Image: Gregorio Marañón: No he conocido un fichaje más llevadero que el de Mortier

Image: Gregorio Marañón: "No he conocido un fichaje más llevadero que el de Mortier"

Escenarios

Gregorio Marañón: "No he conocido un fichaje más llevadero que el de Mortier"

Pocos días después de la incorporación de Mortier al Real el presidente del Patronato de su Fundación, máximo responsable del fichaje, deconstruye los mitos sobre el director belga y toma el pulso a la institución

21 enero, 2010 01:00

Gregorio Marañón. Foto: Javier del Real

Benjamín G. Rosado
En boca de Gregorio Marañón, Gérard Mortier -con quien comparte no sólo las iniciales, también una visión particularmente exquisita de la ópera- adquiere el tono muscular de un futbolista de élite constreñido en Madrid para batir algunas marcas líricas y situar al club en la constelación de las ligas europeas. La historia suscita múltiples paralelismos, no todos a ras de césped.

Así ocurrió en la ópera de París, donde, en una arriesgada conjugación de provocación y buen gusto, el belga se ganó en ocho años el respeto del público y la confianza de los patrocinadores. Cierto es que algunos franceses siguen lamiéndose las heridas causadas por un gestor que no disimula sus fobias puccinianas y que, por momentos, gasta el carácter de un dios descendido del olimpo de Bayreuth y Salzburgo, un tiburón lírico con cara de pocos amigos.

Pero la realidad habla por sí sola, sin necesidad de verter más adjetivos sobre una figura ya de por sí sobremitificada. Lo cierto es que Mortier se fue de París dejando tras de sí el doble de mecenazgo que cuando llegó y unos ahorros millonarios con los que se frotan las manos sus sucesores. El amortierzante fichaje ya está en Madrid, se mueve en Metro y -nos cuentan desde la institución- y se encierra hasta la medianoche en su despacho con vistas a la Plaza de Oriente. Hasta el próximo mes de septiembre, pasado y futuro de la ópera española separados por tres puertas.

PREGUNTA.- Usted es el máximo responsable de la venida de Mortier a Madrid. Además de la caducidad de los contratos, ¿qué lo animó a promulgar y consolidar un cambio tan radical en el modelo de gestión artística del teatro?
RESPUESTA.- Es una decisión que se tomó por unanimidad de la Comisión Ejecutiva. A todos nos pareció que había llegado el momento del cambio. La clave de la medida radicaba en ser capaces de transmitir la visión de normalidad de un proyecto que no se rompe con Mortier, sino que continúa. Ocurrió además que, en el momento en el que nos lo planteamos, teníamos la posibilidad de contar con algunas de las figuras más importantes de la ópera europea. Una de ellas era el señor Mortier, que encajaba perfectamente en la vocación de excelencia de nuestro proyecto.

P.- Si esa renovación no es más que la evolución natural y normalizada del proyecto del teatro, ¿por qué los directores salientes han manifestado su malestar con el código de buenas prácticas empleado durante las negociaciones?
R.- Habría que preguntárselo a ellos. A mí no me parece que pueda sentirse maltratado nadie que ha visto cumplido, por primera vez en el Teatro Real, su contrato, es decir, sin relevos anticipados. Lo importante es que tanto el director artístico como el director musical tuvieron todos los apoyos para llevar a cabo su proyecto adelante. Se ha anunciado la decisión cuando estaba contractualmente establecido. Los dos son excelentes profesionales y, por lo tanto, tendrán muchas otras oportunidades de reconducir su carrera.

No quisiera pensar que el nivel de incomodidad del que se habla pueda estar justificado por el hecho en sí de no continuar como titulares. Porque todos sabemos que cuando se asume un mandato temporal tenemos que estar dispuestos también a dejar el puesto con el mismo espíritu festivo con el que lo tomamos.

P.- Se ha hablado de un fichaje exprés...
R.- No hubo carambola, se lo aseguro. Le puedo decir que las negociaciones con el señor Mortier duraron meses y que estaban previstas con mucho tiempo de antelación. Lo que hubo es discreción por ambas partes. En un ámbito como el mío, en el que hay tantas filtraciones de información, estoy muy contento de que hasta ese momento no se supiera.

P.- A pesar de lo desorbitado del fichaje, en torno a los 280.000 euros por temporada, desde la institución se ha insistido en subrayar el carácter rentable de Mortier. ¿En qué términos se explica dicha rentabilidad?

R.- La cuestión es si queremos contar o no con un director internacional del prestigio y la talla de Mortier, porque eso hay que pagarlo. Y le aseguro que lo que le pagamos está muy dentro de la órbita. Sin olvidar que Mortier va a pagar sus impuestos en España. Y que, en un momento en el que se ha aumentado nuestro mecenazgo en un 12 por ciento, podría atraer nuevas formas de participación civil, para no quedarnos circunscritos a las aportaciones españolas.

