Olivier Assayas. Foto: Carole Bethuel

Olivier Assayas. Foto: Carole Bethuel

Cine

Olivier Assayas regresa al confinamiento: “Soy un niño de los setenta, así que creo en la utopía”

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Al terminar la adaptación al formato seriado de su icónica película Irma Vep (2022) para HBO Max, un proceso disfrutable y en el que dispuso de libertad absoluta, pero también un monstruo de siete horas y media cuyo rodaje tuvo que afrontar con celeridad, al director y guionista Olivier Assayas (París, 1955) le pedía el cuerpo un punto de inflexión. Buscaba un proyecto para reconciliarse con la cadencia más humana de su profesión, una cinta hogareña, recogida, ligera, escrita por mero placer.

Decidió entonces rodar una bitácora de su propio confinamiento durante la pandemia.
Cuando tenía todo encarrilado, dos temores le asaltaron. Si, como intuía, iban a estrenarse un aluvión de largometrajes sobre el confinamiento, el suyo iba a ser uno más que nadie necesitaba. Pero lo que es peor, aquel guion le resultaba ahora exhibicionista.

Había algo embarazoso en revelarle al mundo su encierro privilegiado en compañía de su hermano y sus respectivas parejas en una casa familiar en la campiña. Para cuando quiso echar marcha atrás, la producción ya estaba demasiado avanzada. El resultado es una autoficción metarreferencial que se mide con los dibujos que David Hockney bosquejó en su casa de Normandía durante la crisis sanitaria. Llega a los cines este viernes y se titula Tiempo compartido.

Pregunta. ¿Se podría decir que Tiempo compartido es su película más personal?

Respuesta. Todas lo son. De hecho, no creo que fuera capaz de hacer una que no lo fuera. Mi vida es mi inspiración.

P. No obstante, se trata de la más literal: al arrancar una voz en off describe los terrenos de su infancia, en Montabé in Boullay-lès-Troux; sus protagonistas masculinos son un cineasta y un periodista musical, como también lo son su hermano y usted; y la trama se va punteando de anécdotas de una familia apellidada Assayas.

R. Sí, fui un par de pasos más allá. Cuando el rodaje se acercaba, visité la casa con el equipo y terminé preguntándome: “¿En qué jardín te estás metiendo?”. Sentí que era algo extremadamente íntimo donde iba a lidiar con mis fantasmas. Lo que lo cambió todo fue el elenco. En todas las películas los actores cocrean a los personajes y los convierten en algo diferente. Así que en este caso es mi universo, es mi hermano, pero también son Vincent Macaigne, Nine d’Urso, Micha Lescot y Nora Hamzawi.

»Cuando se incorporaron, le dieron sentido a lo que estaba haciendo, entendieron lo que quería contar. Ellos salvaron la película. Al principio pensé que iba a ser muy extraño para ellos rodar en mi casa, pero se apropiaron de ella, jugaron con el espacio y el proceso resultó ser mucho más sencillo de lo que había imaginado.

P. Es la segunda ocasión en la que Macaigne interpreta a su alter ego. ¿Le dio instrucciones diferentes a las de Irma Vep?

R. No mantengo ese tipo de conversaciones con él. A Vincent no lo diriges. Le encanta probar cosas, hasta las más absurdas, y en algún momento da con lo que estaba buscando. Normalmente coincido con él en sus hallazgos. Cuando filmamos la serie encontró la manera de imitarme, de servirse de mi lenguaje corporal y de mi manera de hablar. Así que siento que su personaje es una continuación del de Irma Vep, pero una invención completamente suya.

Muerte y destrucción

P. ¿Se obsesionó con la higiene y los tutoriales de YouTube durante el confinamiento?

R. Sí, pero no de manera paranoica. Vincent lo exageró un poco, pero en último término, estuve muy asustado. Era horrible lo que estaba pasando en el mundo. La palabra pandemia simplifica las cosas, pero fue un periodo en el que el virus se movía de un país a otro, cientos de miles de personas morían, el pico de contagios bajaba para subir después...

»La presencia de la muerte y la destrucción era muy real y tangible. Por suerte, yo disponía de este escondite en el campo. Es difícil decir que lo disfruté. No creo que puedas gozar de las cosas cuando estás rodeado de desastres. Puedes estar a salvo en tu pequeña isla de privilegio, pero no feliz.

Nine D’Urso y Vincent Macaigne conversan en el filme

Nine D’Urso y Vincent Macaigne conversan en el filme

P. ¿Todavía conserva algunas de las esperanzas que le despertó la pandemia?

R. El confinamiento podía haber sido un periodo menos negativo si nos hubiera permitido reinventarnos. Soy un niño de los setenta, así que en cierto modo creo en la utopía. Pienso que las cosas se pueden arreglar, que puede haber un cambio de valores y quizás el encierro podía haberlo desencadenado. Finalmente eso no ha sucedido, pero creo que en el fondo todos hemos cambiado.

»Ha cristalizado la noción de que el trabajo no es lo más importante. También se ha acelerado la revolución digital, con lo que mucha gente puede trabajar desde casa: no hace falta que se desplacen al centro de las ciudades. Hay un proceso de digitalización que ya estaba en marcha y ahora se ha acelerado, pero no sé si para mejor o para peor. Muchas cosas han evolucionado en una dirección que no era la que esperaba.

P. ¿Para iniciar el proceso de reinvención se ha de mirar al pasado?

R. Eso es. Utilicé el confinamiento como contexto y como elemento de comedia, pero también planteo la puesta en contacto con la niñez y el paso del tiempo. En mi caso fue un proceso muy obvio y profundo, porque el confinamiento me devolvió a los paisajes de mi infancia, donde no había pasado tanto tiempo desde la adolescencia. Así que terminó siendo un intento de reconstrucción de mi relación conmigo mismo y con el adulto en el que me he convertido con los años.

P. ¿Dudó en algún momento sobre la idoneidad de la localización?

R. Me resulta difícil hablar de esta película, porque tengo una relación única con el espacio. Es mi casa familiar. Pertenece a mi padre, a mi hermano y a mí. Nunca la hemos tocado, tiene el mismo aspecto desde hace años. Mis padres estaban separados y había una habitación donde mi madre se quedaba cuando venía a pasar algún fin de semana.

»El atrezo son mis cosas. Cuando abres un cajón, los cuchillos y tenedores son los que usaba cuando era un crío. De forma que la película tiene una textura diferente porque de repente ejerce una fuerza de tracción que me arrastra a mis orígenes, a la historia de mi vida. Me hace viajar atrás en el tiempo, me lleva a reconectar.