Demián Rugna, director del fenómeno de terror argentino: “Milei es el hazmerreír del planeta”
'Cuando acecha la maldad', ganadora en el Festival de Sitges, nos propone un “cuento de terror” modélico que también sirve como metáfora del ascenso del fascismo.
23 enero, 2024 12:06En un pueblo perdido de Argentina, en una casa de gentes sencillas, aparece un “embichado”, como dicen por esos lares, lo que nosotros llamaríamos un “poseído por el demonio”. Cuando se descubre la presencia del maldito tras el asesinato del exorcista que iba a salvarlo, el pueblo entero entra en pánico. Por una serie de rocambolescas situaciones, el “demonio” acaba siendo liberado, pero no de la manera correcta, con lo cual se desencadena una ola de crímenes.
Con John Carpenter y títulos míticos del cineasta como La niebla (1980) o El pueblo de los malditos (1995), la película dirigida por Demián Rugna (Haedo, Argentina, 1979) está protagonizada por dos hombres, Pedro (Ezequiel Rodríguez) y Jimi (Demián Salomón), que luchan contra una especie de zombis que arrasan con todo.
Vibrante, con ritmo y una construcción modélica, detrás de los sustos y giros de guion de Cuando acecha la maldad asoma también una poderosa metáfora política y social sobre la forma en que el Mal (o el fascismo) acaba contagiándose, porque el “demonio te conoce mejor por tus miedos”.
Pregunta. ¿Quería ante todo hacer una película modélica de terror que atrape al espectador?
Respuesta. Mi anterior película, No sabés con quién estás hablando (2016), era una comedia, pero también reflexiona sobre el género. Me lo tomo en serio y trato de desarrollar un universo propio, que es lo que me gusta hacer en mis películas. Por supuesto John Carpenter es una de las referencias. Yo me crie en los ochenta viendo las películas de esa época y Carpenter es un director que tengo en mi memoria.
P. Aparece el demonio, pero no la religión. ¿Cómo lo plantea?
R. La película decide sacarse la religión de encima. Los monjes que enseñan a matar a este demonio tienen un perfil más científico que espiritual. Es más una cuestión astral, por eso esos astrolabios, esa relación con el universo… Ese fue el primer punto de partida para hacer esta película de demonios y exorcismos, que no hubiera religión. Hay un lugar en el que la ciencia y la religión discuten todo el tiempo. Eso lo vimos en la pandemia, como la ciencia se ha puesto en duda.
P. ¿El miedo es nuestro peor enemigo?
R. El miedo y la culpa tienen mucha importancia en la película. Hay una regla que todos se olvidan: el miedo hace que el mal se acerque. El mal te conoce por todos tus miedos y los utiliza contra ti mismo. Pero ¿cómo no tener miedo con lo mal que lo pasan todos estos personajes? Ellos están intentando huir de un demonio que existe y el protagonista, Pedro, tiene sus propios miedos en la cabeza, que lo atormentan y lo persiguen por toda esa relación tan complicada con su familia. El miedo genera más miedo y alimenta el miedo. Lo interesante en esta historia es que el ”embichado” tiene ese demonio dentro, pero todo el mundo tiene algo que hizo mal y lo perturba. Es parte de esta historia.
P. Dentro del horror, ¿el protagonista encuentra la ocasión para la redención?
R. Él busca redimirse. Lo primero que hace es tratar de salvar a la familia, a la que él mismo no sabe si puso en riesgo en el pasado. Es su oportunidad, pero es un ser humano y comete errores con la decisión de qué hacer con el “endemoniado”.
P. Hay un momento en el que se dice que a los niños les atrae la maldad. ¿Ve realmente esa relación?
R. Es una frase con la que todo el mundo se identifica, porque todos hemos sido niños y en algún momento hasta malditos. Los niños buscan los límites, exploran sensaciones. El demonio trata de convencer a estas mentes más débiles, más pequeñas, más influenciables, de cosas que no les convienen.
P. Vemos un pueblo remoto y perdido al que no llega el Estado. ¿Es una representación de una sociedad en la que los recursos públicos no funcionan?
R. Es una representación de la negligencia por parte de las autoridades y la sociedad, del desinterés por el prójimo y de la falta de recursos. Es algo muy común en Argentina, y creo que en Latinoamérica también. No interesa la salud y la vida del otro. Esa situación de que haga un año que avisaron y nadie les haya hecho caso es muy común. Lo veo en mi barrio. En la esquina hay una montaña de basura y vengo reclamando desde hace un año para que lo arreglen. Es así en todos los aspectos de la vida.
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P. ¿Ese mal es una metáfora del fascismo?
R. Sobre esto tenía una idea potente para una historia diferente. Es un guion que nunca escribí, sobre un tipo que llega después de muchos años a su pueblo. Todo el mundo lo odia y no sabe por qué. Se entera de que en un pequeño periódico local han estado hablando mal de él durante su ausencia. La idea era ver cómo el fascismo se contagia a través de los medios, y esto me llevó a terminar de configurar la historia de Cuando acecha la maldad.
»La extrema derecha conoce nuestros miedos, los que nos pasamos de unos a otros, y pueden controlarte para que hagas cosas que no te convienen. En la película, vemos al niño demonio llevando de la mano a las próximas generaciones hacia el abismo o, como mínimo, a un futuro incierto. La película habla del fascismo, pero no está de forma explícita. Es algo que está en la historia, no me interesa si se ve o no se ve. Si se entiende, bien, pero mi primera intención siempre es armar un buen cuento.
P. ¿Qué opina del ascenso de Milei?
R. Milei es el hazmerreír del planeta. Yo veía a Trump o a Bolsonaro y no entendía cómo les habían votado. Y aparece Milei, que es como más exagerado. Estamos viviendo en un mundo de ficción, en un mundo de malos de Pixar, lo cual es preocupante. Pero así está la sociedad en todo el mundo, por desgracia. Ahora resulta que nos toca a nosotros.