El cine en tiempos de coronavirus
La crisis que ha provocado el cierre de los cines y la suspensión de todos los rodajes acelera la revolución streaming. Hablamos con productores, distribuidores y exhibidores online sobre los efectos del coronavirus en el cine
26 marzo, 2020 10:15Los cines están cerrados, los estrenos previstos pospuestos y según la Spain Film Commission, se ha suspendido el rodaje de alrededor de 35 películas y 40 series. No veremos la nueva entrega de James Bond en abril, Tom Cruise ha tenido que retrasar el rodaje de la nueva secuela de Misión Imposible porque sucedía en Venecia y Paco Plaza ha tenido que paralizar el de La abuela, película de terror que estaba rodando cuando se desató la alarma mientras Penélope Cruz y Antonio Banderas regresaban a sus casas madrileñas en plena grabación de Competencia oficial, el nuevo título de Gastón Duprat y Mariano Cohn. Incluso el festival de Cannes se ha pospuesto, una noticia durísima para la industria porque también significa que se suspende su mercado, pulmón financiero del audiovisual internacional durante el que todos los años se cierran acuerdos millonarios. Se celebrará previsiblemente en junio o julio, si el coronavirus lo permite, claro.
Prácticamente ningún sector económico está saliendo indemne de la catástrofe pero sin duda uno de los mayores damnificados es el de la cultura, tradicionalmente ya precario, y que ahora con todos los teatros, salas de conciertos y cines cerrados se pregunta incluso por su propia supervivencia. En el caso del cine, vive instalado en una paradoja. Por una parte, existe la posibilidad real de que algunas empresas que se han encontrado el batacazo con poco dinero en caja puedan quebrar mientras los que llegan más fuertes rezan para que la situación se normalice y puedan evitar la ruina. Ahí está MediaPro, que en diciembre anunciaba ufana la compra de la productora de Andreu Buenafuente, El Terrat, y se enorgullecía de las 34 series que puso en marcha en 2019 con una inversión de 200 millones de euros. Ahora, acaba de anunciar un ERTE para 1200 empleados en un comunicado en el que prevé que la situación “empeore en los próximos meses”.
La otra cara de la moneda es que los españoles probablemente nunca hayan consumido tanto audiovisual como en estos días de confinamiento forzado. “No podemos imaginar cómo sería estar un mes encerrados en casa sin cine, ni música, ni literatura… La cultura es clave en la vida. Es algo de lo que quizá muchas veces no somos conscientes pero que en estas circunstancias se ve muy claro”, señala Enrique González Kuhn, director de Caramel Films, distribuidora de algunas de las mejores películas de los últimos años como Ida, Cafarnaun o El oficial y el espía, el reciente éxito de Polanski.
Y mientras nos atiborramos a cine desde el sofá para pasar el trago, la industria no solo hace números inquieta por su viabilidad económica, se pregunta qué pasará cuando se reabran los cines y se acumulen los estrenos pendientes en el caso de las distribuidoras o si tendrá que sacrificar algunos proyectos en el de las productoras. “En China ya han abierto los cines y lo que hemos visto es que no ha ido nadie”, dice González Kuhn, “aunque se levante el estado de alarma y las salas puedan volver a operar no creo que la situación se normalice de un día para otro. El factor miedo seguirá allí aunque en verano es verdad que puede beneficiarnos el retraso de los Juegos Olímpicos”.
En el caso de la producción, Enrique López Lavigne detrás de títulos recientes de gran éxito como La llamada, The Sisters Brothers, Verónica o Quién te cantará, asegura que el confinamiento le pilla, como a todos los consultados, trabajando desde casa “más que nunca” para que cuando el drama termine, tener los deberes hechos. “Los productores estamos acostumbrados a superar contingencias. Lo que va a haber cuando esto acabe es una saturación de películas en un tiempo muy pequeño. No creo que al final se vaya a perder mucho dinero. Nosotros hace tiempo que también producimos series para plataformas como Paquita Salas o Vergüenza que funcionan muy bien. Lo que sí va a haber un antes y un después porque el confinamiento será un peldaño sobre cómo vamos a consumir cine en el futuro”.
En estos días extraños de salas cerradas y plataformas de streaming echando humo, la industria observa atenta cómo el coronavirus impacta en el cambio de hábitos de consumo audiovisual que ya estaba en marcha. “Lo que va a pasar es que se va a acelerar ese proceso. Vamos a tener que encontrar la manera de que cohabite mejor la distribución en salas con el consumo casero. Es el momento de replantearse las famosas ventanas “, dice Lavigne refiriéndose al plazo de 112 días que una película hoy debe esperar por ley hasta que pueda estrenarse online. En Estados Unidos, Universal ha dado el campanazo reaccionando con estrenos online al cierre de los cines. Claro que, como señala Adolfo Blanco, distribuidor de A Contracorriente: “Cobran el alquiler durante 48 horas a 20 dólares, una cifra que aquí no pagaría nadie”.
