Diez óperas imprescindibles de la nueva temporada: de un jovencísimo Mozart a la bisnieta de Wagner
'Mitridate, re di Ponto', del genio salzburgués, y la nueva versión de 'Lohengrin' con dirección escénica de Katharina Wagner, entre los hitos del nuevo curso lírico.
Lady Macbeth de Mtsensk
Shostakóvich. Liceu. 25 de septiembre.
El músico se las tuvo tiesas con las autoridades de su país a raíz del estreno en el Teatro Maly de Leningrado el 22 de enero de 1934. Dos años más tarde aparecía en el diario Pravda un artículo que hablaba de “caos en vez de música”. Aunque, curiosamente, la obra había sido bien acogida por el público, la ópera desapareció enseguida de las escenas soviéticas. Regresó el 8 de enero de 1963, en una nueva y suavizada versión, con el título de Katerina Izmailova.
No eran los ritmos o las armonías los que estaban en entredicho, sino su significación dramática en relación con una historia de amor, adulterio y muerte. Hay en la obra sarcasmo, de corte a veces grotesco y de una impetuosidad rítmica fuera de serie. Munición suficiente para lograr un agresivo retrato de las pasiones y miserias humanas.
Esta magnífica partitura tendrá de seguro en el Liceu una interesante recreación de la mano musical del eficaz y severo Josep Pons y del siempre sorprendente regista Alex Ollé, que traslada los problemas y tesis de la ópera a nuestro tiempo.
Hay nombres muy de recibo en el reparto. La parte protagonista es compartida por dos poderosas e intensas sopranos: Sara Jakubiak (recordamos su magnífica Arabella de Madrid hace unos meses) y Ángeles Blancas (a quien le va como un guante el cometido).
Lohengrin
Wagner. Liceu. 17 de marzo.
He aquí una ópera bañada en un ambiente ultrarromántico, terminada en 1847 y estrenada, tras el rechazo de la Ópera de Dresde, dadas las actividades revolucionarias del autor en 1848, por Liszt en Weimar el 28 de agosto de 1850.
No cabe duda de que en esta obra hay todavía mucho Weber. Se va un poco más allá de Tannhäuser y se preconiza la melodía infinita, el recitado cantado dramático del Anillo. La armonía tiene un efecto casi tímbrico mostrado en las relaciones tonales, que crean, como dice Dahlhaus, combinaciones musicales de reposo y agitación. No es nada fácil plasmar todo ello, pero en el foso trabajará el paciente, tranquilo y honesto músico que es Josep Pons.
Lo escénico, en una nueva producción, estará nada menos que a cargo de Katharina Wagner, bisnieta del compositor, que seguro preparará alguna sorpresa. No la debe haber en el rendimiento de las voces: Klaus Florian Vogt (seguramente en el papel que mejor le va), Elisabeth Teige, Ingrid Theorin, Olafur Sigurdarson, Günther Groissböc… Un evento que se une, dentro de la misma temporada liceística, al estreno, en versión semiescenificada, de la esperada ópera del director y compositor Antoni Ros Marbà Benjamin a Portbou. Un auténtico acontecimiento.
Mitridate, re di Ponto
Mozart. Teatro Real. 23 de marzo.
Es increíble que esta ópera sea fruto de la inspiración de un mozalbete de 14 años, los que tenía Mozart cuando la estrenó en Milán. El rígido y altisonante libreto de Vittorio Amedeo Cigna-Santi desarrolla una convencional intriga palaciega y es desgranado en la partitura con arreglo a las normas habituales del género, con abundante empleo del da capo. Pese a todo, la belleza de muchas de las 21 arias, la profundidad de ciertos recitativos acompañados, algunos hallazgos formales, la límpida línea vocal dotaban de interés a esta curiosa historia de intrigas amorosas y políticas.
Al fondo late el impetuoso sabor, la frondosidad y la turbulencia de la tragedia ideada por Racine. Siete personajes deambulan por la tremebunda acción. El creador, el tenor D’Ettore, debía de ser un magnífico cantante capaz de ascender sin pestañear a las alturas del Do y para hacer auténticos malabarismos en la llamada técnica del canto di sbalzo. Para estas representaciones madrileñas la parte se la disputan los tenores Juan Francisco Gatell y Siyabonga Maqungo. Quizá en exceso ligeros para la parte.
