Image: Dresde, música entre el fuego y el hielo

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Escenarios

Dresde, música entre el fuego y el hielo

El festival alemán combina este año la tradición mediterránea, con Italia a la cabeza, con las composiciones escandinavas de Sibelius

13 mayo, 2015 02:00

La Orquesta del Festival de Dresde. Foto: Oliver Killig

Cada año el Festival de Música de Dresde acuña un motto que otorga un sentido y una motivación a su programa. Este año reza Fuego/Hielo. La idea que late detrás es evidenciar la riqueza compositiva del continente europeo, desde los países meridionales (con Italia como bandera) hasta las gélidas tierras escandinavas (con ejemplos señeros como el de Sibelius). Entre ambos polos creativos Dresde reivindica esta edición una fértil equidistancia, que le ha permitido históricamente absorber tradiciones diversas para afirmar la suya propia.

En esta última afloran un ramillete de nombres que orlan Dresde como una de las grandes capitales musicales de Europa. Wagner pasó largas temporadas allí, a orillas del Elba. Bach exprimía la sonoridad majestuosa de los órganos de sus iglesias en el siglo XVIII. Y Richard Strauss, tras sus disputas con las autoridades prusianas de Berlín, le cogió el gusto a estrenar sus óperas en la capital de Sajonia (Feuresnot, Salomé, Elektra, Der Rosenkavalier...).

El festival empieza este miércoles y se prolongará hasta el 7 de junio, casi un mes entero de conciertos servidos por un centenar de artistas en 24 sedes, algunas de ellas soberbias, lo que no es extraño en una urbe bautizada como la Florencia del Este y que supo reconstruirse con una celeridad ejemplar tras el baño de plomo y fuego que le infligió la aviación aliada durante la Segunda Guerra Mundial.

La gala inaugural se desarrollará en el Messe Dresden, macroespacio destinado a acoger ferias, congresos y conferencias, que Jan Vogler, máximo responsable del festival, ha ganado para los melómanos. Allí oficiará Ivor Bolton, director musical del Teatro Real, cargo que alterna con la responsabilidad de comandar también la Orquesta del Festival de Dresde, formación especializada en el periodo barroco y que en este arranque interpretará pasajes de Peer Gynt (Edvard Grieg), Semiramide (Rossini), Cavalleria Rusticana (Mascagni), I masnadieri (Verdi) y de Carmen (Bizet).

Otras agrupaciones de peso internacional y poso histórico seguirán enarbolando un sinfonismo de altura. Aparte de las orquestas locales, la Filarmónica de Dresde y la Staatskapelle de Christian Thielemann, tendrán significada presencia la Orquesta de Filadelfia bajo la batuta de Yannick Nézet-Séguin y la de la Academia Nacional de Santa Cecilia con Antonio Pappano al frente.

La primera concurre en dos fechas. El 24, en la Semperoper, desgranará Sinfonía n° 5 de Tchaikovksy y el Concierto para piano y orquesta de Edvard Grieg. El 26 brindarán el mismo programa pero en la Konzerthaus de Berlín, estrechando los lazos culturales entre ambas ciudades. La segunda comparece también en la Semperoper el 29, reforzada con el chelo de Jan Vogler. En atriles, La isla de los muertos de Rachmaninoff, Variaciones sobre un tema rococó; de Chaikovski y la Sinfonía n°2 de Sibelius. Al día siguiente, escanciarán la Sinfonía n°8 de Bruckner.

En Dresde colocará la pica española el conjunto Al Ayre, acaudillado por Eduardo López Banzo y apoyado sobre la frescura vocal de la soprano Raquel Andueza. Especialistas en el barroco, estilo que tan bien conecta con el público contemporáneo, ensartarán piezas de Händel, Corelli y Zamboni con compositores españoles como José de Torres y Juan Cabanilles. Y la gota de sabor popular la pondrá la portentosa fadista Mariza, con la que el festival echará el telón el 7 de junio.