Momix y la piedra filosofal
Un momento de Alchemy, de Momix
Moses Pendleton, alma y creador de Momix, llega el 11 de diciembre a los Teatros del Canal con 'Alchemy', una apuesta por su lado más surrealista.
Más allá de la magia y el hechizo
Estas transformaciones las entiende Pendleton como un guiño a la naturaleza, auténtico origen de su inspiración: "Planetas, animales, minerales... me interesan las cosas que trascienden lo humano. Es como una fuente de energía, una expresión positiva llena de euforia y poesía que desembocan en una celebración del cuerpo y de su capacidad para expresarse fuera de las fronteras materiales".
Lo que hace Pendleton va más allá de la magia y del hechizo. Quizá en este trabajo termine de demostrarlo. Es alquimia, es investigación con las bases del lenguaje musical (en Alchemy nos encontramos composiciones de Ennio Morricone, Oreobambo, Ralph Zurmuhle, y Liquid Bloom, entre otros), con los elementos que componen el sueño y con los metales de la imaginación. "Una cosa es soñar y otra convertir el sueño en danza -avisa-. En este sentido busco la realidad en la fantasía porque está en el sueño, en el inconsciente. Quiero atrapar la magia y el misterio que hay en todas partes. Momix llama a las puertas de ese otro mundo que se encuentra junto a nuestra imaginación para intentar que el público entre en él. He dedicado toda mi vida a desvelar ese misterio". Alchemy, que se estrenó mundialmente el pasado mes de febrero en el Teatro Alighieri dentro del Festival de Rávena, se apoya en sus expertos bailarines para crear un espectáculo multimedia en el que la fantasía, la ironía, la belleza y el misterio se confabulan para poner a prueba los límites de la expresión. ¿Quién crea? ¿Los actores que están en el escenario o la mente del que lo contempla? En esto, Pendleton es un auténtico maestro, un demiurgo conocedor de los viejos secretos de la escena capaz de conquistar al gran público con tan solo un reflejo o una sombra. El coreógrafo se apoya en esta ocasión, además de en el brillante elenco de bailarines, en Cynthia Quinn como codirectora y en Andrew Hansen y Woodrow Dick III como responsables de la parte audiovisual del montaje.