William Nicholson: “Hay muchas buenas razones para mantener un mal matrimonio”
Guionista de películas emblemáticas como 'Tierra de penumbra' o 'Gladiator', William Nicholson estrena su segundo filme tras las cámaras, 'Regreso a Hope Gap', la historia de la ruptura de una matrimonio tras 30 años de convivencia
23 octubre, 2020 09:29Escritor de películas tan emblemáticas como aquella maravillosa Tierra de penumbra (Richard Attenborough, 1993), la superpopular Gladiator (Ridley Scott, 2000) o la lograda adaptación cinematográfica del musical de Broadway Los miserables (Tom Hooper, 2012), William Nicholson (Lewes, Reino Unido, 1948) es una de las plumas más prestigiosas del cine anglosajón. Como director, se ha prodigado poco y después de una ya lejana A la luz del fuego (1997) ahora estrena su segunda película detrás de la cámara, Regreso a Hope Gap, gran ganadora del último Barcelona Film Fest.
Inspirada en la historia del matrimonio de sus padres, una pareja que pasó media vida juntos sin quererse, Nicholson construye un drama intimista sobre dos personas que nunca se han dicho la verdad sobre sus sentimientos y un hijo que asiste atónito al espectáculo. El drama arranca cuando un profesor de historia veterano, Edward (Bill Nighy), anuncia a su esposa durante casi treinta años, Grace (Annette Bening), que se ha enamorado y se marcha a vivir con su nueva pareja. Aunque la mujer es consciente de que el matrimonio funciona mal, en absoluto se espera la noticia y reacciona de manera furibunda y vengativa a lo que percibe como una traición. La historia está contada desde el punto de vista del hijo, Jamie (Josh O’Connor), un veintañero con dificultades para relacionarse con las mujeres por su represión emocional.
Pregunta. ¿Puede un matrimonio convivir durante treinta años sin quererse?
Respuesta. Creo que no es tan infrecuente que haya parejas que no se hayan dicho la verdad durante mucho tiempo, ni siquiera a ellos mismos, y que continúen viviendo como una familia. Una situación como esta es muy común. Lo que sucede es que llega un momento en el que todo el mundo está obligado a enfrentarse con quien es de verdad. Estos personajes han desarrollado una máscara en torno a ellos.
P. ¿El personaje del hijo sería la víctima de ese desamor?
R. Creo que él también lleva una máscara. Piensa que es alguien bueno, que es honesto, pero se da cuenta de que no lo es. Recuerdo este sentimiento en mí mismo, pensaba que podía hacer las cosas mejor que mis padres. Después te das cuenta de que no es tan fácil. También hay algo muy masculino en él, como ese deseo de arreglar las cosas. Cuando ve que no puede, desear huir porque no soporta la infelicidad. Lo que vemos en la película es cómo comienza a llegar al lugar en el que puede hablar de manera honesta. Cuando sus padres se separan por fin se da cuenta que ha tenido una relación con ellos en la que continuaba siendo un niño. Por otra parte, los padres también tienen la obligación de dejar marchar a sus hijos y que hagan su propia vida.
P. En la película los tres personajes se hacen chantaje emocional de manera constante, ¿nos cuesta dejar libres a nuestros seres amados?
R. Los hijos son personas independientes y los padres tenemos que dejar que vayan por libre. Yo siempre le digo a mis hijos que cuando regresan a casa lo hacen como iguales, no quiero que piensen que si no vienen me sentiré mal. Quiero que vengan porque les apetece. Los hijos también tienen su propio aprendizaje. De pequeño piensas que tus padres son dioses y te haces un hombre cuando te das cuenta de que no lo son. Al mismo tiempo, un divorcio es siempre desgarrador para los hijos. Suelen surgir esas dinámicas de chantaje emocional y sientes una ruptura interior muy fuerte. ¿Tendré que escoger entre un afecto u otro? Yo no me casé a los 40 años porque hasta esa edad no fui capaz de relacionarme con ninguna mujer de una manera adulta, el trauma por el divorcio de mis padres tuvo un efecto desgarrador en mí.
