Ahora, estrena en el Teatre Lliure, a partir del 14 de febrero, Macbeth, una nueva tragedia del bardo de Stratford-upon-Avon protagonizada por Laia Marull, Ernest Villegas, Pep Cruz, Joan Amargós, Júlia Truyol, Xavier Ricart, Carles Martínez, Alba Pujol y Marc Soler, entre otros.

“Es una puesta en escena teatral y atmosférica. Macbeth es también una obra con ciertos puntos de metateatro. No es que nosotros le demos la vuelta a eso, pero nuestro lenguaje es el teatral. No buscamos una puesta realista pero sí intentamos llegar a la atmósfera que la obra requiere”, explica a El Cultural Carrió, que entiende este trabajo como un reto para los intérpretes.

“El ritmo va como un tiro. Avanza, avanza y avanza imparable. Es una obra muy breve, con lo cual tampoco he retocado muchas cosas". Pau Carrió

“Hay pasajes preciosos pero terribles. Y muy densos pero veloces, donde se transita por 35 emociones distintas en al menos 10 segundos. También ha resultado un reto para mí porque hay escenas y tramos en los que hay que plantear cómo pueden ser las brujas, cómo puede ser el fantasma y también cómo intentar alcanzar el tono, la velocidad y la profundidad suficientes a un mismo tiempo”.

La historia maldita de Macbeth, al servicio del rey Duncan de Escocia, arranca en una noche en la que, junto al general Banquo, se encuentra a tres brujas que le profetizan que se convertirá en guardia personal de Glamis y Cawdor para terminar siendo rey. Pero el destino y los hechizos tienen sus propias leyes...

“Es una obra que contiene algunos de los motores que siguen siendo peligrosos para el ser humano –añade el director–. Uno de ellos es el miedo. Es un combustible que sirve para llegar a los peores sitios donde el ser humano puede llegar. El miedo es lo que realmente mueve a casi todos los personajes de la obra”.

[William Shakespeare, poeta del caos]

La versión que ha elaborado Carrió, que cuenta con la producción de la sala que capitanea Julio Manrique, es veloz y trepidante, y arranca, según Carrió, con una temperatura altísima: “El ritmo va como un tiro. Avanza, avanza y avanza imparable. Es una obra muy breve, con lo cual tampoco he retocado muchas cosas esenciales del texto. Otra cosa puede ser la interpretación”.

Carrió, del que puede verse también Elling en la sala Villarroel, reconoce haberse inspirado en fotografías de hospitales de guerra que han pasado por sus manos. De los de la primera guerra mundial a los de la pandemia. “Queríamos llevar la obra no al campo de batalla sino a los castillos, a sitios donde iban a parar los heridos y los muertos. A partir de ahí empezamos a tirar del hilo...”