Ángel Fernández Montesinos: No hay oficio más complicado que el de público. No todo el mundo vale
Ángel Fernández Montesinos. Foto: C. Alba.
El 18 de julio el Festival de Almagro homenajea en el Corral de Comedias a uno de los grandes de nuestro teatro. Ángel Fernández Montesinos, veterano de la dirección de escena y referencia indiscutible del musical y la zarzuela, hace balance para El Cultural de sus seis décadas de oficio.
Se abrió paso en el gremio a razón de un cate por premio. "De aquella época universitaria recuerdo con especial cariño el éxito que cosechamos con La piel de nuestros dientes, de Thornton Wilder, a finales de los cincuenta". En 1961 llegaría el primero de los dos Premios Nacionales de Teatro que llevan su nombre. "Por aquel entonces estos reconocimientos no tenían dotación en metálico. Se limitaban a darte un diploma para que decoraras alguna pared de tu casa". Él lo tiene colgado en el despacho, donde estos días trabaja en la adaptación de una comedia americana (de la que no puede decir nada) y en un nuevo musical, Salvados por la música, que acaba de registrar y que estrenará pronto. "Sigo esmerándome como cuando tenía 20 años", se jacta. "Quizá porque todos los 80 tienen su propia movida... El truco está en tomarse la vida como un ensayo constante y no a modo de representación".
Fernández Montesinos debutó en el Corral de Comedias en 1967 con El castigo sin venganza de Lope de Vega. "Fue una experiencia agotadora y frenética. Me vi en el compromiso de dirigir la escena al mismo tiempo que retransmitía la obra en directo para Televisión Española". El jueves, 18 de julio, el Festival de Almagro le dedica un homenaje secreto, ya que su directora, Natalia Menéndez, no ha querido que trascienda un solo detalle. "Nervios no siento, la verdad. Lo que me corre por las venas es una mezcla de satisfacción por el pasado e ilusión por lo que queda por venir. No voy a derramar una sola lágrima. Quiero disfrutar mi momento con una sonrisa en la cara". No le afligen al veterano director estos tiempos de ivas criminales y recortes al sentido común. "Porque, a pesar de la barbarie de la crisis, el teatro siempre estará ahí para salvarnos". Así sobrevivió él a las grisuras del franquismo. "Cuando llegaba el censor nos daban el aviso con una luz roja que se encendía entre bastidores. Entonces sabíamos que esa noche tocaba ponerse brechtiano y dar una vuelta de tuerca a la metáfora. Los censores siempre estaban pensando en el doble sentido. Pero a la mayoría se le escapaba que en una misma frase podía haber hasta cuatro sentidos ocultos".
Ha dirigido sobre todo comedias: patrias (como Maribel y la extraña familia y Melocotón en almíbar de Mihura y Los ladrones somos gente honrada de Jardiel Poncela), de intriga (Culpables de Jaime Salon, La huella de Peter Shafer y Trampa mortal de Ira Levin), de enredo (El sistema Ribadier, Ocúpate de Amelia y Con la mosca en la oreja de Georges Feydeau) y también dramáticas (Noches de San Juan de López Aranda, La casa de los siete balcones de Casona y La duda de Pérez Galdós).
Y en todo este tiempo ha salido ileso de los enfrentamientos con los lobbies culturales. "Que por supuesto que existen, pero que aquí, en España, nunca dan la cara". Su alergia a la notoriedad no le ha impedido nunca decir lo que piensa. "He dirigido clásicos y modernos, y aun a riesgo de ofender a algunos puristas no me importa reconocer que mi género favorito es el musical. Que es lo que más disfruto y también, porque no va conmigo la falsa modestia, lo que mejor se me da". La prueba está en las 2.500 representaciones que registró su montaje de ¡Por la calle de Alcalá! Ha liderado también 14 producciones de zarzuela. Por eso lamenta que Paolo Pinamonti, director del Teatro de la Zarzuela, no haya contado con él. Todavía. Hace dos años, le intervinieron quirúrgicamente y al despertar de la anestesia lo primero que pidió fue un bloc. "De pronto lo vi... Vi que tenía que escribir una antología sobre la opereta, y me puse a trabajar como un loco en la habitación del hospital".
Se define como "muy murciano". Esto es, "rápido de reflejos pero con tendencia a la flema británica". De entre todas sus facetas teatrales, le gusta destacar la que tiene lugar en el patio de butacas. "No hay oficio más complicado que el de público. Porque no todo el mundo vale. Ser público es un ejercicio de responsabilidad". Esta temporada ha disfrutado con Follies de Mario Gas, A cielo abierto de Josep Maria Pou, Noche de reyes de Propeller... "El problema de España es que vive el teatro desde fuera. La gente va a título conocido y sólo paga por lo que le suena. Falta aprecio por la tradición y curiosidad por lo desconocido".
Almagro Off, un diván en el siglo XVII
El escenario de La Veleta vuelve a acoger, por tercer año consecutivo, el Certamen Internacional Almagro Off. Allí podrá verse el 16 de julio El examen de los ingenios. Escrito en 1575 por el médico y filósofo Juan Huarte de San Juan, este insólito estudio explora las aptitudes y capacidades de las personas y su relación con el trabajo en función de parámetros como la constitución física, el temperamento o el humor. Llegó a reimprimirse hasta cuatro veces, a pesar de que la Inquisición anduvo tras las peligrosas (entonces) y disparatadas (hoy) teorías de Huarte, a quien, más allá de cualquier rigor científico, le interesaba ahondar en el origen de nuestras pasiones.
Óscar de la Fuente y Edu Soto, al frente de Bedlam Teatro, convierten al propio autor de la obra en protagonista de la función. "Tras recibir la visita de un calificador de la Inquisición, se esmera por encontrar los casos que prueben que sus teorías son verídicas", cuentan los directores. Los pacientes en cuestión, una fascinante colección de figurones, locos, malmaridadas y quijotes, provienen de entremeses de Moreto, Bernardo de Quirós y Calderón.
El Off de Almagro continúa el 19 de julio con La historia del loco Cardenio versionado por Javier Huerta Calvo a partir de la traducción de Charles David Ley y bajo la dirección de José María Esbec Martín. Locura, amor y amistad son los ingredientes principales de esta comedia escrita a cuatro manos por Shakespeare y John Fletcher, que habían leído la traducción de Thomas Shelton de la primera parte de Don Quijote y quedaron fascinados con el personaje de Cardenio. El texto resultante desapareció en un incendio acaecido en el Globe Theatre en 1613, pero hace seis años se logró autentificar uno de los manuscritos originales, en el que al parecer también intervino Lewis Theobald.
La versión de la compañía ITEM/Siglo de Oro, que se estrena por vez primera en España y en cuyo reparto figuran Eduardo Martín, Zaida Alonso, Ruxandra Oancea, Fernando Mercè, Alejandro Colera, Yeray Blanco, Alberto Basas y Cristina Canudas, pone el acento en el humor para conciliar las idiosincrasias geográficas y lingüísticas y conectar los universos de Cervantes y Shakespeare más allá de la coincidencia de sus muertes en abril de 1616.