Abderrahmane Sissako conversa con los actores durante el rodaje. Foto: Olivier Marceny / Caramel Films

Abderrahmane Sissako conversa con los actores durante el rodaje. Foto: Olivier Marceny / Caramel Films

Cine

Abderrahmane Sissako, cineasta: "Las relaciones entre África y Asia van a definir el mundo de mañana"

Tras retratar el terror yihadista en 'Timbuktu', regresa con 'Té negro', un filme sensual y romántico sobre la relación de una mujer africana y un hombre chino en Guangzhou.

13 septiembre, 2024 01:42

Abderrahmane Sissako (Kifa, Mauritania; 1961) es uno de los directores clave del continente africano, con una sugerente trayectoria en el cine de autor que se remonta a los años 90 y que alcanzó su cénit con Timbuktu (2014), un escalofriante retrato del terror yihadista que arrasó en los premios César y fue nominado al Oscar a la mejor película extranjera.

Una década después regresa a la cartelera con Té negro, que se estrenó en la sección oficial de la Berlinale. Se trata de una romántica oda a la empatía, que remite al cine de Wong Kar-wai, en el que Aya (Nina Melo), una joven de Costa de Marfil, se marcha a vivir a China tras romper su matrimonio el día de la boda. Allí consigue trabajo en una tienda de té, iniciando una relación amorosa con su jefe Cai (Chan Hang).

Pregunta. ¿Por qué le ha llevado una década Té negro?

Respuesta. Normalmente, tardo entre 6 y 7 años en hacer una película, pero en este tiempo he sido padre y he hecho una ópera con Damon Albarn [líder de la banda Blur], Le Vol du Boli, que se estrenó en el Théatre du Châtelet.

P. Esta es una película diferente a sus anteriores, que hablaban del yihadismo o de la relación de África con Europa de una manera más cruda y política. ¿Buscaba una ruptura?

R. Creo que los temas que abordo en mis películas no me definen como autor o como artista. El mundo y la sociedad en general están siempre en movimiento y eso es lo que intento plasmar como creador. Y si un tema me apasiona, lo que busco es una conexión universal, que le llegue a todo el mundo.

Continentes en evolución

P. ¿Por qué ha querido indagar en los lazos entre África y Asia?

R. Occidente no es capaz de ver que África y Asia son dos continentes en evolución, y que su relación no es solo económica, también lo es social y cultural. Eso es lo que he querido mostrar en el filme. Hoy hay decenas de miles de personas chinas que se han asentado en África. Y, sin embargo, la historia es muy cinematográfica porque sigue sorprendiendo una conexión entre un hombre chino y una mujer africana. Las relaciones entre estos dos continentes van a definir el mundo de mañana.

P. La película arranca con Aya diciendo “No” en el día de su boda. ¿Que implica para una mujer maliense este acto?

R. Tradicionalmente, todas las sociedades han impuesto el matrimonio. Para rechazarlo, de la manera en que lo hace Aya, hace falta mucho valor. Ella, aparentemente, lo tiene, pero al final de la película nos damos cuenta de que quizá no es algo tan obvio, no es tan seguro que pueda dar ese paso. La presión que ejerce la sociedad todavía tiene mucho peso.

P. ¿Por qué el retrato de la Ciudad Chocolate de Guangzhou es tan armonioso, sin barreras idiomáticas, sin crimen, sin miseria…?

R. La emigración de Aya es más mental que física. Y, por eso, Té negro tenía que cultivar cierto onirismo. Pero la película no es antirrealista. La felicidad no es absoluta y la visión de la Ciudad Chocolate tampoco es idílica del todo. Hay una escena en la que se ve cómo detienen a africanos para deportarlos. En otra, un personaje protesta por esa situación, que le repatea.

P. ¿Qué simboliza el ritual del té que tiene tanto peso en el filme?

R. La voluntad de Aya de querer aprender. Las personas no solo emigran para ganar dinero y enviarlo a sus familias, hay otras razones como la curiosidad, la aventura, el deseo de conocer al otro… Eso nadie lo cuenta. Además, el ritual del té también nos habla de la seducción, de esa cosa íntima de querer rozar al otro, tocarle… Es una seducción profunda que no requiere de escenas muy explícitas, que no es mi forma de entender el cine.

Chan Hang y Nina Melo, en el filme

Chan Hang y Nina Melo, en el filme

P. La película tiene algo del romanticismo clásico de Hollywood. ¿Se ha inspirado en algun filme?

R. Soy muy cinéfilo, pero no utilizo referencias conscientemente. Aunque todo lo que ves te influye, eso está claro. En mi infancia y juventud me fascinaba el cine italiano. También Bergman, Cassavetes… Todos ellos duermen dentro de mí y de vez en cuando se despiertan. Algunos han asociado esta película a Wong Kar-wai, lo que me tomo como un cumplido.

P. Las últimas elecciones en Europa revelan el aumento del voto a la ultraderecha. ¿Afecta esto a África?

R. Los resultados que obtiene Marine Le Pen, por ejemplo, tienen mucho que ver con la complicidad de los medios de comunicación. Es muy peligroso que la mayoría estén concentrados en unas pocas manos. La contención de la extrema derecha es por tanto muy tenue, aunque sabemos lo que puede significar que lleguen al poder. Yo, sin embargo, sigo creyendo en un país como Francia, me parece una gran nación, sigo teniendo esperanza. Y la cultura es la receta para protegernos.