María Hervás junto a Félix Pons durante un ensayo. Foto: Juanlu Real Duotuó

María Hervás junto a Félix Pons durante un ensayo. Foto: Juanlu Real Duotuó

Teatro

El reto más exigente de María Hervás: 24 horas haciendo la misma escena con 100 actores distintos

La actriz protagoniza en el Festival Grec de Barcelona 'The Second Woman', una obra que causó sensación en Londres.

6 julio, 2024 02:03

Entre las butacas, los espectadores fluctúan. Según el tipo de entrada de que dispongan, pueden entrar y quedarse todo el tiempo, salir y volver, o no volver. Sobre las tablas, una pareja que ha perdido todo el romanticismo y su vitalidad mantiene una conversación. El mismo diálogo se repite, una y otra vez, durante al menos un centenar de veces a lo largo de 24 horas completas. En cada una de esas veces un partenaire distinto se sube al escenario y le da la réplica a ella, María Hervás (Madrid, 1987), que, como protagonista absoluta, es la valiente actriz que da cuerpo y alma a este personaje.

Tras su paso por Yerma y Jauría, la actriz regresa así a los escenarios con The Second Woman, una obra para la que estaba predestinada. Inquieta y curiosa, desde su aclamada Ifigenia en Vallecas sigue con interés lo que se hace en otros países. “Compro muchos textos de teatro para ver si me conmueven lo suficiente como para montarlos”, cuenta a El Cultural.

Fue así como llegó a esta original propuesta, entre la performance y el teatro, que está ideada por las artistas australianas Anna Breckon y Nat Randall y que podrá vivirse del 6 al 7 de julio en el Teatre Lliure, dentro del Festival Grec.

Me sedujo mucho el reto. También que una actriz a la que admiro tanto como Ruth Wilson lo hubiera hecho en Londres. Llamé a Josep Domènech, de Bitó Producciones, para valorar la viabilidad y, casualidades de la vida, esa misma tarde también le llamó Cesc Casadesús –director del Grec– para hablarle del mismo proyecto. No sé si existe el destino, pero desde luego parecía una señal”.

Sobre sus acompañantes en el escenario –profesionales o amateurs, incluso no actores–, la intérprete lo desconoce todo. La selección se ha realizado teniendo en cuenta diferentes perfiles. “Intentamos tener una gama diversa de personas según su edad, sexualidad y etnia”, señalan Breckon y Randall. “Una variedad de personas con diferentes energías” que representen todo tipo de situaciones y evidencien los mecanismos de poder y sus privilegios.

La propia Hervás define The Second Woman como una performance con guion que invita al experimento sociológico. “Es un ensayo sobre las luchas de poder que habitan en cualquier relación y sobre las presunciones de género. La repetición permite al espectador ver como un ser ‘neutro’ –la mujer que represento– va tomando decisiones respecto al poder que ejerce el otro sobre ella, o los prejuicios desde los que se vinculan. Es fascinante cómo la identidad propia no es algo rígido, inamovible, sino un baile en el que el ‘otro’ no sólo es necesario sino también cocreador”, señala.

Insistimos en definirnos porque eso es lo que la sociedad espera de nosotros, pero la realidad es que somos ilimitados. Nuestro es-pectro de acción de-pende de quién ten-gamos delante y loque nos proponga”.

“Desde la escuela de interpretación he oído que el actor ha de ser un atleta, y yo me vo más como una samurái que como una folclórica", María Hervás.

Es ahí, precisamente, donde la historia, que juega con la repetición, puede variar. “Tengo que seguir el guion cien por cien, incluso si ellos se lo saltan –señala Hervás sobre la mecánica–. Además de los diálogos, las unidades de acción están muy marcadas por las directoras, y me piden mucho rigor también con la estructura. La parte de improvisación no es tanta como parece”.

“Es casi como lo que hacemos los actores cuando subimos noche tras noche al escenario. Tengo que decir mis líneas, pero cada vez tendrán matices distintos dependiendo de cómo esté mi compañero de escena, de qué conexión surja entre nosotros, de cuál sea mi necesidad de transformarlo”.

En ese sentido, apuntan las directoras, el espectáculo está diseñado para trabajar a través de la acumulación y la reiteración, generando un espectro de sentimientos que va desde la felicidad o la ira hasta la incomodidad o la vulnerabilidad. Cada escena ofrece un tipo diferente de relación. Esperamos poder recrear algunas relaciones que sean familiares para el público. Es posible que puedan ver algo de ellos mismos en el escenario”.

Sin historia y sin personaje definido, lo que les interesa, matiza Hervás, es que la actriz se adapte “a la verdad del momento” que proponga cada participante. “No hay una coherencia diseñada en el comportamiento del personaje ni rasgos de carácter. Es una multiplicidad de mujeres, que reaccionan a una multiplicidad de masculinidades”.

Inspirada en la película de John Cassavetes Noche de estreno (1977), Randall y Breckon cuentan que les interesaba investigar la forma en que aquel título jugaba con la realidad y la ficción. “La película explora la capacidad del cine para capturar y preservar la vida. También sobre las relaciones. Vincula la idea de las relaciones en la vida con la actuación en el escenario. ¿Cómo se puede mantener viva una relación o una representación escénica –se plantean–, repitiendo las mismas líneas?”.

Como en la película, las cámaras jugarán aquí un papel esencial, mostrando detalles de los gestos y de las emociones de sus intérpretes que los espectadores podrán seguir desde las pantallas. También la fatiga o el cansancio con el que Hevás tendrá que lidiar a medida que pasen las horas.

“La idea es combatir todo eso. Si bien María se sentirá increíblemente cansada, su tarea es luchar contra el agotamiento. La obra trata sobre la resiliencia, no sobre el deterioro”, apuntan las directoras que se deshacen en halagos hacia la española. “Ella es increíble. Llena de sentimiento, reflexiva e inventiva. Es fascinante verla”.

Hervás, por su parte, trata de no pensar demasiado en ello. “Desde la escuela de interpretación llevo escuchando que el actor ha de ser un atleta, y es cierto que yo me veo más como una samurái que como una folclórica. Como muy sano, entreno seis veces por semana desde hace quince años, duermo mis horas... En fin, creo que debería valerme con esto. Aun así, cuento con la montaña rusa de energía, sueño, excitación y mil cosas más que ahora no puedo ni imaginar”, concluye sobre este experimento, que viajará en otoño a Sevilla y Madrid.