Muy buenos nombres cantan los demás personajes: Sara Blanch, Ruth Iniesta, Vanesa Goicoechea, Tim Mead, Franco Fagioli, Preti Yende, Sabina Puértolas… Todos al mando del tan bragado en este tipo de óperas Ivor Bolton.
Don Juan no existe
Helena Cánovas. Teatro Real (Teatros del Canal). 6 de mayo.
Hay que dar la bienvenida a este nuevo fruto salido en este caso del magín de la joven compositora catalana Helena Cánovas. La obra, ganadora del Premio Carmen Mateo Young, trata un tema desarrollado en dos épocas distintas: principios del XX y estos años del XXI. Cuenta cómo la partitura comenzada por una condesa sobre Don Juan (tras contemplar el de Mozart) queda inacabada. En nuestros días una nueva creadora intenta completarla. También sin éxito.
Sobre esta base argumental, “quiere rendirse homenaje a todas aquellas mujeres que han sido borradas de la historia por el simple hecho de haber nacido mujeres”. Hay interés por comprobar lo que a partir de este argumento ha logrado la joven compositora.
Veremos una coproducción de Peralada, Liceo y Maestranza participada por el Real y el Canal. La imaginativa Bárbara Lluch llevará las riendas de la fantasiosa acción, que será dirigida en lo musical (a solistas de la Orquesta del Real) por la joven venezolana Jhoanna Sierralta.
Manon
Massenet. Palau de les Arts. 3 de octubre.
Siempre es grata una nueva escucha y visión de esta ópera, creada por Marie Heilbronn la noche del 19 de enero de 1884 en la Ópera Cómica de París. Obra delicada, irregular, a veces superficial, pero hábilmente construida en torno a una cortesana apasionada y veleidosa.
Massenet le supo insuflar vida indiscutible a través de una pintura a veces blanda, ligeramente cursi, envuelta en ese típico olor a lavanda, que decía un estudioso malintencionado, pero envuelta en una sabiduría musical de excepción.
Las voces tienen amplio cauce para el lucimiento. Y lo demostrará sin duda Lisette Oropesa, que posee un instrumento verdaderamente idóneo: el de una lírico-ligera, un poco más lo primero que lo segundo, satinado, bien emitido, extenso y bien modulado. Cantará de seguro un Cours de la reine de excepción.
Se cuenta con una puesta en escena firmada por Vincent Huguet proveniente de la Ópera Nacional de París. En el foso, el titular del Teatro, James Gaffigan, un director de amplio espectro capaz de matizar y de llevar a su terreno cualquier pentagrama.
L’heure espagnole/Gianni Schicchi
Ravel/Puccini. Palau de les Arts. 25 de abril
Curioso programa doble en el que se dan cita dos obras muy diferentes escritas por compositores casi coetáneos, aunque de nacionalidad y estética muy distintas. El francés, junto al escritor Franc-Nohain, logra con L’heure espagnole una suerte de ópera bufa ligeramente inspirada por una España ensoñada. Aunque poco hay de ella en esta especie de juguete cómico. Relojes, cuernos, amantes, líos de puertas... Limpieza y transparencia de texturas, nitidez tímbrica, funcionalidad armónica.
Gianni Schicchi es la tercera ópera del Trittico de Puccini y la más acabada, concisa, fluida e inspirada. La gracia, el ritmo casi cinematográfico que el músico de Lucca supo imprimir a esta farsa, que tanto debe al Falstaff verdiano, nos capta desde el principio. Este cuento aleccionador extraído del Inferno de Dante requiere un movimiento escénico preciso, claro y ágil; y una dirección musical vitalista, transparente. Esperemos que Moshe Leiser y Patrice Caurier en lo primero y Michelle Spotti en lo segundo den en la diana.
Se han reclutado repartos de cierta garantía, con nombres de relieve: Eve-Maud Hubeaux, Iván Ayón-Rivas, Ambrogio Maestri, Marina Monzó... Es una coproducción con el Teatro de La Maestranza.
Ariadna en Naxos
Strauss. La Maestranza. 14 de diciembre.
Esta ópera, estrenada en 1912 y corregida y aumentada en 1916, es realmente insólita, curiosa y compleja. Quizá por ello anda falta de equilibrio, de unidad y plantea no pocas interrogantes en cuanto a lo que quisieron decir verdaderamente el compositor Richard Strauss y el libretista Hugo von Hofmannsthal.
