Escenarios

Cordura lírica

3 julio, 2009 02:00

El Festival de Salzburgo ha escogido nuevo director para suceder a Jörgen Flimm a partir de 2010. La terna incluía a Pierre Audi, director de la ópera de ámsterdam, y a Stéphane Lissner, de La Scala de Milán, menos audaces escénicamente que Flimm. Ambos fueron descartados por un nombre conservador: Alexander Pereira. él ha conseguido que la ópera de Zúrich funcione como un reloj suizo en excelencia artística y financiera. Los más grandes cantantes, escenógrafos o directores escénicos y mu- sicales -de todas las tendencias- trabajan habitualmente en él, su programación resulta envidiable en número y variedad de títulos y económicamente es todo un éxito. Salzburgo se ha percatado, tras Mortier, Ruzicka y Flimm, de que no es cuestión de más experimentos escénicos, sino de dar al público lo que éste quiere sobre un escenario: emociones, ante todo. La presidenta del consejo gestor del festival lo dejó claro: "En un tiempo de dificultades económicas es un factor de estabilidad, un garante para una travesía tranquila en tiempos turbulentos". También lo tuvo claro el consejo de administración de la New York City Opera ante la retirada de patrocinios que les suponía el proyecto Mortier. Otros no han sido tan clarividentes. Así, la propia ópera de Zúrich, que ya padece una merma en las aportaciones económicas tras el nombramiento de Andreas Homoki como sucesor de Pereira.
El público está harto y empieza a rebelarse, protestando enérgicamente, más allá incluso de las puestas en escena. Que se lo pregunten a Barenboim, sonoramente abucheado en su reciente Aida de La Scala, pagando los platos rotos por él y por Lissner. Se da así otro paso importante: ni asistir ni patrocinar espectáculos irritantes. Ya era hora.