Escenarios

Los teatros de ópera presentan batalla

27 septiembre, 2013 02:00

'I Puritani', de Vincenzo Bellini. Foto: ABAO-OLBE.

Los coliseos operísticos españoles, algunos con temblores en sus despachos rectores, exprimen recursos para sacar adelante programaciones con el máximo nivel artístico. El Cultural adelanta los platos fuertes de la temporada que arranca durante estos días.

Teatro Real

Estreno de 'Brokeback Mountain'

Este año, siguiendo los bandazos del llamado proyecto Mortier, la programación vira, inesperadamente, hacia el barroco y primer clasicismo. Nada menos que cuatro títulos de esos períodos tan cercanos alberga la temporada, dos de Purcell, The Indian Queen (que, más que ópera, es un pasticcio) y Dido and Aeneas, éste en concierto, y dos de Gluck, Alceste y la versión francesa de Orfeo ed Euridice (Orphée et Euridice), que se sirve de la interpretación coreografiada de Pina Bausch. Alceste será puesta en escena por el temible, pero sugerente, Warlikowski, con Bolton, un especialista más bien anodino, en el foso. The Indian Queen será dirigida musicalmente por el irregular y nervioso Currentzis y escénicamente por Sellars, fantasioso y excesivo, dos de los preferidos del hasta ahora rector del Real. Sólo un Verdi, y en versión concertante, la poco conocida aquí I vespri siciliani. Poca cosa. Luego, un Donizetti (Elisir, evidente concesión de Mortier al público "fácil"), un Rossini (Barbero, ya exhibido), dos Wagner (Lohengrin y Tristan, ésta en la producción parisina de Sellars y Viola, con el inevitable Currentzis), y un Offenbach (Cuentos de Hoffmann, con el habitual Cambreling y la posiblemente estimulante visión teatral de Marthaler). Aunque lo verdaderamente nuevo reside en el estreno de Brokeback Mountain, encargo hecho por Mortier en su corta etapa neoyorquina a Charles Vuorinen (1938) y La conquista de México de Rihm, de 1992, obra con libreto del propio compositor basada en textos de Artaud. Singular y atrevida. Nuestro patrimonio lírico y los cantantes de aquí (catorce, y sólo tres en papeles protagonistas) siguen quedando al margen.


Gran Teatro del Liceo

Eclecticismo bien entendido

El teatro anda en apuros económicos, con Eres incluidos. Y a la busca de un nuevo director artístico, dado el salto de Matabosch al Real. Sin embargo, y aprovechando que no se puede abrir la escena hasta bien entrado el cuarto trimestre, se homenajea a Giuseppe Verdi. En cuatro conciertos se da un repaso a sus 27 óperas. Entre las voces protagonistas señalamos las de Elena Mosuc, Desirée Rancatore, Antonino Siragusa, Leo Nucci, Nicola Alaimo y Carlo Ventre; y las de los españoles Stefano Palatchi, Juan Jesús Rodríguez y José Bros, que es el verdadero astro, ya que canta en casi todas las obras, aunque en algún caso su adecuación sea discutible. A destacar la presencia de Lola Casariego, en su nueva andadura como soprano. David Giménez y Rubén Gimeno se reparten la dirección musical. La temporada propiamente dicha es algo menos lustrosa que otras, pero sigue revelando unos planteamientos que buscan un eclecticismo bien entendido. De este modo, tenemos Agrippina de Haendel, Cendrillon de Massenet, La sonnambula de Bellini (con Flórez y Damrau), Tosca de Puccini, La walkiria de Wagner (montaje de Carsen), el doblete Il prisionero de Dallapiccola y Suor Angelica de Puccini, producción vista en Madrid, y La leyenda de la ciudad invisible de Kitezh de Rimski-Korsakov, en una fantasiosa visión escénica del en este caso inspirado Dimitri Tcherniakov. Como añadido, La Atlántida de Manuel de Falla, en concierto a la memoria de Casals. El director musical del Liceo, Josep Pons, aparece en ésta y en otras obras.


La leyenda de la ciudad invisible de Kitezh. Foto: Monika Ritterhaus.



