Las escenas más sensuales para calentar San Valentín: de 'El imperio de los sentidos' a 'La vida de Adèle'
El erotismo en el cine ha sido, desde siempre, un componente intrigante y polémico que ha capturado la atención del público y generado conversaciones apasionadas.
14 febrero, 2024 02:10Desde el polémico momento de la mantequilla en El último tango en París, pasando por la mesa rebosante de harina en El cartero siempre llama dos veces hasta las largas escenas de sexo explícito en Love de Gaspar Noé, las escenas de alto voltaje no solo han incendiado las pantallas de las salas de cine, sino que también han sido piezas fundamentales en la narrativa (y en la memoria) de muchas películas.
Momentos ardientes en los que los personajes se desnudan, tanto literal como figurativamente, revelando sus deseos más profundos y sus vulnerabilidades. Estas escenas pueden ser eróticas, sí, pero también emocionantes, conmovedoras o incluso perturbadoras, dependiendo del planteamiento y el contexto.
El cine ha evolucionado en su representación del sexo a lo largo de los años. En el pasado, los guionistas y directores tenían que estrujarse la cabeza para sugerir escenas de ‘alta temperatura’ que sorteasen el duro y puritano filtro de la censura, mientras que hoy en día, muchas películas abordan el tema de una manera más explícita y realista. Sin embargo, esta evolución también ha generado debates y preocupaciones sobre la ética y la seguridad en el set de filmación.
La introducción de coordinadores de intimidad en los rodajes ha sido un paso importante para garantizar la seguridad y la comodidad de los actores durante las escenas de sexo, supervisando junto al director para que se respeten sus límites personales y evitando posibles situaciones incómodas o abusivas como ha ocurrido en tantas ocasiones.
En definitiva, una buena escena erótica combinada con diferentes elementos dramáticos y visuales puede llegar a ser un elemento fundamental de la experiencia cinematográfica, convirtiéndola en algo más elevado. A continuación, exploraremos algunas de las escenas más destacables que han logrado mostrar la sexualidad humana de una manera auténtica y significativa en el séptimo arte.
Monster´s Ball (Marc Foster, 2001)
Comenzamos con una de las escenas más potentes de los últimos tiempos, la de Halle Berry y Billy Bob Thornton en Monster's Ball. En medio de la oscuridad y la desesperación que envuelve el drama sureño dirigido por Marc Foster, este encuentro sexual se convierte en un punto culminante de pasión y redención que explora la vida de una pareja atrapada entre la desesperación y el dolor.
Después de un conmovedor monólogo del personaje interpretado por Halle Berry sobre la pérdida y el sufrimiento, la escena se transforma en todo lo contrario: un encuentro sexual salvaje y apasionado, desgarrado y animal.
En ella, los personajes se aferran desesperadamente a la vida, buscando una conexión humana que les devuelva la esperanza y el sentido a sus existencias por medio de una pasión desenfrenada que revela un instinto primordial de supervivencia. Es un recordatorio de que, incluso en los momentos más oscuros, el deseo y la conexión humana pueden ofrecer un rayo de esperanza.
Halle Berry ofrece una actuación excepcional en esta película, capturando tanto la angustia emocional como la intensidad física de su personaje. Su interpretación valiente y sincera le valió el Oscar a mejor actriz en este poderoso retrato de la fuerza del deseo humano y su capacidad para trascender la desesperación más dolorosa.
Eyes Wide Shut (Stanley Kubrick, 1999)
- Hay algo muy importante que debemos hacer lo antes posible.
- ¿Y que es?
- Follar.
Con este último diálogo, el maestro indiscutible del cine Stanley Kubrick dejó un legado único con Eyes Wide Shut, su testamento fílmico en el que exploraba el deseo sexual, la infidelidad y las oscuras orgías de la élite social.
Desde los mismos créditos iniciales con la elegante melodía de Waltz 2 from Jazz Suite de Shostakovich, el director establece una atmósfera sensual que envuelve toda la película. La imagen de Nicole Kidman desnuda es un preludio de lo que está por venir, una señal de la provocación y el erotismo que impregnarán cada fotograma.
Y es precisamente en la escena íntima entre los dos protagonistas donde esta sensualidad alcanza su punto álgido. Con un simple plano, Kubrick captura la pasión y el deseo conyugal, mientras la voz de Chris Isaak con su canción Baby Did a Bad Bad Thing; añade un toque ardiente y estimulante que abrirá la puerta a todo lo que sucederá después.
Pero la película va más allá de las escenas explícitas de sexo. A través de flashbacks paranoicos sobre la infidelidad y tentadoras ofertas eróticas, el director teje una red de tensiones sexuales que mantienen al espectador en vilo, tal y como refleja magníficamente la escena de la gran mansión.
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En ella, el personaje infiltrado de Tom Cruise deambula enmascarado mientras observa en silencio el espectáculo sexual que ofrecen los invitados de la selecta orgía tras unas perturbadoras máscaras venecianas, hasta que sufre la humillación de ser descubierto, juzgado y castigado delante de todos.