La estructura es sorprendente con un prólogo –un modelo de comedia en música– y una ópera seria en estilo clásico trufada de apuntes de commedia dell’arte. Pero la música es en muchos instantes de gran inspiración, ora scherzante, ora de una cálida y luminosa melodiosidad.
La producción del Maestranza, que pondrá en pie el siempre tan diestro Joan Anton Rechi, es originaria del Theater Regensburg. Se lucirá, bajo la atenta batuta del siempre estudioso Guillermo García Calvo, un reparto bastante apañado, con el recio barítono español José Antonio López como Maestro de música. La prima donna será la competente y sólida armenia Lianna Haroutounian. La endiablada parte de Zerbinetta estará en la voz de Elena Sancho Pereg.
Don Pasquale
Donizetti. ABAO. 19 de octubre.
Siempre alegra reencontrarse con esta farsa donizettiana. Marca una síntesis, un sincretismo, entre las tradiciones cómicas napolitanas y las emociones surgidas en el teatro del XIX. Lo aéreo, lo liviano incluso, combinado con los planteamientos más dramáticos de la era romántica.
En palabras de Rodolfo Celletti, esta ópera “es la eficacia con la cual el lirismo y la melancolía se contraponen a la sonrisa maliciosa o incluso a la sincera carcajada”. Ópera que necesita de un aliento especial alejado de la caricatura.
En esta nueva coproducción entre ABAO Bilbao Opera y Okapi Producciones se ha entregado la batuta escénica a Emiliano Suárez, director de esa curiosa iniciativa que es el madrileño Garaje Lola y que sitúa la acción en una moderna pizzería.
Hay voces bien puestas: Simón Orfila, María José Moreno, Francesco de Muro, Damián del Castillo en el primer reparto. Sesto Quatrini, director del Teatro Nacional de Lituania empuñará la batuta.
Marina
Arrieta. Teatro de la Zarzuela. 9 de octubre.
Estamos ante uno de los títulos más populares del repertorio lírico español. Desde su estreno como zarzuela en 1855 fue programada constantemente. Emilio Arrieta la convirtió más tarde en ópera a petición del tenor Enrico Tamberlick. De tal guisa se estrenó en el Teatro Real el 16 de marzo de 1871.
Arias, diversos conjuntos, concertati, strette, coros marchosos y muy masculinos, danzas diversas plenas de animación y excitante pátina rítmica se dan la mano en esta obra, tópica como la mayoría de las nacidas en esa época de furioso romanticismo de corte italiano, pero grata y disfrutable.
En esta ocasión, en un escenario que ha visto decenas de veces representada la obra, se cuenta con una nueva producción, la firmada por la cada vez más solicitada y creativa y ya mencionada Bárbara Lluch. Y con unos repartos que convocan a algunas de las mejores voces españolas del momento: las sopranos Sabina Puértolas, cuyas virtudes hemos loado en estas páginas con frecuencia, Marina Monzó, Ismael Jordi, Celso Albelo, Juan Jesús Rodríguez, Rubén Amoretti, Javier Castañeda… No vemos del todo como Roque al italiano Pietro Spagnoli. El actual titular musical del teatro, el sobrio y rotundo José Miguel Pérez Sierra, llevará la animada batuta.
Arabella
Strauss. Teatro Campoamor. 17 de noviembre
Esta ópera vienesa, estrenada en Dresde en 1933, posee una fragancia muy especial y aparece organizada con un lenguaje vocal y orquestal muy minucioso, en el que se dan cita tanto la dulce cantilena como el parlato, el recitativo y el arioso, que circulan sobre un tejido instrumental exquisito. La técnica compositiva de la que Strauss se sirve para poner en música el argumento, decididamente ligero, aun con los pliegues dramáticos del tercer acto, no se diferencia gran cosa de óperas anteriores suyas.
En esta producción del Theater und Phliharmonie Essen, con la firma escénica de Guy Joosten, el papel de la joven casadera será cantado por la soprano lírica Maite Alberola, una voz bien emitida de áureos reflejos. A su lado estarán la Zdenka de la gentil María Hinojosa, el Mandryka de Egils Silins, pastoso y agreste, y la Fiakermilli de Sonia de Munk, ligera y volátil.
El veterano y resuelto Corrado Rovaris empuñará el bastón de mando. Un acontecimiento que quedará impreso en la sensibilidad de un público que en el mismo curso podrá degustar, junto a la oferta operística, una breve y ya tradicional temporadita de zarzuela.