Image: Santiago Auserón: Los músicos hoy somos unos resistentes

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Santiago Auserón: "Los músicos hoy somos unos resistentes"

El músico zaragozano, ex líder de Radio Futura, recibe el Premio Nacional de Músicas Actuales por sus investigaciones y la poesía de sus letras

3 noviembre, 2011 01:00

Santiago Auserón. Foto: Santi Cogolludo

A Santiago Auserón (Zaragoza, 1954) la llamada de la ministra le ha pillado saliendo de la biblioteca. Es un detalle muy significativo en un músico (y estudioso de la música) tan comprometido con su oficio, alguien que no se apoltronó en el tremendo éxito de Radio Futura (muy probablemente el mejor grupo español que dieron los años 80). A principios de los 90, antes de caer en la rutina y en el merchandising, y ya mutado en Juan Perro, le dio un golpe de timón a su carrera y decidió rastrear la huella sonora de los ritmos afroamericanos en nuestra música. Bebió de Cuba la sensualidad del son y la combinó con las fórmulas del rock y del pop. Una síntesis en la que todavía sigue, concienzudo, haciendo equilibrismo para mantener una banda y una modesta productora en estos tiempos tan poco propicios al fuego lento. El premio de hoy, aparte de teñir de negro algún número rojo, le reafirma en una difícil decisión que tomó en sus años mozos: dejar la filosofía y entregarse por completo a la música.

Pregunta.- ¿Cómo le ha sentado ganar un Premio Nacional?
Respuesta.- Pues me ha pillado por sorpresa, la verdad. Mentalmente llevo muchos años preparándome para resistir a la tempestad de estos tiempos tan inciertos para los músicos y los artistas. Y para seguir asumiendo riesgos en mi carrera musical, con el propósito de llegar al mayor público posible, pero sin ceder a la simplificación y al abaratamiento de los lenguajes musicales.

P.- ¿Ve a los músicos como resistentes?
R.- Sí, sin duda. Hay que hacer un esfuerzo enorme para no despistarse en esta carrera y no seguir los cantos de sirena mediáticos. Es difícil concentrarse en lo verdaderamente importante: mantener una banda, lograr una continuidad en los conciertos, tener un sonido refinado y pulido... Me está costando muchísimo mantener el equipo con el que trabajo, pero tengo a gala no haber despedido a nadie. Pagar los salarios cada mes es más difícil, así que el premio, en este sentido también, llega muy oportuno. Es un balón de oxígeno para los números rojos de la oficina. De todas formas, la música y el arte siempre han sido centros de resistencia contra los poderes dominantes.

P.-Además, en su caso, aparte de la música, también tiene abierto el frente de la escritura...
R.- Es agobiante, siempre tengo la sensación de que no llego, de que no dedico el tiempo que debiera a las distintas facetas en que me desenvuelvo. Mi taller, se puede decir, es triangular. Primero están las letras, luego la composición musical y finalmente la interpretación. Y cuando se completa ese proceso empieza la reflexión, los libros... Para hacer realmente bien cualquiera de estas cosas una vida ni siquiera sería suficiente. Así que imagínate todas ellas. ¡Es imposible!

P.-¿Y cómo combate esa frustración permanente?
R.- La asumo. Es que a mí no me queda más remedio que trabajar así: soy así. Mi entrega no es el capricho de un diletante, sino el impulso de mi carácter, que no puedo controlar y que me lleva meterme en todo esto. Otros serán mejores compositores, o mejores intérpretes, o escribirán mejores libros... Yo lo que intento es ser decente y honesto en todo lo que hago.

P.-En su carrera hay un punto de inflexión muy marcado, cuando a principios de los 90 dejó el pop de vanguardia para rastrear la huella de los ritmos afroamericanos en nuestra música. ¿Qué marcó ese tránsito?
R.- Radio Futura fue realmente una 'escuela de calor', un periodo muy intenso. En realidad, ninguno de los integrantes teníamos previstos vernos inmersos en algo así. Luis estudiaba arquitectura; Enrique, telecomunicaciones; y yo estaba embarcado en un doctorado de filosofía. Lo que pasa es que nos unimos y a la gente le empezó a interesar lo que hacíamos. Ese respaldo nos llevó a tirar adelante, hasta llegar muy, muy lejos. En esos años agitados aprendimos un oficio, el de la música. Tuvimos que tomar una decisión crucial: o convertirnos en una empresa o hacer honor a ese oficio. En mi caso, el giro fue de 180° grados, porque pasé de una 'radio futura' a una 'radio pasada', la de las músicas de raíz, esas que estaban en la base de las que escuchábamos de pequeños. Entonces, ya como Juan Perro, dediqué todas mis energías a investigar y difundir esa música afroamericana cantada en español por negros y mulatos. Lo que quería era plantear una síntesis entre esa música y las fórmulas del rock que yo había aprendido, sumando además la tradición del verso popular en España.

P.-¿Siente haber cerrado ese círculo ya?
R.- No, porque en realidad es una espiral. Avanzas un poco y te das cuenta que debes volver atrás de nuevo, para asentar el edificio en más referencias. Y luego das otro paso adelante, y otra vez atrás... Si España hubiera tenido una tradición musical coherente, como Cuba o Brasil, tardaría menos en depurar la forma y el sustrato de las canciones.

P.-Río negro, su último disco, empezó a cocinarse en Facebook. ¿Cómo ve el futuro de la comercialización de la música, pasado este periodo de incertidumbre?
R.- Habrá que utilizar todos los canales posibles, los viejos y los nuevos. Lo fundamental es dar pasos estables y evitar la premura del negocio, porque desde que empezó la crisis sólo se le dan oportunidades a lo que da beneficios a muy corto plazo. Todo aquello que no los da es desechado como algo molesto. Esto es una tragedia cultural: hace imposible que los jóvenes creadores puedan salir adelante y que muchos veteranos tengan que claudicar.