Pero he de decir que, si bien la decisión que trajo a Mortier al Real no era principalmente económica, sino que se valoró su inmenso talento, sucede que su incorporación va a suponer un ahorro muy considerable, en torno a los 400.000 ó 500.000 euros anuales. Y quiero añadir algo más: Mortier va a ejercer sus funciones de director durante 12 meses al año. El maestro López Cobos, por el que siento el mayor respeto, está cinco meses al año en España.

P.- Se ha dicho que Mortier empezará a cobrar antes que sus predecesores en el cargo...
R.- Lo que hacen los demás no puede ni debe convertirse en práctica universal. Mortier ha estado trabajando todo 2009 completamente gratis. Es cierto que durante estos meses se van a solapar los sueldos. Pero es el coste inevitable de hacer las cosas bien y sin brusquedades.

Campo de juego
P.- ¿Qué decir de los ingresos de sus ayudantes?
R.- Sus dos ayudantes no sobrepasarán los 60.000 euros anuales, un sueldo razonable para posiciones directivas en una casa de ópera de prestigio.

P.- A efectos prácticos, ¿qué supone la entrada del Real en la liga europea de los grandes templos operísticos?
R.- ¿Es Europa una aspiración para España o su lugar natural de juego? Porque desde el Teatro Real pensamos que Europa nos pertenece, que pertenecemos natural y culturalmente a este ámbito. A eso podemos añadir que tenemos también interés en tener un pie en Latinoamérica, con la misma pregunta en el aire. Después de 12 años, el Teatro Real empieza a tener producciones propias. No sólo pretendemos alquilarlas a otros grandes teatros europeos, sino tener presencia, a través de nuestra orquesta y equipo, en las grandes salas. Con Mortier ya se han confirmado dos giras de la Sinfónica de Madrid en el Châtelet parisino y en Viena.

P.- ¿Y cuáles serán las exigencias del belga?
R.- ¿Exigencias? De verdad que no he conocido un fichaje más fácil y llevadero. Los maledicientes, que no han faltado a su cita, dicen que vino porque no le quedaba otra opción. Eso es muy fácil de decir y algo más complicado de demostrar. A mí me consta que, ya estando en Madrid, ha tenido una oferta de primerísima fila que desechó a favor de nuestro proyecto. Creo que lo que le ha motivado a venir a Madrid es Madrid, el teatro y la cultura española.

P.- ¿No pretende Mortier levantar un coro propio, como requisito para algunas de sus propuestas operísticas de futuras temporadas?
R.- El modelo va a ser el que teníamos. Es decir, un cuerpo estable, pero contratado. El coro no estará en la plantilla del Teatro Real.

P.- Se ha insinuado que, cuando Mortier tome posesión de sus cargos en septiembre, podrían rodar algunas cabezas. Sobre todo, del ámbito de la producción.
R.- Para nada. Me consta que Mortier ha entrado con muy bien pie en la plantilla. Y, de momento, no vamos a prescindir de nadie.

P.- ¿Y hasta qué punto una dirección musical rotatorio pondría en peligro la calidad de la Sinfónica de Madrid?
R.- Tenemos una orquesta de enorme prestigio, y eso se demuestra cuando la dirigen otros directores que no son los titulares. La Sinfónica de Madrid suena bien en las mejores manos. Sería un drama que tuviéramos una orquesta que solo pudiera tocar con un director. Lo importante, por tanto, es valerse de las mejores batutas.

P.- ¿Nos puede adelantar algo sobre los candidatos que se barajan?
R.- Hasta el mes de marzo, que es cuando Mortier presentará la programación, no se sabrá nada. Sólo decirle que las quinielas que se están haciendo al respecto no son más que un juego que nada tiene que ver con la ciencia exacta.

P.- ¿Se dará prioridad a batutas españolas?
R.- Como fundación pública que somos, como parte del Ministerio de Cultura, tenemos que responder a un proyecto cultural español. Pero nos equivocaríamos si hiciéramos de lo español la clave del proyecto. Porque lo que tenemos que conseguir es que lo español sea internacional. A Madrid viene en octubre la Orquesta de La Scala. A mí lo que me hace ilusión es que la Sinfónica de Madrid pueda ir también a Berlín, Viena o París.

P.- Esta nueva etapa se consolidará, entre otras cosas, con la creación de un Consejo Asesor.
R.- Efectivamente. Es una iniciativa que se planteó en 2007, pero que tuve que paralizar en tanto que Antonio Moral y Jesús López Cobos lo consideraron incompatible con el ejercicio de sus funciones. Nunca entendí aquel posicionamiento tan radical. Pero decidimos no inferir. Mortier entiende que el poder instaurar un Consejo Asesor con gente del ámbito cultural puede ser muy enriquecedor. Espero que podamos constituirlo a lo largo de este año.