El impulso de las plataformas también significa la aceleración de la globalización. Los estrenos mundiales simultáneos en Netflix o HBO convierten algunas series, como Elite o La casa de papel en fenómenos globales, algo que la producción patria ha visto poco en su historia y abre nuevas fronteras y mercados que antes estaban casi totalmente controlados por Hollywood. Lavigne acaba de presentar en el Festival de Berlín su nueva productora, El Estudio, con sede en Madrid, Ciudad de México y Los Angeles. Con 64 proyectos en marcha lo dice así: “Con las plataformas deja de ser tan importante la nacionalidad porque la propia plataforma les da una entidad. Una serie como Paquita Salas, que ha tenido un gran éxito fuera de España, se percibe como una serie de Netflix en esos países. Al mismo tiempo, no puedes perder nunca lo local porque es lo que le da personalidad. Se trata de hablar de conceptos universales y darles un contexto y una personalidad. Además de hablar de globalización, por fin la estamos haciendo”.
¿Qué pasará con todas esas películas que no se han podido estrenar estos días o con aquellas que estaban en pleno apogeo cuando llegó la crisis? No todo el mundo tiene la misma estrategia. Enrique González Kuhn, de Caramel, por ejemplo, dice que prefiere esperar a que se reabran los cines para estrenar sus títulos pendientes. Adolfo Blanco, de A contracorriente, sin embargo, acaba de lanzar su “Sala Virtual de Cine”, junto a Movistar Plus, Rakuten y Vodafone, un nuevo espacio en el que estrenará en las próximas semanas algunos de los títulos que tenía previsto proyectar en cines como Vivarium (8 de abril), un thriller que triunfó en el último Festival de Sitges con Jesse Eisenberg, o La alegría de las pequeñas cosas (10 de abril), de Daniele Luchetti, la historia de un hombre que después de morir en un accidente tiene la oportunidad de regresar a la tierra durante 90 minutos.
Firme defensor de las ventanas que postergan los estrenos online, Blanco cree que el coronavirus sí cambia las reglas del juego: “Yo apoyo que exista esa ventana porque hay que proteger las salas pero en estas condiciones lo lógico es flexibilizarla. No podemos desatender a los espectadores mientras los cines están cerrados. Me gustaría que otras distribuidoras se apuntaran a esta Sala Virtual de Cine y que también se pudieran sumar exhibidores. El problema hasta ahora es que no ha habido un desarrollo normal de las plataformas. La propia Netflix se cargó el negocio. Con su modelo de tarifa plana por suscripción hundió la compra con transacción, o sea, cuando pagas por ver un titulo en concreto y no por acceder a un catálogo. Eso ha perjudicado mucho a los ingresos porque cuando estrenas en algunas plataformas compites con dos mil títulos y al final acabas teniendo muy pocos visionados”. Si alguien piensa que el sector puede compensar el cierre de los cines con el auge del streaming, la respuesta es que ni remotamente. González Kuhn calcula que las distribuidoras se llevan alrededor de medio euro cuando vemos sus películas mientras detrás de la pantalla puede haber cuatro y cinco espectadores, “lo cual es una ayuda pero no sostiene el negocio. La principal fuente de financiación con diferencia sigue siendo la venta de entradas de cine. Estrenar y darle publicidad a una película es muy caro”.
Los distribuidores se quejan de que el streaming sigue sin ser rentable y Juan Carlos Tous, socio fundador de Filmin, no está del todo de acuerdo: “Qué le pregunten a la distribuidora La Aventura si están contentos con lo que están ganando con Parásitos”, dice. Formada por un consorcio de las principales distribuidoras independientes de nuestro país como Golem o Wanda, la plataforma apuesta por el cine más exigente y acaba de cerrar acuerdos con Universal y MGM para ampliar con clásicos de Hollywood su primigenio catálogo, más centrado en autores europeos y asiáticos. No dan datos sobre el número de suscriptores porque “son muchos para nosotros pero podrían parecer pocos con las cifras que da Netflix o Movistar Plus, que probablemente están hinchadas”.
En cualquier caso, confirma que desde que empezó el confinamiento han aumentado las suscripciones y la cantidad de tiempo que pasan los usuarios disfrutando su catálogo. Este viernes, Filmin pre estrena Matthias y Maxime, la nueva película de Xavier Dolan, con un precio algo más caro que el de sus novedades, pero Tous asegura que sigue siendo muy difícil llegar a acuerdos con las distribuidoras para que estrenen directamente con ellos incluso en estos tiempos en que materialmente no pueden hacerlo: “Llevamos muchos días de reuniones por Skype y no hemos avanzado. Hay un problema con las ventanas pero también con las películas españolas, que por ley están obligadas a pasar por salas para recibir la subvención. Lo único que realmente puede suponer un cambio profundo en las reglas de juego es que las majors estrenen en streaming algunos grandes títulos. Si mañana estrenáramos Batman, todos los distribuidores vendrían a Filmin”.