Image: Strindberg y Corazza, un desafío en el Lara

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Escenarios

Strindberg y Corazza, un desafío en el Lara

28 noviembre, 2014 01:00

Laura Díaz (en primer plano) metida en el mundo de Strindberg. Foto: Oliver Roma.

Un mundo complejo con un mensaje sencillo. Así podría resumirse la obra de Strindberg, que llega el próximo lunes, 1 de diciembre, al Teatro Lara de la mano de Juan Carlos Corazza. Con Hambre, locura y genio el director muestra el resultado de sus talleres con textos del autor sueco.

Desde hace años, Teatro de la Reunión y el Estudio Corazza muestran al público madrileño el resultado de sus talleres con actores en ensayos abiertos. Gracias a este proyecto Juan Carlos Corazza ha podido llevar a escenarios como el del Conde Duque algunas obras de Strindberg. A partir del lunes, dos de esas piezas llegan al Teatro Lara de la mano de su programador, Antonio Fuentes, bajo el título Hambre, locura y genio. "Junto con Rafa Castejón, productor de la Compañía, invitamos a participar a algunos actores de aquellos talleres. Todos ellos se implicaron con la fuerza necesaria para llevarlo a buen puerto", explica Corazza a El Cultural.

El montaje reúne textos de Debe y haber y El pelícano, dos obras del autor sueco que cuentan con diferentes elencos y en las que se destila una sociedad cargada de egoísmo y competitividad, codicia y venganza. Será el núcleo de la familia y el círculo afectivo la gran metáfora para narrar los males que acechan permanentemente a la sociedad y al mundo. "En la primera -añade el director-, hay un personaje que es devorado por su círculo más cercano justo cuando empieza a destacar. En la segunda, una madre impide el desarrollo de sus hijos, le quita su fuerza, algo que les pertenece. Es interesante ver cómo las víctimas se amparan en los tratos injustos recibidos para reclamar, exigir y vengarse. En realidad todos necesitan carroña". La puesta en escena de este Hambre, locura y genio parte de una versión muy libre del texto. Desarrolla algunos temas sólo esbozados por el autor, como la presencia del periodismo en la primera pieza o de la comida en la segunda. También ha marcado la escenografía el espacio del Lara, un diálogo, según Corazza, entre lo que le gustaría hacer y lo que puede realizarse de verdad: "Siempre surgen soluciones o frustraciones que nos llevan a un auténtico aprendizaje. ¡Así es el arte!".

Una inteligencia superior

Corazza define a Strindberg como un escritor con una inteligencia superior que exhibió una conciencia muy despierta aun en sus procesos más delirantes: "Esto le permitió revelar la locura humana con enorme lucidez. Su tendencia misógina le inspiró un retrato de las contradicciones de la mujer y también una manera personal de expresar su gran amor y admiración por el género femenino". Según el director argentino, muestra la crueldad y los combates entre los sexos como un grito rabioso que protesta contra un mundo mal hecho: "Me interesa cuando no salva ni condena a nadie. Strindberg proyecta en sus personajes a veces una profunda e inquebrantable fe en la espiritualidad y otras un escepticismo absoluto. Sus caracteres son tan verdaderos como las contradicciones humanas".

Pero, ¿hay alguna razón por la que Strindberg haya estado poco presente en nuestros escenarios en los últimos años? Corazza lo achaca a la falta de dimensión épica en su teatro: "Tiene la semilla de la tragedia y de la comedia. A menudo esta dualidad convive en la misma obra de una forma un tanto extraña. Lo cierto es que la comprensión de sus textos es compleja, como lo es también la imaginación que necesitamos para abordarlos. Remueve un mundo interno doloroso, podríamos decir que tiene algo de niño de postguerra. También aprecio en su obra algo muy divertido".

Finalmente, una precisión técnica. El autor de La señorita Julia exige crear comportamientos y procesos anímicos de gran sofisticación. En opinión de Corazza, un trabajo demasiado veloz puede llevar a algo superficial aun cuando se disfrace con esa intensidad que suele resultar seductora. "Si el actor se pone a declamar tendrá problemas -explica- porque son textos que piden la soltura, la espontaneidad y el color de la conversación. Pero si el actor se apoya solo en la naturalidad también surgen problemas porque el texto es más difícil que todo eso. En todo caso, puede llegar a ser una fiesta para la creatividad. Hay secretos muy escondidos en sus textos y tal vez el mayor reto sea descubrirlos. Lo entiendo como una invitación a que el espectador sepa verlos. La pista está en lo más sutil." El público del Lara tendrá que aceptar este desafío con Hambre, locura y genio a partir del 1 de diciembre.