Palacio Euskalduna

Insistencia en Verdi

Ninguna novedad o título avanzado, sino un férreo anclaje en el repertorio, lo que no es de criticar, sobre todo cuando se continúa, este año con más motivo, insistiendo en obras verdianas dentro del loable epígrafe Tutto Verdi. La curiosidad es en esta ocasión Giovanna d'Arco, una producción de Gabriele Lavia con dirección musical de Yves Abel que puede verse hasta este lunes en el Palacio Euskalduna. Un buen reparto, con la excelente Krassimira Stoyanova y el buen tenor gijonés Alejandro Roy a la cabeza. Los otros dos Verdi son Rigoletto, que tiene de nuevo a Nucci como principal reclamo, y La forza del destino, que dirige escénicamente el siempre inquieto, a veces inquietante, Ignacio García. El cartellone se completa con Adriana Lecouvreur de Cilea, Carmen de Bizet (montaje logrado y ya conocido de Calixto Bieito), Puritanos de Vincenzo Bellini y Turandot de Giacomo Puccini (visión escénica de Nuria Espert).


Teatro de la Maestranza

Una ‘Aida' digna de verse

El teatro sevillano rescata, con un presupuesto muy recortado para la nueva temporada, un singular montaje en este año de conmemoraciones en torno a Verdi: la producción de Aida en la que colaboraron hace unos años el Liceo y el Festival de Santander y que recupera los decorados en papel de Mestres Cabanes. Una cosa digna de verse. También aquí el director de escena es José Antonio Gutiérrez, mientras que el musical es en este ocasión Pedro Halffter. Una buena voz para la esclava etíope, la de Tamara Wilson, destaca en un reparto decoroso a priori. Ainhoa Arteta, muy conocida en la plaza, mantiene su duelo con partes que viran un tanto hacia lo dramático, como la de la Manon pucciniana. El muy joven Giacomo Sagripanti dirige La cenerentola de Rossini, obra que tiene muy trabajada. Angelina será la solvente Marianna Pizzolato. Pero el plato fuerte es sin duda wagneriano: última jornada de la Tetralogía, El crepúsculo de los dioses, que gobierna Halffter y que recrea el ya célebre montaje de La fura dels baus. Voces de cierto relieve: Stefan Venke, Elena Zhidkova, Gordon Hawkins, Sandra Trattnigg...


Teatro Campoamor

Sólido y bufo Carlos Chausson

Años atrás habría sido raro abrir con El oro del Rin de Wagner la temporada. Los tiempos son otros. Después de esta ópera, que ha sido dirigida por el ascendente Guillermo García Calvo y puesta en escena por Michal Znaniecki, se sucederán La Traviata de Verdi, que nos trae la sugerente producción de Susana Gómez y que alterna las Violetas de Ailyn Pérez y Carmen y que da cabida en el foso, junto a Carlo Montanaro, al español Pablo Mielgo; Don Pasquale de Donizetti, que tiene el protagonismo del sólido y bufo, en el mejor sentido de la palabra, Carlos Chausson y que es puesta en escena por el imaginativo Curro Carreres, uno de los muchos nombres españoles que intervienen; Ainadamar de Golijov, superficial acercamiento a Lorca; y, por último, Don Giovanni de Mozart, que será puesta en música por la despierta batuta de Álvaro Albiach y en escena por Alfred Kirchner, nuevamente en el Campoamor.


Palau de les Arts

Reivindicación de Manuel Palau

Encontramos, después del de Brokeback Mountain del Real, otro estreno mundial, éste bien distinto, el de la ópera en valenciano Maror de Manuel Palau, que fue Premio Nacional de Música. El libreto es de Xavier Casp. Buena idea la de difundir este título del excelente compositor valenciano. Dentro del repertorio, no hay nada nuevo. Incluso se repite uno de los títulos de la Tetralogía de Carlus Padrissa, La walkiria, que nos trae de nuevo a la norteamericana Jennifer Wilson. Aunque, una vez más, la estrella es Plácido Domingo, que se desempeñará a sus anchas en su doble cometido de director, para Manon Lescaut, y cantante, en este caso para Simon Boccanegra, en donde canta una parte de barítono de carácter con su inconfundible y ya ajada, como es lógico, voz de tenor. Con dirección escénica de Lluís Pasqual. El brillante Zubin Mehta dirige la obra de Wagner y La Traviata, que goza de la inteligente y minimalista puesta en escena salzburguesa de Willy Decker. Ottavio Dantone puede darle gracias a La italiana en Argel de Rossini, que tiene al frente dos nombres de importancia, el del bajo uruguayo Erwin Schrott y el de la mezzo valenciana Silvia Tro.


