Image: Oviedo abre las puertas a Otello

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Escenarios

Oviedo abre las puertas a Otello

5 septiembre, 2014 02:00

Llega al Campoamor Otello, producción del teatro de Bremerhaven con Robert Dean Smith, Maria Luigia Borsi, Juan Jesús Rodríguez y Stefano Palatchi

No es nada fácil encontrar un buen reparto, equilibrado y capaz, para una obra como Otello de Verdi. En cierto modo, aunque desde perspectivas muy diferentes, se podría decir lo mismo en relación con el de Rossini. Pero aquí nos ocupa el creado por la pluma madura del músico de Busseto, que reaparece en el Campoamor de Oviedo el próximo día 11 inaugurando la temporada. Creemos que las voces elegidas para la ocasión son bastante sólidas, aunque quizá no todas ellas idóneas, y que la batuta anunciada, la del todavía joven canadiense Yves Abel, es despierta y atenta, adecuada para establecer la temperatura de la fustigante acción e iluminar los recovecos psicológicos que definen un drama de una concisión extraordinaria, prieto de aconteceres, de una tensión casi insoportable, una narración que se desarrolla en unas pocas horas y que resume muy bien, tras la ardua labor del libretista Arrigo Boito y del propio compositor, el espíritu shakespeareano. Una partitura, estrenada en 1887, que no tiene puntos muertos, aunque sí alumbra instantes de un maravilloso lirismo, como muchos de los que envuelven las apariciones de Desdemona, y que se desarrolla como de un solo trazo, sin que existan en ella prácticamente números separados. Sin duda denota la sabiduría correspondiente a un Verdi ya casi anciano y conocedor. Necesita, como decíamos, un equipo vocal de fuste. En esta oportunidad el Moro es el estadounidense Robert Dean Smith, un tenor lírico de notable amplitud que es la primera vez que lo interpreta en Oviedo. Se nos antoja un punto destimbrado y falto de squillo, sin la terribilità exigida, carente del talante explosivo que requiere el fogoso y excitado protagonista, pero es siempre cumplidor.

Juan Jesús Rodríguez, probablemente la mejor voz baritonal española de estos días, es artista en continua evolución, puede que todavía no en sazón para otorgar los matices sibilinos definitorios del torvo alférez Iago, pero su contundencia es innegable. La joven italiana Maria Luigia Borsi, Desdemona, es una soprano lírica de tinte apropiado para conceder el doliente lirismo del que se ve impregnado el papel y que precisan el Salce y el Ave Maria y, al tiempo, para acceder con decisión a los exigentes tramos agudos del gran concertante del tercer acto, en el que habrán de participar los restantes elementos del reparto, con el Casio de Vicenç Esteve a la cabeza: De Diego, Palatchi, Del Castillo y Pintò. En el foso se sitúa la Oviedo Filarmonia. Colabora el Coro de la Ópera ovetense que dirige Patxi Aizpiri. Todos se moverán en escena, ilustrada con decorados y vestuario de Barbara Bloch e iluminada por Alfonso Malanda, a las órdenes del imaginativo y a veces polémico Bruno Berger-Gorski, siempre fantasioso y creativo, buceador en los significados de las óperas más dispares, del que recordamos un sorprendente Tannhäuser hace años en el mismo escenario.