Image: Salas con sello propio

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Escenarios

Salas con sello propio

El teatro en 'petit comité' resiste en pie la crisis

22 marzo, 2013 01:00

Por los ojos de Raquel Meller, de la Sala Tribueñe.

Es el producto de los tiempos: teatro pequeño, recogido, próximo al público y casi siempre con más entusiasmo que recursos. Celebramos el Día Mundial del Teatro (que se materializa en la Noche de los Teatros de la Comunidad de Madrid, este miércoles) recorriendo por toda la geografía española algunas de las salas que trabajan, desde la resistencia, por levantar programas de calidad y en la mayoría de los casos sin subvenciones.

Las salas alternativas crecen, se transforman y se multiplican en estos tiempos y se erigen en el refugio de artistas de todo pelaje, desde figuras más o menos célebres a absolutos desconocidos en los inicios de su carrera. ¿La razón? Ha dejado de correr el dinero por el teatro público, los buenos cachés se han acabado y muchos profesionales no quieren estar de brazos cruzados, esperando la llamada milagrosa. Prefieren integrarse en equipos o compañías, e incluso invertir su dinero, su tiempo y su trabajo en una idea en la que creen. En los últimos dos años, Madrid ha experimentado una proliferación de nuevos espacios, la mayoría con aforos inferiores al centenar de espectadores, gestionados por una o dos personas, y que han venido a configurar el off off de la capital.

Ha habido voces que han calificado este fenómeno teatral de "argentinización", en el sentido de que las obras que se exhiben en las salas tiene un coste muy bajo porque, en ocasiones, están hechas por actores aficionados, que suelen compartir su pasión por el teatro con un trabajo alimenticio. Pero esto no es generalizable. Hay una red de espacios, unos 40 en toda España, y entre las que figuran veteranas salas como Cuarta Pared, Tribueñe, Triángulo, Pradillo, Guindalera, Mirador en Madrid, La Fundición en Bilbao, la Guirigay de Badajoz, La Muntaner y Tantarantana de Barcelona que han sabido concitar el teatro profesional con el más incipiente de forma natural. La selección que a continuación se ofrece reúne locales con un sello muy personal.

Garaje Lumière (Madrid)

El director de cine Miguel Quero y la actriz Celia de Molina no alcanzan todavía los 30 años pero hace dos abrieron este espacio "para intentar desarrollar nuestras inquietudes artísticas". La particularidad de la sala es que la caja escénica está pintada de blanco, algo bastante inusual en el teatro. Tiene su explicación. Antiguo garaje de coches, sirve pare representaciones teatrales, proyecciones audiovisuales, instalaciones artísticas o como plató de cine y televisión. "Los artistas agradecen que sea una sala tan flexible, les permite experimentar", explica Molina. Jamás han recibido una subvención, viven en un 70% de lo que ingresan en taquilla, mientras el resto procede de alquiler de espacios. La oferta teatral concentra el grueso de la programación, con espectáculos de artistas contemporáneos como La mirilla, un burlesque que protagoniza la propia Celia, o Que nadie se mueva, dirigido por Esteban Roel.

Biblioteca de Catalunya (Barcelona)

La más original de las salas independientes barcelonesas no es un teatro sino un ala del magnífico edificio gótico de la Biblioteca de Catalunya, que servía de almacén hasta que a Oriol Broggi se le ocurrió convertirla en sede permanente de su compañía La Perla 29. "No es un espacio de exhibición fácil y algo tienes que hacer para que el lugar te acepte", afirma el director, que ha puesto empeño en adecentar sus instalaciones hasta lograr convertirlas en una de las favoritas del público barcelonés. No es extraño: no se asiste cada día a una representación bajo arcos ojivales del siglo XV. Han sido siete años de espectáculos de feliz memoria y la esperanza puesta en las próximas cuatro o cinco temporadas. El proyecto morirá, afirma el director, "el día en que llegue de las instituciones el dinero necesario para convertir este rincón singular en otra sala de lectura de la Biblioteca". Estos días, la compañía saborea el regreso del Cyrano de Bergerac protagonizado por Pere Arquillué.