P.- Tengo entendido que Mortier también acudirá a las reuniones de la Comisión Ejecutiva. Será el primer director artístico que lo haga.
R.- En efecto, Miguel Muñiz ha planteado su deseo de invitarlo. Ocurre además que Mortier ha manifestado su interés por participar en estas reuniones. Es una manera inteligente de que la totalidad de ámbitos del proyecto estén relacionados. Y de que le coja el pulso al proyecto. Para que no haya compartimentos estancos.
P.- ¿Cómo se explica la aparente inmunidad del Teatro Real a los efectos, en otros ámbitos devastadores, de la crisis? Se ha hablado de un colchón de, al menos, 3 millones de euros.

R.- El Teatro Real ha tenido excelente gestión económica en los último años, y hay que subrayar el mérito que en este sentido tiene la labor de Miguel Muñiz. Nos hemos ganado la buena salud a base de ejercicio todas las mañanas. Lo que nos da cierta fortaleza para afrontar tiempos difíciles. Este año se han reducido un 10 por ciento las aportaciones públicas. Aún tardaremos en salir totalmente de la crisis. Así que hay que tener paciencia y una cierta visión del medio plazo.

P.- ¿No más plataformas hidráulicas desorbitadas?
R.- Me consta que Mortier está involucradísimo para buscar soluciones inteligentes que, sin mermar la calidad de las producciones, representen una consideración especial para épocas de crisis.

P.- ¿Con la máquina de Coca-cola del último Holandés errante se avecinan nuevas formas de financiación?
R.- Reconozco que me hice la misma pregunta como espectador. ¿Habría product placement en la propuesta de Rigola? Lamento que me contestaran que no. Y digo que lo lamento porque creo que sólo se habría justificado si lo hubiera habido.

P.- ¿Cómo está funcionando la Junta de Protectores un año después?
R.- La Junta de Protectores que se creó en febrero del año pasado con 31 integrantes cuenta hoy con 52, al margen de los muchos mecenas que tenemos. Lo que demuestra el buen funcionamiento del teatro a nivel institucional. Una encuesta reciente revelaba que el Museo del Prado y el Teatro Real son las dos instituciones culturales de mayor prestigio y mejor valoradas. Tenemos al público de nuestra parte.

Programación en blanco y negro
P.- Al menos, hasta que se presente la programación...
R.- Hasta el mes de marzo no se sabrá nada. Sólo puntualizar que se le propuso a Moral una programación a dos manos y nos planteó un blanco o negro. Por eso, aunque se mantendrán algunas de las producciones contratadas por el director artístico actual, el resultado es muy Mortier. Al fin y al cabo, cuando se baje el telón, será él quien tenga que dar la cara.

P.- ¿Y cómo cree que reaccionará el público ante el posible traslado de algunas producciones a espacios ajenos al Real, como la Caja Mágica?
R.- Le diré que, si hubiera una producción que por su propia naturaleza precisara de un escenario distinto, no dejaremos de hacerla porque no quepa aquí, en la Plaza de Oriente.

P.- ¿Se mantendrá la cota del 35 por ciento de estrenos?
R.- La famosa participación del 35% ya la estábamos cumpliendo antes de que llegara Mortier. De hecho, si tuviera que escoger los cuatro mejores momentos de la historia reciente del teatro, le hablaría de estrenos del siglo XX. En el Teatro Real estamos convencidos de que la ópera no es una reliquia en el pasado, sino un fenómeno cultural de plena actualidad.

P.- Durante su presentación en noviembre, Mortier reconoció estar sorprendido por la orientación de un teatro que mira al palacio y no a la ciudad.
R.- Acompañamos a Mortier en esa aventura por conquistar nuevos públicos, desde hace tiempo. Y tenemos la suerte de contar con varias entradas en nuestro teatro. No damos la espalda a nadie.

Primeras bajas
P.- Sin embargo, algunos cantantes ya han dado la espalda a Mortier. Recientemente, Marcelo álvarez explicaba en una entrevista con El Cultural que no vendría a Madrid hasta que se fuera Mortier.
R.- Tengo el máximo respeto por este extraordinario cantante. Pero se ha excluido él mismo. Lo profesional es cantar en los teatros donde a uno le contratan si las condiciones son buenas. Si no viene, no será porque Mortier se haya pronunciado en su contra, se lo puedo asegurar. Los personalismos no merecen un segundo de nuestro tiempo.

P.- Y Flórez ¿ha confirmado?
R.- Flórez va a participar en el proyecto. Hasta ahí puedo leer.

P.- Desde el 1 de enero, Mortier se pasea por los pasillos del Teatro Real. ¿Cómo es el belga en las distancias cortas?
R.- Es una persona preguntona, que informa sobre lo que hace pero que pregunta sobre todo permanentemente. Y es un noctámbulo, tiene una capacidad de trabajo que me desborda a cualquiera.

P.- ¿Qué tal se defiende en castellano?
R.- Ya lo habla con cierta soltura, aunque sigue tomando clases. Hasta ahora, siempre conversaba con él en francés. Pero ya no quiere que le hable si no es en castellano. Bromea diciendo que tiene 25 por ciento de sangre española, por su educación jesuítica y la relación de su ciudad natal con Carlos V. Tanto es así, que ha insistido en hacer la presentación de la temporada en castellano.