Image: Gabino Diego

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Escenarios

Gabino Diego

"El éxito y el fracaso son dos impostores"

24 agosto, 2010 02:00

Gabino Diego. Foto: J. M. Lostau

La trayectoria cinematográfica de Gabino Diego es cuando menos peculiar. Ha trabajado bajo las órdenes de directores tan dispares como Santiago Segura y Fernando Fernán Gómez. "Los dos tienen un gran talento, cada uno en su estilo", advierte. Del último recuerda su "carácter complicado" y los gritos que le pegaba durante el rodaje de El viaje a ninguna parte: "Me gritaba mucho, pero creo que detrás de los gritos había cariño". Además, la crítica, a la hora de juzgar sus interpretaciones, le ha zarandeado de un extremo a otro: del escarnio al elogio. Pasó de ser "el repelente Luisito" de Las bicicletas son para el verano (Jaime Chávarri) a un "actor inigualable, tan genuino como el bigote de Groucho Marx y el bigote de Clark Gable" en Tierno verano de lujurias y azoteas (también de Chávarri). El relato de todas estas paradojas y anécdotas biográficas, propias de un antihéroe contemporáneo, combinadas con algunas invenciones de su propia cosecha, conforman el monólogo Una noche con Gabino, que viene representando desde hace ocho años y del que se despide esta temporada en el Teatro Maravillas.

Pregunta.- El texto es una especie de autobiografía que escribió usted. ¿Cómo le dio por escribir algo así tan joven?
Respuesta.- Es autobiografía y ficción a 50 por ciento. Pero bueno, escribir una autobiografía está justificado puede estar justificado hasta con 15 años. Hay gente de esa edad que tienen mucho más que contar que uno de 80. Además, uno nunca sabe cuando se va morir. Todo surgió porque un día en una conferencia empezaron a preguntarme por mi carrera y lo que yo contaba hacía mucha gracia. Para hilar esos trozos de mi vida he creado al personaje Gabino, que se mete en otros muchos berenjenales.

P.- Lo que escribió usted se lo pulió luego la directora Gina Piccirilli. ¿Cómo fue esa labor?
R.- Es muy importante que alguien te mire desde fuera y sentir que está delante de ti, vigilando. Ella fue de las pocas personas que creyó en el proyecto desde el principio y que consiguió darle forma a todo el material disperso que yo había ido acumulando de aquí y allá.

P.- En Una noche con Gabino le dan mucho juego las críticas que ha recibido a lo largo de su carrera, no siempre positivas...
R.- Yo he pasado de ser "el repelente niño Luisito al que Gabino Diego presta su inexpresiva figura" a "un actor inigualable, cuyas trazas y gestos son tan genuinos como los bigotes de Groucho Marx, los pies de Fred Astaire y las orejas de Clark Gable". En el fondo la obra reflexiona sobre el éxito y el fracaso, dos impostores como decía Kipling.

P.- ¿Qué recuerdo guarda de Fernando Fernán Gómez, con el que llegó a trabajar tres veces?
R.- La gente del cine se molesta cuando digo esto, pero es la verdad. En El viaje a ninguna parte me trataba como al zangolotino en la película, gritándome mucho. Tenía un carácter complicado. Pero bueno, yo como me había educado en un colegio de curas estaba acostumbrado a las voces, y no me ponía a llorar como algunas de las actrices más jóvenes. A mí me gustaba mucho escucharle. Era un hombre muy interesante y generoso. En sus gritos, yo creo, había también cariño.

P.- Cambia mucho la cosa de trabajar con Fernán Gómez a hacerlo con Santiago Segura, ¿no?
R.- Cada uno en su estilo tiene mucho talento. Santiago Segura tiene mucho más del que deja ver. Es una persona que tiene la carrera de Bellas Artes. El personaje que yo hago en Torrente lo sacó él de mi espectáculo, en el que hago de yonqui unos momentos. Es un personaje que está muy bien escrito.

P.- Ha trabajado con algunos de los actores más populares y reconocibles de nuestro cine: Agustín González, José Sacristán, el propio Fernán Gómez, López Vázquez, Leblanc... ¿Ante alguno de ellos llegó a pensar yo de mayor quiero ser como él?
R.- Yo me di cuenta de lo que es esta profesión con la muerte de Agustín González. Murió haciendo teatro. Y también cuando seis años después de hacer Las bicicletas son para el verano hizo un anuncio para McDonalds. En esta profesión tienes que seguir trabajando siempre. Aquí no nos podemos retirar como los actores americanos.

P.- ¿Y por qué después de ocho años con este espectáculo decide ponerle fin?
R.- Bueno, eso es lo que se dice, pero la cosa no es tan definitiva. Sí lo voy a aparcar y nunca se sabe lo que sucederá en el futuro. Es un espectáculo que me engancha porque intento hacer con él una obra perfecta, puliéndolo como a un diamante.