Hedi. Un viento de libertad, entre la primavera árabe y las imposiciones familiares
El cineasta tunecino Mohamed Ben Attia narra la historia universal de un joven atenazado un destino escrito por su madre
17 febrero, 2017 01:00Fotograma de Hedi. Un viendo de libertad, de Mohamed Ben Attia
Entre Argelia y Libia, a orillas del Mediterráneo, Túnez es el país que protagonizó la única "primavera árabe" en la que triunfó la revolución democrática. Seis años casi exactos después de la expulsión del tirano Ben Ali, la sociedad tunecina avanza a trompicones hacia la modernidad entre su éxito institucional, la amenaza letal del yihadismo y la lucha por cambiar las estructuras profundas de una sociedad en la que los hijos siguen siendo "propiedad" de sus padres, y con notorias dificultades para asumir y aceptar las libertades individuales. Una sociedad, sin embargo, no tan lejana ni distinta de la nuestra como nos muestra la película Hedi. Un viento de libertad, rodada con sensibilidad y gracia por el cineasta Mohamed Ben Attia (Túnez, 1976).La película cuenta una historia más universal de lo que pueda parecer a primera vista porque el mundo (el musulmán y el occidental también) está lleno de jóvenes como ese Hedi que protagoniza el filme (interpretado por el actor Majd Mastoura, que fue premiado por este papel en el Festival de Berlín el año pasado), chavales dominados por sus madres y atados por la tradición. Sueñan con ser artistas y hacer lo que les dé la gana pero son incapaces de enfrentarse a sus padres y a su entorno.
"Es curioso, en todas partes del mundo me encuentro con gente que me dice que se siente identificada con el personaje o que ha conocido muchas historias parecidas aunque en un principio pensaban que hablaban de un mundo muy lejano", nos explica el director a su paso por Madrid para promocionar el filme. "Las preguntas que se tiene que hacer Hedi en el momento de casarse se las ha tenido que hacer todo el mundo: ¿Qué hago? ¿Me caso con esta chica y sigo el camino trazado o lo mando todo a freír puñetas y empiezo de cero? Ese conflicto tiene una particularidad local pero una dimensión totalmente universal: ¿Mando a la porra a la tradición y la familia y hago lo que quiero o no tengo más remedio que pasar por el aro? Hay una lucha por la libertad que es inherente al ser humano. En Occidente, por ejemplo, quienes deciden no escolarizar a sus hijos y darles una educación propia son juzgados y apartados. El que opina distinto o se sale del molde siempre será marginado. Y después hay un conflicto entre modernidad y tradición que tiene mucho que ver con la propia sociedad tunecina".
A sus 26 años, Hedi tiene una vida tan confortable como aburrida. Huérfano de padre y dominado por su madre, es el hijo pequeño (y mimado) de una familia burguesa que está encantada de ver cómo se casa con una "buena chica" de otra familia de cierto abolengo de la ciudad. Hedi trabaja como comercial para una marca de coches francesa y a pocos días de su boda, en plena crisis existencial, conoce a una bailarina en un resort turístico en el que está pasando unos días por un viaje de trabajo. Una mujer mayor que él de espíritu libre e independiente que horrorizaría a su madre porque se exhibe medio desnuda en un escenario para los turistas. Con ella Hedi, dibujante de cómic en sus ratos libres, descubre emociones desconocidas como el amor y el sexo tras meses de un noviazgo casto reducido a conversaciones banales en un coche.
El propio Ben Attia pone el ejemplo de Two Lovers (James Gray, 2008), en la que Joaquin Phoenix se debatía entre su novia de toda la vida del barrio y una sofisticada neoyorquina con la que descubre un mundo nuevo. "Los miedos de Hedi se parecen mucho a los de Phoenix en esa película. Ese miedo surge de enfrentarse al dilema de si seguir o no seguir las normas. Esa estabilidad al mismo tiempo es tranquilizadora pero también aterradora. Incluso el hermano del protagonista, que ha emigrado a Francia, tiene una postura ambigua. Se ha marchado pero sigue comportándose como si respetara totalmente las reglas. No es un referente para él, sino otra forma de presión".
En medio de la confusión, esa mujer sensual y libre que surge como un espejo para los temores del protagonista: "Hay un elemento de fatalidad. Todos tenemos miedo a deshacernos de todo y oponernos radicalmente a nuestra familia. Normalmente, nuestro entorno es el que marca lo que podemos esperar e incluso lo que queremos. En este caso, Hedi tiene el coraje de comprender la forma en que todo su ser ha sido dirigido para ser de determinada manera y que les gusten determinadas cosas. Desde el momento en el que aceptas quién eres y tus limitaciones, ya has dado un paso. Es ingenuo pensar que todo lo que nos han enseñado no nos marca y simplemente ese paso que él se atreve a dar ya lo cambia todo, porque cuando vivimos una historia de amor que nos muestra quiénes somos, esa experiencia ya nos transformará por completo".
@juansarda