Michael Radford: "El 95 por ciento de la gente carece de talento"
El director estrena en España La música del silencio, biopic del tenor italiano Andrea Bocelli que cuenta con Antonio Banderas y Jordi Mollà en el reparto
24 agosto, 2018 02:00Recibida con palos por la crítica, no queda claro si el propio Michael Radford (Nueva Dehli, 1946) está entusiasmado con La música del silencio, biopic de hechuras clásicas sobre el exitoso cantante y tenor italiano Andrea Bocelli. Él mismo nos cuenta que se trata de un encargo y que lo aceptó porque le pareció inspiradora la historia de Bocelli, que alcanzó maduro la fama y tuvo que superar numerosas dificultades debido a su ceguera para dedicarse a su pasión musical. Bocelli es una figura muy popular entre el gran público gracias a una voz prodigiosa que hace brillar las arias más exigentes y también las canciones más célebres de la magnífica tradición popular italiana.
En el filme conocemos a Bocelli desde niño, cuando ya despunta como cantor y pierde la vista a los 12 años después de un accidente jugando al fútbol. Ante el temor de no tener el suficiente talento, el artista estudia derecho y comienza así una trayectoria por clubes de su ciudad, Pisa. Tiene la suerte de conocer a una magnífica mujer y a los treinta y largos comienza a sonreírle la fortuna. Bocelli pronto se convierte en una gran figura de los teatros de ópera mundiales y en un cantante muy querido por el gran público. Director de películas como El cartero (y Pablo Neruda) (1994) o El mercader de Venecia (2004), Radford repite con actores españoles después de su frustrada experiencia en nuestro país con la desdichada La mula. En La música del silencio aparecen Antonio Banderas y Jordi Mollà.
Pregunta.- ¿Por qué le interesaba hacer una película sobre Bocelli?
Respuesta.- Bueno, la verdad es que nunca se me habría ocurrido. Un productor amigo necesitaba desesperadamente un director, me lo pidió como favor y le dije que sí por no dejarle plantado. La verdad es que no tengo ni idea de por qué pensó en mí porque es un proyecto que no me pega mucho. Quizá porque hice un documental hace tiempo sobre un cantante italiano, Michel Petrucciani (el filme es de 2001). En ese momento no estaba haciendo nada y dije que sí.
P.- ¿Quiere decir que se arrepiente de haberla hecho?
R.- Después me gustó Bocelli. Es una persona que viene de una familia muy sencilla y que ha logrado una enorme fama mundial. Hay en él una ambición y una constancia que le dan un aire épico. Los críticos me han destrozado pero la película ha sido un éxito enorme en Italia. Me siento orgulloso de que haya conectado con la gente ordinaria. Una de las cosas que más me han sorprendido haciéndola es la cantidad de gente que adora a Bocelli. Tiene millones de fans en todo el mundo que realmente le quieren. Es interesante reflejar cómo se ha convertido en la persona que es.
P.- ¿Se sintió obligado a ser demasiado amable con el personaje?
R.- Cuando ruedas la biografía de una persona viva es muy difícil. El problema es que si no le gusta lo que cuentas siempre puede decir que no fue de esa manera y entonces tienes un problema. Con esa limitación debes hacer un material dramáticamente interesante.
P.- ¿De alguna manera Bocelli encarna la "italianidad" en el mundo?
R.- He querido que no haya visión pintoresca o exagerada de esa italianidad. No he querido que sea la visión de un extranjero de cómo son los italianos sino que sean ellos mismos los que lo expresen. Hay una interpretación dramática que es más popular.
P.- ¿En la vida real hay tanta gente diciéndole a los aspirantes a artistas que nunca conseguirán lograr su sueño?
R.- Bueno, lo que sucede es que es un mundo duro y el 95 % de la gente carece de talento y nunca lo será. Eso es lo que pasa.
P.- En 2009 usted abandonó el rodaje en España de La mula cuando faltaba una semana para acabar. ¿Qué recuerda de esa experiencia?
R.- No fue culpa de los actores... Mario Casas y María Valverde hicieron un trabajo estupendo pero por desgracia pasaron cosas horribles. Por desgracia, en el mundo del cine estas cosas ocurren. Al final, se generó una situación absurda. No he visto la película acabada, no sé cómo acabó.
P.- ¿Le quedaron ganas de seguir rodando después de eso?
R.- Desde que de niño cogí una cámara de vídeo supe que no quería dedicarme a otra cosa que no fuera el cine. El problema es que para poder expresarme necesito siete millones de dólares y no siempre es fácil conseguirlos.