P. El personaje de Grace, más rígido e inflexible, y luego en su deriva amarga, nos resulta más antipático que el del marido. ¿Lo ve así?
R. No. Esa es una visión muy masculina. Creo que las mujeres la entienden mucho mejor. Es una mujer a la que siempre se ha negado el verdadero afecto por parte de su marido, nunca ha tenido un verdadero contacto emocional porque nunca ha estado para ella. Siente una frustración, un vacío enorme, porque su marido le ha hecho ver que la quiere. Me gusta la escena en la que visita la nueva casa de su ex marido, muy distinta a la que habían compartido, en la que él se siente mucho más cómodo y también se da cuenta de que lleva toda la vida intentando que su marido sea una persona distinta a la que realmente es. Ese es su error. Cuando le dice que no quiere que sean amigos quizá comienza una época de sanación, quiero que el público se haga ese interrogante.
P. ¿Cree que una pareja joven de hoy en día viviría como una tragedia tan grande un divorcio?
R. La película está inspirada en mis propios padres. Mi padre abandonó a mi madre y ella no lo superó nunca. Fue algo que pasó hace mucho tiempo. Probablemente la respuesta es no, porque la gente joven entiende que ser soltero no es una tragedia.
P. ¿Por qué muchos matrimonios aguantan años y décadas sin quererse realmente?
R. Si compartes una casa, construyes un mundo, la otra persona es necesaria. Ella no quiere ver la realidad porque significa el colapso de su universo. Significa romper su vida y el hábito es una fuerza muy poderosa, destruirlo es devastador, cambiarse de casa a una más pequeña porque sola no la puedes pagar… Ella es culpable de forzarle a ser la persona que no es y él por intentar ocultárselo. Al final, los dos tienen miedo de quedarse solos. Hay muchas buenas razones para mantener un mal matrimonio.
P. ¿La máscara que llevamos puede acabar anulando nuestro verdadera esencia?
R. Si algo ha quedado claro es que el chantaje emocional al que antes aludías al final nunca funciona. Hablando con la gente me he dado cuenta con sorpresa de que no investiga sobre sus propias emociones. Viven sin darse cuenta de lo que hacen. Mucha gente va por la vida fingiendo, alejados de su verdad emocional. Debemos preguntarnos por quiénes somos, plantearnos nuestras relaciones, su verdad. Todos cometemos errores, pero hacerse mayor consiste en hacernos responsables de nosotros mismos. Si no lo hacemos, jamás podremos tener una relación decente ni seremos capaces de dar y recibir verdadero amor.
P. En Tierras de penumbra veíamos el tardío matrimonio del novelista y erudito C.S. Lewis (Anthony Hopkins), marcado por la enfermedad de su esposa, la poetisa Joy Gresham (Debra Winger). ¿Es Regreso a Hope Gap el reverso de esa felicidad matrimonial aunque fuera trágica?
R. Creo que en realidad no son tan distintas. C.S. Lewis fue un hombre marcado por la temprana muerte de su madre, alguien muy distante con los demás y sus emociones hasta que, de repente, la enfermedad de su mujer le abre. La línea de la película era “la felicidad de ahora es parte del dolor que vendrá después”. Hay una aceptación de la felicidad porque también hay una aceptación del dolor. La muerte no es un drama porque valió la pena, hay un camino a la emoción que pasa por el dolor y la felicidad. En Regreso a Hope Gap también hablo de personas que han estado reprimidas y por fin se abren. Creo que al final, el personaje de Annette Benning, cuando se niega a que la manipulen, es un equivalente del personaje de Hopkins en esa película. Hay una aceptación del dolor que abre una nueva etapa.
P. ¿Qué guión escribiría sobre la pandemia?
R. Sería como una película de Kafka. Vamos de una esquina a otra para quedarnos en el mismo sitio. Veo mucho dolor a mi alrededor, muchas esperanzas rotas y muchas carreras truncadas. No sería una película alegre. Al mismo tiempo, creo que el golpe ha sido tan duro que quizá también hay una esperanza de que dejemos de maltratar al planeta y a nosotros mismos después de esto.