Escenarios

La caída de los dioses

Lluís Pasqual ha dado brillo y ritmo a Quitt, la parábola Handke sobre el hundimiento del capitalismo

3 febrero, 2012 01:00

Marta Marco y Eduard Fernández en Quitt

Quitt de P. Handke. Director: Lluís Pasqual. Con A. Benito, J. Boixaderas, J. Bosch, E. Fernández, M. Iscla, L. Marco, M. Marco. Teatre Lliure de Barcelona. 19 de enero de 2012.

Quitt, estrenada en 1974 con dirección de Fassbinder, trata del fracaso del capitalismo, del absurdo de sus fundamentos. Es el hundimiento de un sistema que cuando triunfa no hace felices a los triunfadores. Es la caída de un gran empresario, Quitt, cuando descubre que la lógica despiadada de los negocios no le proporciona la más mínima felicidad. La irracionalidad es necesaria.

Dos brillantes mesas de billar presiden el primer acto. Un piano de cola que toca Quitt será el centro del segundo. Una pantalla subraya cada tema, las cotizaciones de bolsa en el primer acto, los maravillosos paisajes de los que disfrutar con el dinero, en el segundo. El escenario es amplio y el movimiento de los personajes, en su adecuadísima indumentaria, nos habla del contenido. Todo brilla y todo se mueve con dinamismo y armonía. Un brillante juego de personajes (que podrían estar sacados del absurdo si no fueran tan reales) simbolizan en la primera parte del espectáculo los estamentos de la sociedad. Todos fabrican unos discursos ridículos que los definen como arquetipos. Es el capitalismo imperante. En la segunda parte, pese a bellas imágenes en la pantalla, veremos el hundimiento de todos ellos, sus miserias, su falta de verdad, su desgraciada e insatisfecha existencia.

Quitt es el hundimiento de unos seres rotos por la ambición. El escenario es amplio y el movimiento de los personajes nos habla del contenido del texto. Todo se mueve con dinamismo y armonía. Sería difícil destacar la interpretación de Eduard Fernández, Quitt, o la del elegantísimo lacayo Jordi Boixadera, o la del portavoz de la iglesia Andreu Benito, o la del burgués Jordi Bosch, o la del noble Lluís Marco. Con menos papel pero también espléndidas están Marta Marco, mujer de negocios y amante de Quitt, y Miriam Iscla, su esposa. Lluís Pasqual ha dado brillo, ritmo, belleza y profundidad a esta contemporánea parábola sobre el hundimiento del capitalismo, texto profundo, enormemente teatral en esta puesta en escena.