Image: Exploradores chiflados  y otros animales

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Escenarios

Exploradores chiflados y otros animales

17 julio, 2009 02:00

De izda. a dcha., Rubén Hernández, Susana Cortés, César Maroto y Juanfra Dorado.

Zoo, lo último de Yllana, es un espectáculo para que rían niños y adultos. Una aventura de mucho mamporro, protagonizada por cuatro intrépidos actores. Se representa durante todo el verano en la sala Alfil.

Zoo es el decimosexto espectáculo de Yllana y con el que el grupo continúa en la senda de ofrecer teatro de humor sin palabras para un público familiar. Programado en horario de tarde, las 20.00 horas, es una buena opción para adultos y chavales mayores de ocho años que sufran el caluroso estío madrileño.

En esta ocasión, el grupo se ha inspirado en los paraísos selváticos, en la jungla, para trazar una aventura con mucho mamporro. Y es que no falla: los golpes y puñetazos que padecen los demás siguen siendo un arma esencial cuando se trata de hacer reír. La selva, por otro lado, permite la aparición de una amplia gama de animales, lo que como ya estimó Esopo, facilita el camuflage de los vicios humanos, aunque no sea precisamente éste un espectáculo con ambición de indagar ese flanco.

Cuatro exploradores aterrizan en una isla desconocida y poblada de peligrosos bichos. La aparición de los actores, brincando por el patio de butacas y tras la proyección de una breve película con los títulos de crédito del espectáculo, sitúan inmediatamente al público en el ambiente de la obra y marca el tono hilarante y participativo del montaje.

Fundamental en la suerte del espectáculo es la vis cómica de los actores, quienes hacen una caricatura de su personaje. Juanfra Dorado es el líder del grupo, especie de Indiana Jones que ha incorporado tics ingeniosos (como el que se refiere a su atributos masculinos), César Maroto juega a ser el metepatas de la expedición, Rubén Hernández es el científico despistado y Susana Cortés, la chica del grupo, enérgica y graciosa.

Tres polluelos geniales
Zoo no sigue una narración dramática, aunque parece que lo pretende en su comienzo. No importa. Visto en su conjunto es una sucesión de escenas, unas más chispeantes que otras, entre las que destaca sin duda la de los polluelos que acaban de romper el cascarón y quieren aprender a volar. Es el gag más dramático y más elaborado, mezcla de teatro gestual y de títeres, con un humor irónico y despiadado. Hay otras buenas escenas, como la "berrea" que protagonizan tres venados, o la de los gorilas, aparejada a la música de Richard Strauss que Kubrik hizo famosa y que ya parece haberse hecho inevitable en toda escena en la que aparezcan simios. Cercano el final, se requiere la participación de los espectadores, quienes, entregados, no tienen el menor reparo por subir al escenario.

Dirección colectiva
La dirección de la obra es de Yllana, que integran Juan Francisco Ramos, los hermanos Marcos y David Ottone, Joseph O’Curneen y Fidel Fernández. Lo de firmar colectivamente las obras es tradición en esta compañía desde hace 17 años, cuando el grupo se fundó en Madrid. Hoy, más que una compañía, Yllana es una marca, una factoría teatral especializada en espectáculos de humor y clown de pequeño formato, en la línea de grupos como Tricicle, y que también trabaja en televisión y en la organización de eventos. Su fórmula teatral le ha dado buenos resultados. El teatro Alfil, su cuartel de operaciones en Madrid, ha conseguido atraer a un público joven y fiel, que busca pasar un buen rato con espectáculos de humor actual y sin concesiones. La compañía ha producido obras memorables, entre ellas 666, que repone periódicamente en esta sala y que a pesar de los diez años que han transcurrido desde su estreno, sigue tan fresca y brutal como entonces. Ahora... ésa solo es para adultos.