Image: Música clásica más allá del canon en la Fundación Juan March

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Música clásica más allá del canon en la Fundación Juan March

La institución programa para el nuevo curso 146 conciertos, todos gratuitos, con la intención de romper la fractura del público con la música contemporánea

24 octubre, 2013 02:00

Paul Klee, el pintor violinista es un de los ciclos que componen el programa musical de la Fundación Juan March.

La Fundación Juan March lleva en su ADN inscrita la pasión por la música. Lo prueban los 6.000 conciertos que ha organizado en su sede desde su nacimiento en 1975. Este año vuelve a echar el resto para configurar una propuesta muy sugerente, que busca romper -o al menos atemperar- algunas inercias de los programadores actuales. Un estudio que acaba de publicar la institución dirigida por Javier Gomá ofrece datos muy reveladores. Han tenido en cuenta un total de 2.700 programas de teatros y auditorios de todo el mundo. Ofrecidos entre 2010 y mediados de 2013. El resultado que sale a la luz es que 22 compositores copan al menos la mitad de todos esos conciertos, y la mayoría son del siglo XIX. Son los consabidos Beethoven, Mozart, Chopin, Bach, Debussy...

"La concentración es muy marcada", comenta a El Cultural Miguel Ángel Marín, director de la programación musical de la institución desde 2009. Para contrastar su oferta particular con la general en la Juan March han hecho recuento de los autores que serán interpretados en su sala de conciertos (con un aforo de 282 butacas) esta temporada. Entre sus 22 primeros puestos se encuentran figuras que habitan en la periferia del canon. Como Fauré o Schönberg, que "sin ser inusuales, no son de los más comunes". Luego están los españoles. Consecuencia lógica de una apuesta por la música nacional: Mompou, Albéniz, Turina y Falla. Y finalmente aparecen algunos desclasados como Brunetti, "de quien apenas hemos escuchado nada", o E.T.A Hoffmann, el escritor alemán cuya faceta como compositor ha pasado bastante desapercibida.

Es un programa que tiene una fuerte vocación pedagógica, con el objetivo de ampliar y enriquecer el gusto por la música clásica, demasiado anclado en una serie de lugares comunes. Está compuesto por nada menos que 146 conciertos. Con la loable connotación de que todos son gratuitos. "Lo que queremos es extender el número de colores de la paleta. Uno de los problemas más graves es la fractura abierta entre el público y lo que podríamos llamar música contemporánea. Desde el siglo XVIII la música que más se interpretaba era la del momento. Es una tendencia que se rompió a partir de principios del siglo XX", explica Marín. "El reto nuestro no es apartarnos de ese canon romántico apegado a la tonalidad sino abrir aun más el abanico".

Para conseguirlo, Marín, musicólogo y exvicerrector de la Universidad de la Rioja, emplea algunos reclamos a fin de estimular el acercamiento a determinados compositores considerados herméticos o áridos. Un buen ejemplo es el ciclo Jazz Impact, que refleja cómo este género nacido en los Estados Unidos a principios del siglo XX fue permeando en la música clásica. Los ecos jazzístico son perceptibles en autores como Georg Crumb o Paul Hindemith. Con el señuelo del jazz, tan popular, se llega a composiciones vanguardistas, tan poco frecuentadas por un público ajeno a los cubículos de iniciados y académicos. El jazz tendrá, por otra parte, otro ciclo en la fundación. Será el dedicado a Julio Cortázar y su pasión por este estilo musical, en el que sonarán piezas de Thelonius Monk, George Bassman, Harry Warren, Duke Ellington, Charlie Parker...

Miguel Ángel Marín también ha urdido algunos experimentos para que la vivencia de acudir a un concierto en la Juan March trascienda lo puramente auditivo. Los preludios Scriabin se tocarán bajo el influjo de juegos luminotécnicos, para poner de manifiesto las teorías sinestésicas musicales, según las cuales los colores se pueden oír. Y como no podía ser de otra manera, en una institución tan volcada con las artes plásticas, éstas cuentan con su hueco también en la batería de conciertos previstos. Al hilo de la exposición del surrealismo organizada por la fundación, Marín ha ideado otro ciclo con esta corriente artística en primer término. Bajo el título Música de ensueño, se han agrupado compositores evocadores del subconsciente y lo onírico: Fauré, Satie, Shankar, Debussy... Paul Klee es otro de los ilustres invitados: no en vano fue un consumado violinista y su pintura está salpicada de claves musicales.

Además, este año la Fundación Juan March también incorpora una llamativa novedad. "Por primera vez en nuestra historia representaremos una ópera. Será Cendrillon, de Pauline Viardot. Es una ópera de cámara. Creemos que su espacio natural son auditorios como el nuestro, porque en los grandes teatros, por sus dimensiones, no luciría tanto".