La fascinante habilidad de Kubrick para sugerir, insinuar y provocar eleva la película a un nivel de intensidad emocional que trasciende lo puramente visual. Es un recordatorio de que el deseo humano es un tema complejo y fascinante, y que en manos de un maestro como él, puede convertirse en una experiencia cinematográfica inolvidable.
Amenaza en la sombra (Nicholas Roeg, 1973)
La escena erótica protagonizada por Julie Christie y Donald Sutherland siempre se ha considerado la crème de la crème del cine de Hollywood, en esta drama con tintes terroríficos donde interpretan a una pareja que trata de encontrar consuelo en su matrimonio después de la trágica muerte de su hija.
Pero lo que hace que esta escena sea tan memorable es su realismo y su capacidad para capturar la complejidad de las emociones humanas. Y es que el montaje ingenioso que ideó Nicholas Roeg, es lo que realmente eleva esta escena a un nivel superior.
Alternando entre las escenas íntimas de la pareja en la cama y las secuencias más mundanas de ellos vistiéndose después, el montaje logra transmitir la melancolía que a menudo acompaña a la pasión. Porque, al final del día, el sexo puede ser un escape momentáneo, pero eventualmente uno tiene que volver a la realidad y seguira delante con su vida.
El realismo sensual y apasionado de Christie y Sutherland también contribuyó en gran medida al impacto de la escena. Durante mucho tiempo, se rumoreó que hubo sexo de verdad, pero Sutherland se hartó de aclarar en entrevistas que todo fue meticulosamente coreografiado por el director y filmado en tomas cortas sin sonido directo. Aunque el proceso fue más técnico que sensual, el resultado final fue una escena que cautivó a audiencias de todo el mundo.
Un ejemplo perfecto de cómo el cine puede capturar la complejidad y la intimidad de las relaciones humanas creando una pieza de arte que sigue resonando décadas después de su lanzamiento, y que, sin duda, merece su lugar en la lista de las mejores escenas de sexo de todos los tiempos.
Mulholland Drive (David Lynch, 2001)
David Lynch, el maestro del universo perturbador, siempre ha insinuado de manera sutilmente oscura el sexo en su filmografía, pero en Mulholland Drive alcanza nuevas cotas de expresión sensorial con dos encuentros sexuales que dejan una huella imborrable en la mente del espectador.
La escena lésbica entre las actrices principales es, sin duda, la más icónica y reconocida. El despliegue de sensualidad y erotismo entre los personajes de Naomi Watts y Laura Harring es tan palpable que trasciende la pantalla y se convierte en una experiencia sensorial y ardiente. Y es que Lynch logra capturar la intensidad de la pasión y el deseo de una manera que pocas veces se ha visto en una sala de cine.
Pero no podemos pasar por alto la otra escena erótica que merece igual reconocimiento: la prueba de casting en la que Naomi Watts se transforma de manera asombrosa. Lo que comienza como una dulce y angelical interpretación se convierte repentinamente en una exhibición de seducción y sensualidad arrasadora. Watts encarna a la perfección el papel de una mujer irresistible y magnética, haciendo que esta escena destaque como una de las mejores de su carrera y, posiblemente, el sueño erótico de muchos espectadores.
En medio de la intriga pesadillesca que caracteriza a Mulholland Drive, estas escenas de alto voltaje sexual sirven como puntos culminantes que elevan la película a un nivel completamente nuevo. Son momentos que encapsulan la visión única de Lynch sobre el sexo y la pasión, dejando una impresión duradera en cualquier retina que se precie.
Boogie Nights (Paul Thomas Anderson, 1997)
En este icónico filme, basado en la vida del legendario actor porno John Holmes, el tema del sexo no solo es omnipresente, sino que también desempeña un papel crucial en la trama y el desarrollo de los personajes. Desde el momento en que el joven e ingenuo Eddie Adams, interpretado por Mark Wahlberg, es reclutado para el mundo del porno hasta su eventual caída y redención, el sexo se convierte en el motor que impulsa la narrativa.
Quizá el momento más memorable es cuando Eddie, bajo el nombre de Dirk Diggler, filma su primera escena en la industria del porno. La tensión en el set es palpable mientras se rueda este encuentro de alto voltaje junto al personaje que interpreta Julianne Moore. Y es que Paul Thomas Anderson logra capturar magistralmente la dinámica del set de rodaje, con silencios tensos interrumpidos por gemidos y miradas de sorpresa por parte del equipo ante el nuevo 'miembro' incansable y poderoso que capta la atención de todos.
Es una secuencia que equilibra hábilmente la sensualidad (y sexualidad) con el humor, ofreciendo una mirada fascinante detrás de las cámaras de la industria del entretenimiento para adultos en el Valle de San Fernando de los años 70.