Tribueñe (Madrid)

Esta sala del barrio de Ventas que este año cumple su décimo aniversario fue fundada por la actriz rusa Irina Kourbeskaia, colaboradora desde que llegó a España en 1973 de William Layton y de Miguel Narros. Irina encontró este antiguo almacén y lo transformó en un espacio teatral. La actriz ha reunido a uno de los equipos artísticos más interesantes de la capital, refrendado por la calidad de sus producciones. Lo que es imposible hoy en un teatro público, mantener un elenco estable y ofrecer un teatro de repertorio, Irina lo consigue en Tribueñe, que no recibe ayudas públicas. Una quincena de artistas integran la compañía, entre los que destaca Hugo Pérez, el director de sus últimos montajes, autor, pintor, figurinista... un alma que no llega a los cuarenta años con una fascinante sensibilidad artística. Este año piensan reponer los títulos más importantes del repertorio que han producido en esta década. Durante este mes y el que viene los fines de semana programan Por los ojos de Raquel Meller, su musical de referencia, y exportan estos días al Teatro Español el auto sacramental Donde mira el ruiseñor cuando cruje una rama.

Russafa (Valencia)

La compañía Arden Producciones, del dramaturgo Chema Cardeña, una de las más veteranas de la Comunidad Valenciana, puso en pie en 2011 esta sala en el barrio homónimo que había concentrado en el pasado un gran número de teatros . Financiado en un 80% con capital privado y el resto con una ayuda del Ministerio de Cultura, el espacio está ideado para acoger una programación estable de teatro y danza, exposiciones de artes plásticas y actividades de docencia artística. Las instalaciones son muy completas: un teatro de 178 butacas para adultos y niños en la planta baja en el que se programan no sólo las obras de Arden, sino de muchas otras compañías invitadas. Hasta el 24 de marzo, puede verse Urbanitaz, de Juja Teatre.

Nudo Teatro (Madrid)

También este espacio fue un antiguo garaje. Inicialmente eran cuatro socios, pero hoy son una sociedad limitada de dos miembros, el gestor cultural Ángel Málaga y la actriz Eva Caballero. Los dos han dejado sus anteriores trabajos porque aspiran a vivir de la sala, aunque, como explica Málaga, "aquí todo lo hacemos nosotros: limpiar, recibir al público... lo que sea". Con un aforo de 52 butacas y sin subvenciones, Nudo ofrece espectáculos de creación contemporánea. Invita a compañías, pero su objetivo es mantener equipos estables. "Tenemos una compañía residente, Brutal Caos, y trabajamos habitualmente con Producciones Azules, compañía de una actriz excelente, Mónica Cano, que presenta dos piezas escritas por ella: "El no haber tenido ayudas públicas hace que me sienta fuerte, me ayuda a crecer y a idear nuevas maneras de financiación". Hoy se estrena Des (hábitat), de la compañía La Nevera.

FlyHard (Barcelona)

La última incorporación, la más independiente de las independientes, es la diminuta sala FlyHard, proyecto personal del dramaturgo Jordi Casanovas, que la concibió como sala de ensayos de su compañía para luego convertirla en "un espacio desde el que poner en circulación nuevas ideas y reflexionar sobre nuestro tiempo". Está ubicada en el barrio de Sants, tiene 40 butacas siempre llenas y unas entradas a menos de 10 euros. Se caracteriza por una proximidad casi temeraria entre actores y espectadores y una programación que persigue encontrar nuevos públicos. Abastece con sus producciones a teatros mucho más consolidados, como el Lliure. Hace poco, salió de allí la revelación de la temporada: Smiley, de Guillem Clua. No son escasas credenciales en sólo cinco años. Hasta el 15 de abril puede verse El rei borni.

La Casa de la Portera (Madrid)

El director de escena José Martret y el artista Alberto Puraenvidia abrieron el pasado año este precioso y original espacio. Adaptaron la vivienda que durante toda su vida ocupó la portera del edificio donde se encuentra la sala. Rehabilitaron el espacio pero manteniendo la tradicional disposición de la casa, y la decoraron en un estilo kitsch muy divertido. La Casa cuenta con dos salas para unas 20 personas, lo que permite tener a los actores muy cerca. Casi se les oye la respiración. La singularidad del espacio, que no cuenta con ayuda pública, exige que las obras se encajen con calzador. La sala tiene una actividad febril. De hecho, es la única que programa cinco espectáculos a la semana, de lunes a domingo. Se inauguró con Ivan-Off, dirigida por Martret, que ha vuelto este mes de marzo. También ofrece Ahora comienzan las vacaciones, de Paco Bezerra, y El amante, de Pinter, con dirección de Susana Gómez.

