Juan Maidagán y Pepón Montero. Foto: Movistar Los tiempos cambian y las películas “de Semana Santa” ya no son lo que eran. Claro que en Justo antes de Cristo, serie recién estrenada por Movistar, el propio Cristo no aparece por ninguna parte aunque sí vemos muchos romanos con túnica y faldita de legionario, lo cual sí es un clásico del género “semana santero”. Creación de Pepón Montero (Madrid, 1963) y Juan Maidagán (Donostia, 1970), quienes disfrutaron hace no mucho del éxito en los cines con Los del túnel, es una serie atípica por cuanto los capítulos duran 25 minutos y son autoconclusivos aunque sí cuentan, a través de sus seis capítulos, una pequeña historia. Dicen que no les hace gracia la parodia ni buscar el chiste y en su caso el humor surge de los personajes. El protagonista es Manio Sempronio (Julián López), un legionario neurótico con ínfulas literarias acomplejado por la sombra de su famoso padre que es enviado a Rakia (la actual Bulgaria) como castigo en la época en que Roma dejó de ser una pequeña república para convertirse en un gran imperio. Los conocedores del humor del dúo de guionistas, autores también de la serie Plaza de España (2011), saben que se dedican a desdramatizar la historia introduciendo una mirada actual sobre un contexto lejano. Pregunta. ¿Nos cuesta en España reírnos de la historia? Juan Maidagán. Hubo una época en la que salieron películas como Juana la loca... de vez en cuando (José Ramón Larraz, 1983) o Cristóbal Colón, de oficio... descubridor (Mariano Ozores, 1982) pero es verdad que no ha habido muchas. Es una pena porque la historia es un juguete muy apetecible con muchas posibilidades para la comedia. Pepón Montero: Siempre nos ha gustado la historia. Tenemos los valores de Roma como el honor y los mezclamos con las neurosis de hoy en día. Situamos a personajes modernos en ese entorno y eso es lo que produce la comedia. Nosotros no hacemos chistes, construimos desde los personajes. Y tenemos a un neurótico absoluto (Julián López) encajado en esa época. Lo que sí hemos respetado es el realismo visual. Queríamos que se viera muy de verdad, si bajabas el volumen de la tele podía parecer un drama. No queríamos algo estilizado, muy colorín. Siempre nos preguntan los referentes y no tenemos. La paradoja es que el esclavo es más libre. Eso es pura comedia. Leerle la cabeza los personajes. Verles por dentro y por fuera. J. M. Las miserias personales es lo que se nos da bien. Este es un personaje especialmente torturado. Es un neurótico. Siempre son variaciones del mismo tema y el mismo personaje. En Los del túnel veíamos la presión que sufren los protagonistas por lo que piensen los demás y aquí vemos la presión de la sombra del padre. Es un poco lo mismo. Podría ser el hijo de Picasso. P. ¿Se han documentado mucho para la serie? P. M. Leímos mucho con gusto hace doce años cuando arrancamos este proyecto. El final de la República y el principio del Imperio, cuando se acaba un mundo y empieza otro, es un período muy atractivo. Cuando empezamos a escribir nos centramos en documentarnos sobre la vida cotidiana. Lo más curioso es que todo lo que te puedes imaginar que pasaba, pasaba. Leímos mucho sobre el papel de la mujer o la vida en la legión. P. Como en la comedia clásica, ¿el listo siempre es el que parece más débil? J. M. Las mujeres son las más listas. El personaje de Valeria (Celia Freire) y el esclavo (Raúl Cimas), que son quienes no pueden ir directamente de cara y tienen que actuar por la vía de otro, son al final los más astutos. En ella también vemos esa vulnerabilidad, esa humanidad que quizá no esperamos de los personajes históricos. P. M. Valeria es como la Libia de Yo, Claudio, pero sin ese poder. Lo que pasa es que antes se mataba mucho más. Cuando la vemos a cuchilladas, queremos que se piense que es algo bastante habitual en ella. P. ¿Es una serie con Cristo en el título en la que no sale Cristo por ninguna parte? J. M. Alguien nos dijo que esperaba que la serie terminara con el nacimiento de Cristo. Muchas temporadas tendríamos que hacer. P. M. Nos ha parecido curioso que la lanzaron coincidiendo con Semana Santa. No queríamos hacer parodia religiosa ni de la actualidad. Queremos hacer parodia de los personajes. No nos hace gracia ni el recurso a temas muy actuales. Aunque podríamos haber hecho un paralelismo muy fácilmente. P. ¿En esa parodia del nacionalismo romano sí parece haber un guiño a la actualidad? P. M. Cada vez que podemos poner el dedito, lo hacemos. Un par de veces sí lo hemos usado. Sale uno que no sabes si es de Podemos o Ciudadanos. Esa peste emocional que te contagia existiría de toda la vida. Y hay un momento que hacemos una mención a eso de “no pido perdón” en su letra para el himno de Marta Sánchez. Así que sí, algún guiño sí hemos metido. P. ¿Por qué la serie se va volviendo más dramática? P. M. No llega a serlo nunca pero sí va creciendo el drama interior de todos aunque siempre desde la comedia. Ha sido inconsciente. Nos han llevado los propios personajes. Ahora mismo en las series tienes que ver varios episodios para seguir el hilo. Los capítulos son autoconclusivos, la aventura de cada episodio termina pero la historia general sigue. Cada aventura es un paso más y los personajes van evolucionando. J. M. Queremos que los personajes inspiren otras cosas y no sean solo marionetas. No sabes muy bien hacia dónde ellos mismos te llevan. Quizá los personajes acaban dando un puñetazo en la mesa y piden ellos mismos dejar de hacer el indio. Al principio cuando escribes todo tiene un tono más de aventura pero luego te miran a la cara y te preguntan ¿qué hay de lo mío? P. M. Al principio era un sitcom normal y corriente. Era más el día a día y podría haber durado cien capítulos. Cuando ya te piden seis capítulos tienes que contar una historia de verdad. Echaba de menos las series antiguas, esas sitcoms que ya no se hacen. Hemos llegado al punto este de las series tan buenas, tan construidas... Nosotros reivindicamos el espíritu de la sitcom sin pretensiones. Queremos que sea una serie sobre todo divertida. P. ¿Por qué la puesta en escena es tan clásica? P. M. Queríamos hacerlo realista. A veces nos salen planazos pero casi sin querer. Los colores de las túnicas, la suciedad... el mundo romano te lleva a una cierta belleza. Queríamos conseguir un realismo como contraste a la comedia para provocar más comedia. P. ¿Y qué es más laborioso, una película o una serie? P. M. Creo que el formato película es el más difícil. Compactar toda una historia en hora y media y que funcione es muy complicado. J. M. La macroestructura de una serie te permite margen para corregir, ir llevando las cosas donde quieres. Estamos preparando una segunda temporada y eso te permite ver lo que te hubiera gustado mejorar de la primera para mejorar. La película es más dura. @juansarda