Una imagen de 'Paradise is Burning'.

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Cine

'Paradise is Burning': la Suecia mendicante que se esconde tras la lustrosa muralla del bienestar

Mika Gustafson se aposenta con naturalidad en el cine social europeo para narrar la historia de tres hermanas que viven sin supervisión paterna.

7 junio, 2024 01:57

Paradise is Burning, la segunda película de la sueca Mika Gustafson (Linköping, Suecia, 1988) –tras el documental Silvana: despiértame cuando te despiertes (2017), sobre la rapera feminista Silvana Imam–, se aposenta con naturalidad en el seno del cine social europeo.

El retrato de una comunidad abandonada a la marginalidad recoge el legado del británico Ken Loach, mientras que el trabajo escénico, puntuado por nerviosos planos de seguimiento, se hermana con la obra de los hermanos Dardenne.

Sin embargo, la premisa inicial, que presenta a tres hermanas de entre 7 y 15 años que viven sin ningún tipo de supervisión paterna, trae a la memoria la película Nadie sabe (2004) de Hirokazu Kore-eda. Y, de hecho, la cineasta sueca toma del japonés la apuesta por no juzgar a los personajes, situando como motivación central del filme el esfuerzo por comprender sus actos y decisiones.

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El interés de Gustafson por no censurar moralmente a sus criaturas lleva a la joven cineasta a intentar esquivar todo miserabilismo. Este noble afán convierte la película en una delicada balanza en la que se van contrapesando los momentos de goce y alegría con pasajes que evidencian la vulnerabilidad de las protagonistas.

Del lado de la luz, la directora opta por poner el foco en la concordia que impera entre los vecinos de la comunidad, dejando en segundo plano los reproches que intercambian ocasionalmente.

Luego, llama la atención la sensibilidad con la que Gustafson aborda el proceso de crecimiento de la hermana mediana, Mira (Dilvin Asaad), que afronta con ilusión y angustia la llegada de la pubertad. Y también cabe destacar el alborozo con el que la cámara acompaña a las hermanas y sus amigas en sus festivas incursiones en piscinas privadas de los barrios acomodados.

En todo caso, Paradise is Burning no persigue caer en el angelismo, y en consecuencia no oculta el modo en que la lacra del alcoholismo se extiende por la Suecia más mendicante, aquella que vive agazapada tras la lustrosa muralla del bienestar nórdico.

Además, para subrayar el evidente desamparo en el que viven las protagonistas –al que se suma la amenaza de que los servicios sociales puedan intervenir y separarlas–, Gustafson dedica buena parte del filme a acompañar a las tres hermanas en su deambular por un espacio urbano desestructurado, carcomido por su condición ruinosa.

Este movimiento sin rumbo conduce la película hacia un cierto éxtasis narrativo, que podría explicar la improbable aparición de una escena de Stalker (1979) de Andréi Tarkovski en la pantalla del apartamento de las hermanas.

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La película despierta de la mano de una sorprendente subtrama que empareja a la hermana mayor, Laura (fascinante Bianca Delbravo), con una mujer de clase media que se deja llevar por la tentación de la irresponsabilidad como huida de una compleja realidad familiar.

Así, Paradise is Burning logra asentarse en un territorio de empatía que se ve lastrado por la tendencia de Gustafson a resolver los nudos del relato mediante estallidos de violencia, un rasgo que acerca la película al cine visceral de la británica Andrea Arnold.

Paradise is Burning

Dirección: Mika Gustafson.

Guion: Mika Gustafson, Alexander Öhrstrand.

Intérpretes: Bianca Delbravo, Marta Oldenburg, Dilvin Asaad, Mitja Siren, Safira Mossberg, Ida Engvoll.

Año: 2023.

Estreno: 7 de junio