Image: El Bolshoi llega por vez primera  a Madrid con Espartaco de Grigorovich

Image: El Bolshoi llega por vez primera a Madrid con Espartaco de Grigorovich

Escenarios

El Bolshoi llega por vez primera a Madrid con Espartaco de Grigorovich

El montaje tiene más de cuarenta años y es icono de la grandeza del teatro moscovita

3 septiembre, 2009 02:00

Iván Vassiliev como Espartaco. Foto: Yelena Fetisova

Alberto Ojeda
El Ballet del Bolshói (en bloque) llega por primera vez a Madrid. Es un acontecimiento de enorme calado, claro: estamos hablando del emblema más sobresaliente de la cultura rusa. Pero además este desembarco incorpora algunos detalles que resaltan su relevancia. El primero y principal es que el espectáculo escogido para esta visita es Espartaco, la tarjeta de presentación de la institución moscovita y considerada por muchos expertos como el mejor montaje dentro su repertorio.

Su estreno data de 1968 y su artífice, en la parcela coreográfica, Yuri Grigorovich, anda estos día por Madrid. La vetusta presencia de un hombre que ha estado más de tres décadas (hasta 1995) al frente del legendario ballet es otro de los alicientes que han propiciado tanta expectación (la entradas para las seis funciones en el Teatro Real, entre los días 5 y 10 de este mes, están prácticamente agotadas).

Aunque este dato temporal, ya de por sí bastante significativo, no es suficiente para calibrar su verdadera importancia. Hay que añadir otro: la mitad del repertorio que el Bolshói luce en su propia sede y en sus giras mundiales pertenece a su cosecha. Pero es Espartaco la producción que más interés despierta en el público ruso, que abarrota el teatro cada vez que se repone. En palabras de su creador: "Un ballet muy complicado técnica, emocional y físicamente".

Grigorovich hizo tabla rasa de las dos producciones anteriores que hasta el momento se habían hecho, de Jacobson y Moiseev. El coreógrafo ruso se reunió con Jachaturián, el compositor de la música, y prepararon un nuevo libreto. "Fue un placer trabajar con él, nos compenetramos a la perfección. Su música fluye con naturalidad hacia la danza, te hace sentir la necesidad de bailar", explica.

Otro aspecto llamativo del espectáculo traído a Madrid es la juventud de los bailarines, tanto las primeras figuras como los componentes del cuerpo de baile. Es casi una obsesión en Grigorovich que sea gente joven la que esté sobre escenario: "Era lo que quería: mostrar a una nueva generación". Tras su vuelta al Bolshói, del que estuvo apartado más de una década, ha llevado a cabo una labor de búsqueda de nuevos talentos para enriquecer la inagotable cantera del teatro.

Y vaya si lo ha conseguido: los tres protagonistas que interpretan el papel de Espartaco (son seis funciones representadas por tres repartos diferentes, porque es imposible que un bailarín actúe seis noches seguidas), tienen menos de 25 años. De la terna destaca Ivan Vassiliev, considerado ya uno de los Espartacos más sólidos en la longeva historia de este montaje. "Es un bailarín muy interesante, un gran profesional, que ya desde que lo vi en un concurso de danza en Bulgaria me llamó muchísimo la atención"", advierte el coreógrafo.

Así pues, con todos estos ingredientes, el Teatro Real arranca por todo lo alto una temporada en la que la danza tendrá un papel crucial dentro de su programación. No en balde, son varias las citas que los amantes de esta disciplina artística podrán gozar a lo largo del año en el coliseo capitalino. La próxima, el sábado 12, tiene a Julio Bocca como protagonista, al que se le ha dado carta blanca para organizar una gala de estrellas en la que participarán Nina Ananiashvili, Cecilia Figaredo, Eleonora Cassano, José Carreño, Manuel Legris, Patrick De Bana y el español Igor Yebra. Y otra incorporación de última hora: ni más ni menos que Tamara Rojo.

En los próximos meses, además, estarán presentes María Pagés con Carlos Acosta, lo nuevo de Nacho Duato y la Nederlands Dans Theater, con su espectáculo conmemorativo de su 50º aniversario.