'Queer': un melancólico festín visual con una valiente interpretación de Daniel Craig

Ese sentimiento es el que vertebra una película absolutamente fascinante, en la que el autor italiano construye un universo artificial (recreó todo un barrio de Ciudad de México en los estudios Cinecittà de Roma) en el que dar rienda suelta a todo su talento estético, recurriendo sin miramientos al exceso.

La escena en la que el William Lee deambula a cámara lenta por esa imaginaria ciudad de Guadagnino al ritmo de Come as You Are de Nirvana, los sensuales y agónicos encuentros sexuales entre Lee y Allerton, el primer plano de Lee alumbrado por neones después de inyectarse heroína mientras suena Leave Me Alone de New Order, el viaje de ayahuasca que borra los límites corpóreos de los protagonistas, esa alucinación cósmica final, oscura y abstracta, que nos retrotrae a 2001: una odisea en el espacio (Stanley Kubrick, 1968)… Queer es un auténtico festín visual.

Además, el filme del italino consigue trasladar al espectador esa incómoda sensación de derrota y vacío existencial que asola al William Lee de Daniel Craig, un adicto ridículamente enamorado de un jovencito por el que está dispuesto a cualquier cosa, entre ellas, la humillación.

Queer es un filme intenso, de esos que se quedan vibrando en la retina, gracias también al valiente y entregado Craig, que sin miedo al ridículo abandona la hipermasculinidad de James Bond para entregar un personaje salvajemente herido.