Llega el segundo hito de esta temporada en el capítulo de recuperaciones del Teatro de la Zarzuela. En noviembre el coliseo dirigido por Daniel Bianco desempolvó María del Pilar de Gerónimo Giménez, tras 116 años relegada al olvido. Y este viernes le toca el turno a El sueño de una noche de verano, catalogada por su propio autor, Joaquín Gaztambide, como una "ópera cómica". Sobre su partitura (y sobre el libreto de Raúl Asenjo, adaptado libremente para la ocasión) pesan nada menos que 163 años de silencio. Porque, en efecto, este Sueño zarzuelero se estrenó en el Teatro del Circo de Madrid en 1852 pero no tardó en ser desplazado de la cartelera definitivamente. Eran tiempos en los que desde la Corona (ceñida por Isabel II) se otorgaba preferencia a los músicos italianos sobre los locales.

En la trama original se imaginan las peripecias que rodearon la creación de la fantasiosa comedia shakesperiana. Aparecían personajes como la reina Isabel, Falstaff y el propio bardo de Stratford. En la producción que ahora ve la luz la luz llevaba el timón conceptual sobre el libreto y la escena Gustavo Tambascio. Su muerte no impidió que dejara marcadas las líneas generales del proyecto. Marco Carniti se puso al mando de la puesta en escena y trasladó la historia a la Italia de la dolce vita, de manera que irrumpen en el dramatis personae figurones como Orson Welles, Fellini... Y una excéntrica aristócrata italiana que, movida por su amor a un guionista español, financia el rodaje en cinemascope de una zarzuela para dar proyección internacional al género.

"Gaztambide nos recuerda algo que nos enseñó Shakespeare: que todo en el mundo es teatro. Y lo hace con esta divertida intriga en la línea de las mejores comedias de Goldoni", explica Carniti, que cuenta con sólidos aliados. En el foso, Miguel Ángel Gómez-Martínez (al frente de la Orcam). Y sobre las tablas, dos elencos: los principales papeles se los reparten Raquel Lojendio y María Rey-Joly, Luis Cansino y Valeriano Lanchas, Beatriz Díaz y Sandra Ferrández...