Además, hay otros momentos a lo largo de la película donde el poder sexual juega un papel destacado, desde la forma en que Roller Girl demuestra con gran naturalidad sus ‘habilidades laborales’ hasta el famoso plano final enfrente del espejo, el sexo se presenta como una fuerza impulsora tanto en la vida profesional como personal de los protagonistas.
Con una magnífica estética visual setentera, Boogie Nights es mucho más que una película sobre la industria del porno y se acaba revelando como un retrato complejo y multifacético de la condición humana, donde el sexo se convierte en un elemento vital, desestabilizador y, a veces, redentor.
9 semanas y media (Adrian Lyne, 1986)
Aunque haya sido varias veces parodiada, el impacto de 9 semanas y media en la cultura popular es innegable, y sigue siendo recordada como una de las películas más icónicas sobre el tema de la sexualidad en el cine. No en vano fue una de las películas mas alquiladas en los videoclubs de la época.
La escena de sexo delante de la nevera entre Mickey Rourke y Kim Basinger, con su juego sensual y pegajoso a mas no poder, es un claro ejemplo de cómo la película va más allá de lo puramente erótico. Porque a través de la dinámica intensa y a menudo tóxica entre los protagonistas, muestra cómo el placer y el dolor pueden estar entrelazados en las relaciones humanas.
Y es que no es solo una fantasía erótica, sino también un retrato que se afianza sobre las complejidades de las relaciones humanas y la sexualidad. A través de la exploración sensual y provocativa de los personajes principales, la película nos sumerge en un mundo de pasión, deseo y, a veces, autodestrucción.
El resto de encuentros sexuales presentes en el filme también se posicionaron como algunos de los momentos mas calientes de aquella década de los 80 y rodados con la habitual estética artificial y videoclipera del momento, así como el icónico momento del striptease de Kim Basinger mientras suena el clásico de Joe Cocker You Can Leave Your Hat On, otorgando a la película un encanto distintivo que la convierte en un clásico cultural de su época.
El imperio de los sentidos (Nagisa Oshima, 1976)
La obra maestra de Nagisa Oshima se lleva la palma en cuanto a sexo explícito, y sería muy difícil elegir solo una de sus escenas. La película es básicamente una sucesión de encuentros sexuales entre los protagonistas y es que a lo largo de todo el filme, el espectador tiene la oportunidad de sumergirse en un mundo donde los sentidos sexuales están completamente desatados, sin restricciones ni límite alguno.
El sexo se entrelaza con otros aspectos de la vida, desafiando todas las convenciones sociales y tabúes relacionados con la sexualidad. Pero lo que hace esta película ser tan impactante es su valentía y experimentación, especialmente dentro del contexto del nuevo cine japonés.
El director se sumerge de lleno en explorar la naturaleza del deseo humano, llevándonos a través de un viaje turbulento donde el erotismo y la muerte convergen de manera inquietante.
Aquí el sexo es retratado como un acto visceral y primordial, donde se come, se bebe, se habla y hasta se fuma mientras se practica salvajemente y donde no hay espacio alguno para la moralidad o las inhibiciones sociales. El filme desafía al espectador a confrontar sus propias ideas preconcebidas sobre el placer sexual y a día de hoy sigue censurado en Japón, donde aún no se puede disfrutar en su totalidad debido a la eliminación de sus escenas más explícitas.
En resumen, una película que navega entre el Eros y el Tanathos, tan característicos de la cultura japonesa, mientras ofrece una visión audaz y provocativa de la sexualidad humana. Una obra que sin duda dejará una marca indeleble en aquellos que se aventuren a experimentarla.
La vida de Adèle (Abdellatif Kechiche, 2013)
La vida de Adèle trasciende más allá de la mirada masculina sobre una relación entre dos mujeres o de las controversias en torno a las exigentes condiciones laborales impuestas por su director. Esta película se ha convertido en un clásico indiscutible del cine moderno por diversas razones. Por supuesto, destaca por su poderosa historia de amor y las extraordinarias interpretaciones de sus dos protagonistas, Adèle Exarchopoulos y Léa Seydoux.
Sin embargo, es en sus célebres escenas de sexo donde todas estas cualidades, tanto las elogiadas como las polémicas, alcanzan su máximo esplendor. Escenas largas, carnales, intensas y morbosas que nos muestran en un tono excepcionalmente realista la pasión desenfrenada entre las protagonistas, explorando la sexualidad de manera cruda y honesta.
No se trata simplemente de encuentros eróticos sin más, sino de momentos que revelan una conexión emocional y física entre los personajes, así como su vulnerabilidad y deseo mutuo.
A pesar de las críticas y controversias que rodearon estas escenas, no se puede negar su impacto en la narrativa de la película. Son parte integral de la historia y contribuyen a profundizar en la complejidad de las relaciones humanas, especialmente en el contexto de una historia de amor tan apasionada y tumultuosa como la que aquí se presenta. Todo un clásico moderno y naturalista del siglo XXI.