Luis de Pablo, 79 años a contratiempo
El Círculo de Bellas Artes de Madrid presenta esta tarde 'A contratiempo', un documental sobre la vida del compositor bilbaíno
21 mayo, 2009 02:00Detrás de todo gran artista no puede faltar un documental que se precie. Ésa ha sido, desde su fundación, la piedra angular de la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, que preside Soledad López Fernández, y cuyo último breviario audiovisual, A contratiempo, está dedicado a la memoria viva de Luis de Pablo. El documental, rodado a lo largo de 2007 en colaboración con José Luis Téllez, Manuel Añón, Fabián Panisello y Juan Barja, repasa la condición de imprescindible del compositor bilbaíno en el marco de la música contemporánea de la segunda mitad del silgo XX. Una epopeya cultural que incluye bandas sonoras de cine (como habitual de las filmografías de Carlos Saura y Víctor Erice) y algunas óperas, que han servido, además de para el deleite de sus incondicionales, a la divulgación del castellano musical, tal y como confirmó el premio Tomás Luis de Victoria que le fue concedido este mismo año. “Se trata de un homenaje modesto -apunta César Renduelas, director de este copyleft-, un retrato intelectual íntimo, de apenas 35 minutos, que no se podría haber planteado de otro modo, pues de haber intentado abarcarlo todo habríamos requerido de una superproducción”.
Las primeras imágenes de A contratiempo, que se volverá a proyectar este jueves en el Cine Estudio del CBA, muestran a un Luis de Pablo ensimismado en la artesanía matinal de su estudio. Como si de un Robert Walser de la tonalidad se tratara, traduce en una minúscula y pautada moleskine los ecos, que en medio del silencio, resuenan en su cabeza. “Me guío -dice De Pablo- por mi audición interna. Apenas utilizo el piano para componer”. Autodidacta desde que, siendo un niño, sometiera al gramófono familiar a todo tipo de experimentos -tales como “rellenar los surcos de los vinilos con migas de pan”- tuvo que dedicarse a otras servidumbres para mantener viva la llama de su vocación en el seno del, a veces sugestivo y a menudo lacerante, franquismo del momento. Antes de fundar Tiempo y Música o instaurar el primer laboratorio de música electroacústica de España, se licenció en Derecho, trabajó para un gabinete jurídico, fue empleado de Iberia y, en los claros de su agenda, se alternó también como profesor a domicilio. “Siempre activo, pero con la certeza de que mi futuro estaba fuera de España. Llegué a pensar, incluso, que el desarraigo podría ser eterno”. Antes del menudeo con las vanguardias alemanas de Darmstadt que consolidarían su estilo, su experiencia en diferentes universidades de EEUU fue definitoria, en tanto que le abrieron las puertas a una nueva sensibilidad musical. “Mi segundo y último LSD -bromea De Pablo durante la película- lo probé allí”.
Una veintena de premios después de aquellos pasos iniciáticos, el compositor, de 79 años y ni un achaque, aseguró durante la presentación de la película documental seguir sintiendo una enorme responsabilidad en cada nuevo proyecto. “No tengo ninguna prisa por marcharme. Pero si mañana me cayera una teja, al menos queda A contratiempo”. Y agradeció el gesto a Juan Miguel Hernández León, director del CBA, por liderar una iniciativa que, “como sujeto paciente, no puedo más que decir que se ajusta fielmente a la idea que tengo de mí mismo”.