Image: Un llanero solitario en la frontera

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Cine

Un llanero solitario en la frontera

15 junio, 2018 02:00

Meinhard Neumann (arriba) en Western

Estos días, el cine habla alemán. La globalización económica marca la historia de Western, la nueva película de la directora Valeska Grisebach. El magnetismo del actor Meinhard Neumann es su mayor hallazgo. Además, Christian Petzold estrena En tránsito y continúa en Madrid el XX Festival de Cine Alemán hasta este domingo, 17.

No encontramos ironía alguna en el título. Western, segundo largometraje de Valeska Grisebach (Bremen, 1968), es en rigor lo que proclama ser. Tenemos al héroe solitario enfrentado a unos villanos, los caballos, los duelos y hasta a la bella del lugar enamorada del extraño sin nombre. El ambiente, casi de Howard Hawks, se gesta con la bebida y el juego, los paisajes desérticos y fronterizos, incluso los poblados en construcción trazan la geografía exterior de una película que, como los wésterns clásicos, confrontan salvajismo con civilización, o vaqueros con indios.

Pero Western transcurre en el aquí y ahora, en una frontera europea, entre Bulgaria y Grecia, donde unos obreros alemanes tratan de poner en marcha una planta hidráulica enfrentados a la hostilidad y las suspicacias de una región casi despoblada con cuyos habitantes búlgaros apenas pueden comunicarse. Grisebach aísla los estereotipos del género para insertarlos en un presente de globalización económica, colisión cultural y despoblamiento de las zonas rurales. Pero su mayor virtud es que el contexto es apenas eso. No a la manera reactualizada de Comanchería, que no quiere ocultar sus referencias, sino con la distante, sutil y reflexiva manera en que Maren Ade (no en vano, productora del filme) abordó un reconocible subgénero de comedia en Toni Erdmann (2016), es decir, como el fondo gris y casi simbólico de un trayecto personal heroico, como el molde de un género mayor cuyo contenido sin embargo avanza hacia el desconcierto y la abstracción. Lo viejo se recicla indefinidamente bajo la autoridad que concede el talento. Y Grisebach parece tenerlo a borbotones.

La directora alemana se ha hecho esperar nada menos que once años para que podamos confirmar la altura de su sensibilidad y talento, cuando presentó Western en la sección ‘Un certain regard' de Cannes 2017. En 2006, su largometraje Sehnsucht fue apenas apreciado por un sector de la crítica internacional poroso a los deslumbramientos de nuevas voces con algo fresco que ofrecer, y ha tenido que esperar todo este tiempo para volver a oír de la joven realizadora germana. Sehnsucht, premiada en el Festival de Gijón, planteaba un triángulo amoroso protagonizado por un bombero que también desactivaba ciertos estereotipos de género, en su caso la comedia sentimental, para conducir el relato hacia territorios teñidos de locura. La espera, cuando ya casi nadie se acordaba de ella, ha merecido la pena. Grisebach vuelve a situar la acción en un espacio semirural y bajo la atenta mirada al mundo masculino, destilada en un personaje memorable. Y es que acaso el magnetismo mayor de la extraordinaria Western procede de su lacónico protagonista sin nombre, al que unos llaman "legionario" o "guardaespaldas" y otros "el nuevo", interpretado por Meinhard Neumann, una suerte de versión herzogiana de James Stewart o Gary Cooper. Su sobria y taciturna interpretación pone en cuestión otro aspecto nuclear del género señero de Hollywood, como es la reflexión sobre la masculinidad herida, donde la directora conjura a John Ford, Anthony Mann y hasta a Sam Peckinpah.

Se trata de un melodrama abordado desde un filtro naturalista que se acopla a los cauces del cine del oeste

El wéstern es un género de rituales y costumbres, y Western hace del día a día de los personajes su principal fuerza motora. Las tensiones entre unos y otros surgen de pequeños detalles. Por ejemplo, un domingo en el río, los alemanes ven a una joven búlgara cruzando el agua y Vincent, el más grotesco de los teutones, se acerca a bromear con ella para acabar empapándola. El gesto conduce a una subterránea hostilidad entre los locales y los trabajadores, mientras nuestro héroe solitario mantiene la distancia, actuando finalmente como intermediario. En apariencia, son los incidentes menores los que acaban reverberando con fuerza durante la progresión del drama: un caballo blanco, una bandera, un cigarro, un cuchillo… Son los momentos transitorios en los que se establecen contactos entre ambos grupos los que constituyen el poder de fascinación del filme, que exige una atención plena y reflexiva por parte del espectador, porque como dice uno de los personajes respecto a la construcción de la presa: "Cada piedra tiene su lugar". En Western, también, pareciera que cada gesto tiene una intención y significado precisos.

El contenido ético del filme apuesta a través del personaje de Neumann por la necesidad de crear lazos fraternales entre comunidades distantes y establecer nuevas reglas de juego en la convivencia, deslizando una impronta existencial que va adquiriendo peso en el drama a medida que descubrimos más información sobre el pasado del personaje.

Gestos y frases sencillas

Es un soldado en duelo por la muerte de su hermano, un llanero solitario abierto a las injerencias de una nueva vida. En un caballo blanco sus visitas al pueblo son cada vez más frecuentes, y aunque no comparta un lenguaje común con los vecinos, establece una profunda comunicación con gestos, frases sencillas y un proceso de integración que le proporciona esa sensación de comunidad que ha estado ausente de su vida. Se trata del melodrama abordado desde un filtro naturalista, casi documental, desde la distancia observacional que se acopla con sorprendente armonía a los cauces clásicos del cine del oeste.

Películas como Western confrontan al espectador con una lucidez atípica, una confianza en las energías subterráneas del gran cine que nos reconcilia con el género crepuscular por excelencia, al que más veces han matado a lo largo de su genealogía. Grisebach resucita sus esencias, las somete a un proceso de vaciado dramático, para inscribirlas en un espacio nuevo, contemporáneo, en el que las tensiones entre las dos Europas emergen con un matiz etnográfico, que encuentra enormes aliados en los actores no profesionales del reparto.

@carlosreviriego