Teatro Cervantes

Un ‘Trovatore' sencillo y atmosférico

Las apreturas reducen la temporada lírica a dos títulos operísticos y un oratorio. Lo más ostentoso son las representaciones de Il trovatore de Verdi, que se desarrollarán en el sencillo y atmosférico montaje de Nacho García, ya conocido en Sevilla (FIBES), Pamplona (AGAO) y Vigo (Amigos de la Ópera) para cuando tengan lugar. En esta ocasión las partes protagonistas serán cantadas por Lola Casariego, instalada cómodamente como soprano lírica plena, Andrés Veramendi y Javier Galán, que en el Conde de Luna ha encontrado un cometido más acorde con sus posibilidades. Miquel Ortega dirige a la Filarmónica de Málaga y al coro de la Ópera. En concierto se escuchará Dido y Eneas de Purcell, que tiene a Ruth Rosique como estrella y a la Orquesta Barroca de Andalucía y su joven coro a las órdenes de Michel Thomas. El oratorio mozartiano La Betulia Liberata va ser interpretado en una moderna traslación a la escena de Manuela Kloibmüller procedente del festival austriaco de Donaufestwochen. Michel Gaigg se sitúa en el foso.


La Traviata. Foto: Hans Van Den Bogaard.



Teatro Arriaga

José Carreras como reclamo

Esta institución mantiene una producción muy variada en todos los órdenes.En el ámbito operístico, y concretamente en lo que se refiere al universo de la lírica, la oferta es escasa. Pero no despreciable, ya que en él se incluye un nuevo estreno mundial, compartido con el Tiroler Festspiele ERL, el de la ópera El juez (los niños perdidos) del austriaco Christian Kolonovits, sobre libreto de Angelika Messneren, que trata un tema de rabiosa actualidad. Es noticia que en el reparto figure el tenor José Carreras, prácticamente alejado de los escenarios desde hace años. El foso lo ocupa su sobrino, David Giménez Carreras, mencionado antes al referirnos al Liceo. Kolonovits es un avezado arreglista y conocedor de los principales resortes de la composición. Su música es de directa comunicatividad. Se prevé asimismo una gala lírica dirigida por Manuel Coves.


Teatro la Farándula

Cantantes de la tierra

Tres óperas constituyen la programación de esta modesta y valiente temporada, que se sirve por lo general de cantantes jóvenes de la tierra para llevarla a buen puerto. La primera es La flauta mágica de Mozart, en la que cantan Eugenia Montenegro, Albert Casals, Rocío Martínez, Toni Marsol, Elena Vélez e Iván García, que se moverán en escena siguiendo las indicaciones de Pau Monterde. Daniel Gil de Tejada estará en el foso junto a la habitual Orquesta Sinfónica del Vallès. La segunda es Norma de Bellini, en la que la citada Montenegro, soprano lírica, acomete la parte principal, propia de una voz de gran caudal. Raúl Iriarte, Laura Vila y García completan el reparto base. Carles Ortiz corre con la misión teatral, como lo hace en la tercera obra, La bohème de Puccini, en la que puede lucirse la ya más experimentada Maite Alberola. El muy lírico tenor, cada vez más asentado, Miguel Borrallo, continuador de la línea de Alfredo Kraus, es Rodolfo. El titular de la orquesta, Rubén Gimeno, está al frente. Aquí Gil de Tejada dirige al coro de la Ópera de Sabadell.


Auditorio Adrián Martín

El taller de Giulio Zappa

Los jóvenes también son la base en buena parte del festival que se celebra en el auditorio tinerfeño. Elegidos tras superar distintas pruebas celebradas en diversos lugares y bajo la férula de Giulio Zappa, intervienen en un taller continuo llamado Opera Estudio. Todo se dirige a la escenificación, controlada por Nicola Berloffa, de la ópera de Mozart Così fan tutte, un buen banco de pruebas, sin duda. El homenaje a Verdi viene con Nabucco, para lo que se cuenta con la participación del seguro Miquel Ortega en el foso y la puesta en escena de Stefano Monti. Los intérpretes vocales son Carmelo Corrado Caruso, Micaela Carosi, Alessandra Volpe, Javier Palacios y Christophoros Stamboglis, nombres que, de momento, no nos dicen gran cosa. Sí nos la dice el del tenor americano Gregory Kunde, que dará una gala conclusiva. Uno de los tenores spinto más en forma del momento.


Auditorio Alfredo Kraus

Apuesta por Wolf-Ferrari

En el primer semestre de 2014 tiene lugar esta nueva temporada, que reunirá cuatro títulos de repertorio muy conocidos y uno de menor difusión. Este último es Il segreto de Susanna del compositor veneciano Ermanno Wolf-Ferrari, ópera breve que cuenta los mil y un subterfugios de una joven para ocultar su vicio de fumar. Las demás obras son muy del gusto del respetable: I pagliacci (que se representa junto con aquella), La Traviata, I puritani y Tosca. Montajes de los que no todavía no se han hecho públicos datos más concretos.