Michel Franco estrena 'Memory': "La estética no es secundaria, pero debe venir de emociones reales"
El director mexicano aborda una historia de amor que reflexiona sobre la memoria con Jessica Chastain como protagonista.
19 junio, 2024 02:11Michel Franco (Ciudad de México, 1979) prefiere no hablar de las últimas novedades en México, en donde recientemente Claudia Sheinbaum se ha convertido en la primera mujer presidenta del país. Probablemente piense que no hay nada que añadir a su distópica Nuevo orden (2020), filme que jugaba a imaginar una revolución de las clases sociales más desfavorecidas contra la élite blanca del país y la posterior represión del alzamiento.
Esta era una muesca más en una trayectoria controvertida y polémica, marcada por profundos y meticulosos estudios de personaje como los de Después de Lucía (2012), El último paciente: Chronic (2015) o Sundown (2021), que abordan temas complejos del ámbito social como el bullying o la eutanasia.
Jessica Chastain y Peter Sarsgaard protagonizan ahora la primera historia de amor de su filmografía, Memory -llega este miércoles a las salas- aunque no sea exactamente lo que uno podría esperar del género.
La película cuenta la historia de Sylvia, una trabajadora social que lleva una vida sencilla y estructurada: su hija, su empleo y sus reuniones de Alcohólicos Anónimos. Sin embargo, su vida dará un vuelco cuando, tras una reunión de antiguos alumnos del instituto, Saul la sigue a casa.
Pregunta. ¿De dónde surge la historia de esta película?
Respuesta. Lo primero que se me ocurrió fue la escena posterior a la reunión escolar, en la que vemos a un hombre siguiendo a una mujer con la que probablemente estudió. Ella no está cómoda con la situación, porque en ningún momento hablan, y él se queda fuera de su casa toda la noche. Pero no sabía quiénes eran o de qué trataba la película. Así que ese fue el punto de partida.
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P. A partir de ahí, ¿cómo va apareciendo el tema de la memoria?
R. Nunca escribo una historia para que se acomode a un tema determinado. En este caso, las respuestas las fui encontrando mientras escribía y buscaba motivos para que ella huyera de él. Ni siquiera supe en un primer momento que ella no tenía razón a la hora de sospechar de él, en acusarlo de lo que le acusa. No fue hasta que leí el primer tratamiento que entendí que todo tenía que ver con la memoria.
P. ¿Qué le interesa de este tema?
R. Siempre me he preguntado si alguien que no recuerda quién es y de donde viene sigue siendo la misma persona. ¿Si pierdo la cabeza, sigo siendo yo? El diálogo interno que surge a partir de esa pregunta es tremendamente vasto. La demencia es algo muy común, pero que asusta mucho.
»En Memory me interesó el inicio de la condición porque normalmente se hacen películas sobre personas con una enfermedad muy avanzada. Saul no es un personaje para encarnar y explorar la demencia, sino que es un hombre que tiene un mundo y emociones, que conoce a Silvia y que además tiene demencia. Desde el guion me propuse no reducirlo a eso y así lo ha interpretado también Peter.
P. ¿Quería hacer una historia de amor? Es la primera que aparece en su filmografía…
R. Se fue revelando ante mí y la acepté. Trato de hacer una película al año y que sea lo que tenga que ser. No pienso en una filmografía ni tengo objetivos concretos. Simplemente trato de hacer algo honesto y que refleje donde estoy como escritor y director en ese año, o en ese par de años que dura todo el proceso de hacer una película. En este caso, estaba en paz y esto fue lo que me salió.
P. Aunque sea una historia de amor nunca se lo pone fácil al espectador. ¿Por qué?
R. Lo encuentro interesante. Si los autores reducimos el cine a “voy a hacer una historia de amor” o “voy a hacer un tratado sobre la memoria”, nos volvemos condescendientes con el espectador, inevitablemente caemos en fórmulas. Trabajando así, se limita lo que tiene cabida y no en un filme.
»Yo trato de ofrecer al público algo menos predecible. Y el amor, cuando es genuino, se encuentra justamente donde menos lo estamos buscando. En el caso de Memory surge de la manera que parece menos probable, pero espero que se sienta real. Los actores tuvieron la oportunidad de expresarse a través de este laberinto, con emociones genuinas.
P. Quizá sea su película con más diálogos. ¿Cómo los trabajó?
R. En este caso, seguimos de manera casi estricta el guion a petición de Jessica Chastain. Yo soy flexible cuando los actores tienen otras ideas, pero en este caso creo que había que preservar la esencia de cada escena para que la trama funcionara en lo emocional y para que los diálogos no se sintieran como información. Pero esto no quiere decir que yo les obligue a hacer lo que está escrito. Ellos me muestran la visión que tienen de cada escena y después hablamos del trazo de la misma. Me gusta que el proceso sea conjunto.
P. ¿Cuáles fueron sus intenciones con el trabajo de cámara?
R. La estética, para mí, no es que sea secundaria, pero debe venir de las emociones reales. En la mayoría de los casos, veo primero lo que hacen los actores y después pongo la cámara. Siempre busco que los ángulos de cámara sean lo más sencillo posible, pero también interesante. Y a veces es muy difícil filmar escenas de cuatro o cinco minutos y muchas páginas de diálogo sin cortar de manera tradicional. Pero en este reto creo que hay para el espectador una experiencia diferente, algo que sabe a más real.
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P. ¿La historia podría haber ocurrido en cualquier lugar o la ambientó en EE. UU. por algo en concreto?
R. Podría haber sido en otra ciudad grande como Londres, por ejemplo, donde además existe esa tradición de reuniones escolares. En México no es típico. Pero filmar en Nueva York no solo es interesante por la ciudad, sino porque viven ahí una enorme cantidad de actores de todo el mundo. Para papeles secundarios uno puede acceder a un talento que de otra manera sería difícil alcanzar.