El Sol de York (Madrid)

Abrió sus puertas las pasadas Navidades y está situada en el barrio de Chamberí. Tiene un aforo de 170 butacas y cuenta con tres salas de ensayo y un ambigú. "Queremos que El sol de York sea un contenedor cultural", subraya Javier Ortiz, su gerente. "Vamos a ofrecer teatro infantil y de adultos, cine y una escuela de teatro". El proyecto sigue la Técnica Alexander. "También estamos abiertos a todo lo que el público nos proponga". Contempla, lógicamente, amortizar los espacios mediante su alquiler para diversos eventos. La sala abrió con Ildebrando Biribó, un memorable trabajo de Alfonso Castrillo. A continuación nos descubrió al mejor autor israelí con Yaacobi y Leidental, de Hanoch Levin. Y esta semana coinciden dos espectáculos: Los miércoles no existen y Cuando fuimos dos.

Corral de la Paca (Jimena de la Frontera)

Es éste unos de los espacios artísticos más singulares de la zona. Ha sido proyectado por el director de escena Marcus von Wachtel (El cavernícola, Bal Caustique), que ha transformado una antigua casa familiar en un espacio polivalente, que acoge representaciones pero también sirve como sala de ensayos y organiza actividades de ocio y talleres. A partir de abril comienza la programación, en la que figuran compañías madrileñas y andaluzas, como Zascandil. Nancho Novo desembarcará con su monólogo, El cavernícola, antes de las II Veladas Otoñales. "Ya he cerrado con algunos artistas, aunque todavía estoy a la espera de confirmar fechas. Pero, de todas formas, hay un gran interés por actuar aquí. Claro está que la financiación es nula, pero aún así la gente colabora", explica Von Wachtel.

Teatro del Arte (Madrid)

Lucía Bouzas, productora de Teatros con Encanto, recuperó el espacio que durante tantos años acogió el Teatro de Cámara de Ángel Gutiérrez y lo ha transformado en una moderna sala, con butacas corridas (116) muy próximas al escenario. El espacio es flexible. La dirección se ha propuesto exhibir de tres a cuatro piezas a la semana. En estos momentos puede verse Málaga, dirigida por Aitana Galán, y Mucho ruido y pocas nueces, de Juan López-Tagle. La programación no está sujeta a fechas concretas, explica Bouza: "Depende de cómo funcione. Hay una ley en teatro: no quites lo que funciona". La directora no contempla las subvenciones, pero sí la colaboración de amigos y profesionales.

Azarte (Madrid)

La actriz Paola Matienzo dirige Azarte, un centro de formación, cuyo fuerte son los talleres de cine y teatro para profesionales que suelen impartir célebres artistas y directores (José Carlos Plaza, Gracia Querejeta, Benito Zambrano). Su sala de teatro es pequeña, poco más de 50 butacas, pero programan espectáculos que ensayan los alumnos de los talleres o de compañías invitadas. El alquiler de las tres salas de ensayo es una de sus fuentes de ingresos, así como la organización de eventos, el coaching para actores y la filmación de ensayos en vídeo.

Espacio Tangente (Burgos)

Se presenta como Centro de Creación Contemporánea y es un espacio gestionado desde hace doce años por una asociación cultural que recibe el apoyo económico del Ayuntamiento de Burgos, que también les cede el local: "Somos una asociación y creemos que tenemos todo el derecho a recibir financiación pública", explica Carlos Bueno, miembro del equipo gestor. Además de teatro, en el espacio se organizan otras actividades, generalmente vinculados a la creación contemporánea. La sala se gestiona de forma asamblearia. Aproximadamente, unas 5.000 personas pasan por el espacio al año, en el que vienen a ponerse en pie unos 50 proyectos culturales.