Image: Madeleine Peyroux: La música me ayudó a conectar con los demás

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Madeleine Peyroux: "La música me ayudó a conectar con los demás"

La cantante, guitarrista y compositora actúa en el Festival de Cap Roig (Girona) el 27 de julio, antes de recorrer distintas ciudades europeas en su gira estival

25 julio, 2012 02:00

Madeleine Peyroux durante su último concierto en España, en el Festival de Jazz de San Sebastián. Foto: El Mundo


La adolescencia en las calles de París fue su revelación. Allí llegó a los quince años, seriamente contrariada por dejar atrás los Estados Unidos, ya que el agrio divorcio de sus padres la había llevado a rastras a Europa. Nacida en 1973 en Athens (Georgia) y tras pasar su infancia entre Nueva York y el sur de California, su madre decidió abandonar a su padre y, de paso, cambiar de continente. "No es fácil vivir con un alcohólico -afirma la cantante- Recuerdo que mi primer contacto con la música fue precisamente a causa del amargo carácter de mi padre. Mi madre era una gran melómana y sabía tocar el violín, además de cantar muy bien. Eso me familiarizó con el universo musical. Mi padre solía llegar muy tenso a casa después del trabajo y nosotras recurríamos a la música para entretenerlo y calmarlo, esa fue mi primera vinculación con este mundo".

En París se sentía terriblemente sola, acudía al colegio porque no le quedaba otro remedio pero algo la separaba de los demás, se sentía aislada y desplazada. Un buen día descubrió a los músicos callejeros del Quartier Latin y a partir de ahí cambió su vida. "Había algo de ellos que me atraía irremediablemente -reconoce-, me pasaba las horas muertas escuchándolos, los seguía por las calles y, cómo es lógico, ocurrió lo que estaba previsto: dejé de asistir a clase. Vivía cómo una vagabunda, empecé a beber, pero la música me servía para conectarme con los demás. Me uní a los músicos que tocaban en ese barrio y empecé a vivir como ellos, en la calle. Luego mi madre me convenció para que volviera a la escuela y lo consiguió, pero mis buenos propósitos duraron poco tiempo y volví a las andadas. Me hice con una guitarra y empecé a cantar, uniéndome a un grupo callejero. Y aquello ya no tenía vuelta atrás".

Poco después se enroló a una banda que viajaba por toda Europa en coche, los Lost Wandering Blues & Jazz Band, junto a los que recorrió varios países durante unos cuántos años. "A menudo también cantaba sola, en las estaciones de metro (recuerda). La primera vez que me instalé en un banco con mi guitarra estaba aterrada, pero poco a poco fui ganando seguridad y superando pequeños retos". Hasta que en 1995 recibió una llamada que cambió su vida. El productor de una discográfica neoyorquina había quedado subyugado ante esa joven de melena lacia y expresión inocente que cantaba en el metro de París con una voz sensual y profunda, matizada por el tabaco y el whisky y que hablaba de experiencias que contrastaban con su físico dulce, homenajeando con su actitud a Billie Holyday. "Al cabo de un año llegó mi gran oportunidad -recuerda- con la grabación de mi primer disco, Dreamland, que tuvo muy buena acogida. Y supe que había llegado el momento de reconducirme, de dejar de vivir por las calles como una vagabunda. Dejé de beber, me planteé retomar los estudios e incluso matricularme en la universidad. Pero la música ha sido más fuerte y estoy dedicada a ella. Ahora vivo en Nueva York, dónde me siento muy a gusto, aunque viajo continuamente".

Su gran versatilidad y su extrema sensibilidad para reinterpretar temas de otros la han hecho famosa. Ahí están sus extraordinarias versiones de The Beatles, Bob Dylan, Robert Johnson o Leonard Cohen. Pero Madeleine Peyroux no es mujer conformista y ha querido dar una vuelta de tuerca a su repertorio. En su último álbum, Standing of the Rooftop, ofrece seis temas compuestos íntegramente por ella, en los que mezcla de modo totalmente inclasificable pop, country, swing, blues y folk. Con ellos deleitará a su público en sus próximos conciertos por toda Europa, momentos en los que, según sus propias palabras, se siente "terriblemente sola, porque el escenario me asusta al principio. Hace que me sienta muy lejos y muy aislada. Entonces busco muy dentro de mí e intento conectar con las almas que tengo delante, y poco a poco encuentro mi camino y el hilo que me une, invisible, a mi público. La fama no es una amiga cómoda, pero hay que hacerle frente."