

P.- No solo eso, Fuller es de las primeras que utiliza la tecnología y la ciencia para su arte, lo cual ahora forma parte intrínseca del arte moderno.
R.- Por supuesto. Es la primera, por ejemplo, en utilizar el efecto ralentí del cine porque es la primera que filma sus propias coreografías y después las monta, descubre totalmente una nueva manera de expresarse. Al mismo tiempo había una gran inocencia, hay una pulsión creativa que no es consciente de lo revolucionario de lo que está planteando. Es una bailarina que prefiere pasar el tiempo con sus técnicos.

P.- Fue un momento de una enorme creatividad en general pocas veces repetido...
R.- Es un momento muy interesante en todas las áreas y existía una gran libertad. Por ejemplo, ser artista y homosexual no tenía ninguna importancia para nadie. Un momento en el que triunfaban travestis en los escenarios y había un amplio sentido de transgresión. Tengo la impresión de que hay un retroceso en todos los sentidos. Es una película de época pero en parte creo que podría ser una película sobre el futuro.

Soko y Mélanie Thierry en una escena de la película

P.- ¿De qué manera Isadora Duncan toma el testigo de Fuller y renueva la imagen de la bailarina?
R.- Isadora Duncan es un tipo de artista completamente distinto que prefigura al artista contemporáneo porque es alguien muy preocupado por su imagen. Es experta en frases como "dance is a religion" que tienen un gran impacto mediático. Hacía publicidad de perfumes y se hacía fotos para pósteres. Fuller trata de recrear una imagen más abstracta de mujer ideal y Duncan nos mete de lleno en la época de la celebridad actual. Es algo que ha llegado a la gente normal, las chicas son expertas en posar para Instagram. Esa fascinación por la imagen contrasta con el olvido de ella misma de Fuller, para ella el cuerpo es un instrumento para el sacrificio por un arte, es la abstracción total. Por eso escribí ese personaje de Louis D'Orsay que tiene esa misma aspiración de desaparecer y convertirse en un fantasma. D'Orsay y Fuller encarnan en este sentido el siglo pasado y Duncan el siglo XX.

P.- Isadora Duncan no sale muy bien parada, ¿se aprovechó de que Fuller estaba enamorada de ella para hacerse famosa?
R.- Hay una pasión evidente entre ambas pero Fuller dejó claro que no estaba demasiado interesada en el sexo y que la suya fue una relación eminentemente intelectual. Todo esto es tan osado y moderno que es muy interesante. Para mí era importante que toda la primera parte fuera como un documental en el que se sienta el trabajo y el esfuerzo de Fuller por llegar hasta donde está. Y de repente aparece esta joven que le quita todo el protagonismo, es algo cruel y apasionante a la vez. Cuando leí la biografía de Isadora ella no me gustó aunque hay dos cosas que sí respeto. Primero, la idea de que no hace falta hacerse daño y sufrir para ser una buena bailarina, algo que la danza actual ha asumido, porque la respiración es lo más importante. Y la segunda, es que gracias a su ímpetu logra confrontar a Fuller consigo misma y ser consciente de su femineidad y su homosexualidad.

P.- ¿Hasta qué punto ha sido fiel a la historia real?
R.- Hay bastantes cosas en las que inventamos porque no podemos saber lo que pasó y nos tomamos algunas libertades. Por ejemplo, siempre tuve claro que Soko tenía que ser la protagonista así que hacemos ver que el padre de Fuller es un emigrante francés porque me resulta ridículo ver a un actor francés fingiendo acento americano. En cualquier caso, todo lo que concierne a Loie e Isadora es cierto y constatable.

@juansarda