Luzia Eviza y Montse Gabriel dando vida a Sylvia Plath y Anne Sexton en Techo de cristal¡ 1959 en el Hotel Ritz de Boston. Cada noche durante una semana. Cada día tras el curso de poesía confesional impartido por Robert Lowell. Allí se conocieron y, como un flechazo romántico entre dos astros, al término de cada clase Sylvia Plath y Anne Sexton compartían unos martinis extra secos de más. También charlas, vivencias, secretos. Un misterio aquello que intercambiaron entre una copa y otra en el ambiente ahumado, bajo la protección lujosa del hotel. De su tormento, de su talento, de su vida y suicidio se ha escrito mucho y podemos llenarnos la cabeza de pajaritos que pían las palabras que se pudieron decir. Anne Sexton, tras pedirle a Sylvia Plath el poema perfecto, aconsejó: "Elígete a ti misma". En Techo de cristal, obra que se estrena este fin de semana en Nave73, Laura Rubio (autora del texto) y Cecilia Geijo (directora de escena) recrean la historia de un encuentro real entre dos personas extraordinarias. Tanto Plath como Sexton eligieron la poesía no solo como profesión sino también como una posición de rebeldía y defensa frente a una sociedad que las ahogaba. Las ataba y condenaba a la soledad de la casa, a la sombra del éxito de los demás. No se trata de un biopic ni la intención nace en recrear lo que Plath cocinó tal día, sino en que "esta mujer, que era una gran escritora, prefiriera hacer repostería para que la gente dijera lo buena mujer que era", señala Gallego. Fue en un curso de poesía de Robert Lowell donde se conocieron estas dos almas atormentadas. Era 1959 y Anne Sexton se encontró con una enérgica Sylvia Plath de 27 años. En seguida conectaron, rápidamente se fascinaron mutuamente. Sexton tenía más experiencia pero lo que definía a Plath era su autenticidad. "Cada escena en el Ritz, que es el hilo conductor de la obra, corresponde a cada uno de los días de taller", comenta Laura Rubio. Pero, ¿de qué hablarían en aquellos siete encuentros? "En cada una de ellos he abordado un hito obligado para las mujeres, es como un viaje de atrás hacia adelante. Se habla de la maternidad, del matrimonio, del primer amor, de la primera vez", cuenta la autora. Empieza desde la muerte y acaba en la pubertad, momento de cambio importante que vive cada mujer. Sin embargo, "te dicen cómo tienes que vivirlo, cómo hablar de la sangre sin mencionar la palabra sangre", dice la autora. Y así con todo. Se construye como un viaje al interior, a las entrañas del universo de la mujer para entender que, en muchas ocasiones, estamos lejos de cumplir la perfección social exigida. Esa perfección es, de hecho, otro de los temas que se tocan en Techo de cristal y que "ellas saben que está lejos de lo que pueden conseguir", asegura Rubio. En la intimidad ahumada y alcoholizada se desahogan y hablan de ese "mensaje que reciben de que su lugar tiene que estar al servicio de los demás, de cómo sus sueños y aspiraciones valen menos, de cómo su trabajo se ve constantemente cuestionado", anota Geijo. La narración da saltos en el tiempo y se vuelve compleja por eso el Ritz es el refugio al que se vuelve una y otra vez. Por ello Geijo ha tratado de adaptar el texto "para fundir las escenas unas con otras como se mezclan los recuerdos en nuestra cabeza". Como una infinidad de capas que se superponen a lo largo de los años. Y de la muerte, por supuesto, de sus intentos de suicidio, de cómo superar sus traumas. Pero como muchas veces ocurre en la vida, la teoría y la práctica no se llegan a entender. Se ve en esa escena en la que Plath (interpretada por Montse Gabriel), agobiada y deseosa de quedarse embarazada, pide consejo a Sexton (a la que da vida Luzia Eviza). Ella, ya madre y con experiencia, le advierte de que si se convierte en madre acabará con su carrera como escritora. Aquí, como contrapunto, entra en escena un Ted Hughes (Ismael de la Hoz) con el que habla sobre la maternidad desde el punto de vista del aborto. Porque en realidad la pregunta que acecha es "cómo vivimos las cosas en realidad, la lucha entre la teoría y la práctica", apunta Rubio. A eso se refieren con los saltos en el tiempo en la narración del texto. Por un lado se ve a dos mujeres sentadas junto a sus copas y sus patatas fritas divagando, hablando de sus preocupaciones, de sus heridas, de sus muertes y consiguientes nacimientos. Y en otro lugar de la escena se intercala cómo pudo ocurrir en la realidad, con los datos que se sabe de sus vidas reales tras las investigaciones de la autora de Techo de cristal. Así pues, Sexton le dice que no lo haga, que persiga su sueño, que si acepta una vida convencional tendría que pagar una tasa por ello. Sexton, que se estaba despojando de todas aquellas capas de las que tanto se lamentaba, le aconseja que lo haga de otra manera. "Elígete a ti" por encima de todo. Como un reivindicativo feminista. Con todo, hay un aspecto amable en los encuentros donde se les ve relajadas en una especie de "rebelión amable y divertida", apunta Geijo. Y es que ellas fueron poetas extraordinarias porque supieron extraer capas de la realidad que nadie se había atrevido a tocar, una "serie de leyes secretas que forman el universo de las mujeres". Por eso, a modo de estribillo de una canción, "estos encuentros se vuelven liberadores", matiza Geijo. La perfección exigida Hay algo, más allá de sus circunstancias, que también sirve de nexo entre las dos poetas malditas: el deseo de perfección. Eso mismo que les lleva por un camino peligroso. Aceptar esa imperfección deriva en otro sentimiento que aparece bajo el nombre de frustración. Y "cómo eso nos lleva a cometer errores en nuestra vida como abandonar la carrera profesional, aceptar una vida convencional, incluso el suicidio", dice Rubio. A esto es, por cierto, a lo que hace referencia el título, Techo de cristal, además de ser un guiño a la única novela que escribió Plath, La campana de cristal. Es una metáfora de las barreras que la sociedad impone a la mujer, "esa barrera que impide ascender y que es de cristal por su carácter invisible lo que lo hace, a su vez, más difícil de combatir", aclara la directora. Así es como su época "sirve de marco para establecer paralelismos con la actualidad", asegura la autora. Sin ser estricta en la terminología, la obra apenas cuenta con un par de poemas de las escritoras. "Quería hablar de nosotras a través de nuestras abuelas y lo preocupante es que se parecen mucho a nosotras, que somos modernas". Por eso los temas que se tocan en Techo de cristal "hablan de una limitación, de las barreras que perciben, de las aspiraciones y del precio del éxito". Y, a su vez, ese carácter limitador "lo hace extensible a otro campo y universal". Ambas, atormentadas y aquejadas de trastornos psicóticos terminarán por suicidarse. Primero Plath, con la cabeza metida en el horno tras llevar el desayuno a sus hijos a la cama. Sexton se lamentará, de manera quizá un tanto envidiosa, y escribirá un poema para la novia suicida. Su amiga suicida. Su amiga que se le adelanta. Y, quizá, los encuentros del hotel Ritz ocurrieran así. O tal vez no. @scamarzana