Image: 8M, 4 flautas

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Escenarios

8M, 4 flautas

Con motivo del Día de la Mujer y en el marco del festival Ellas Crean, el Café Berlín acoge la actuación del Quartetazzo, un ensemble formado por cuatro flautistas destacadas de la escena musical madrileña

8 marzo, 2019 01:00

Las cuatro integrantes del grupo Quartetazzo

El Café Berlín de Madrid, templo de la música en directo, se convierte este 8 de marzo en un espacio dominado por mujeres instrumentistas que componen, arreglan e interpretan sus propios temas. Las integrantes del Quartetazzo prometen un concierto que se mueve entre la música latina, el flamenco y el jazz. Emilse Barlatay, Trinidad Jiménez, Leticia Malvares y Carmen Vela son las artífices del peculiar ecosistema. El recital estará aderezado con el baile de Lisi Sfair Denardi y Gabriel Matías además de la percusión del talentoso Epi Pacheco, que lo mismo toca un blues que cualquier palo cañí.

Quartetazzo surgió el verano de 2017 gracias a un curso de flamenco de Jorge Pardo. Al calor de Sanlúcar de Barrameda las flautistas tuvieron la oportunidad de trabajar juntas y maravillarse con sus diferentes modos de hacer sonar la travesera: por soleá, con un sonido melodioso, disparando corcheas con frenesí latino o a ritmo de swing. Desde entonces, combinan música popular, sonoridades contemporáneas e improvisación en un universo sin límites en el que cada cual tiene espacio para su idioma.

Su debut en el Berlín es otro paso en el camino de esta agrupación que, a pesar de su escaso año y medio de vida, cierra fechas en festivales internacionales como el portugués Terras sem sombra y graba este abril su primer disco.

Cuatro mujeres, cuatro mundos

Las del Quartetazzo hablan y tocan con acentos diferentes. A Trinidad Jiménez se le delata Almería al final de las palabras y la flauta le sale por bulerías. Orgullosa, señala el grupo como un signo de que el entorno de la música moderna está abriéndose a más instrumentistas femeninas. Se ha labrado un camino como intérprete, investigadora (es Doctora Cum Laude) y profesora universitaria, topándose con reservas como flautista y como mujer. "Sí hay roles de género en la música popular", sentencia, refiriéndose a la trasnochada costumbre de identificar mujer con cantante o a la concepción de la maternidad como un parón en la vida laboral y artística. Para Jiménez el único modo de desmontar todo eso es estando presente. Insiste en que la mujer que hace música en este siglo ha de "hacerse hueco, mezclarse y apropiarse de los códigos de la escena".

Emilse Barlatay asegura que el fuerte del grupo es que se basa en la "admiración mutua y la apertura al lenguaje de cada una". Llegó a España en 2005, aunque ella y su instrumento siguen sonando tan suave como su deje argentino. Al mudarse le sorprendió la ínfima cantidad de mujeres instrumentistas sobre el escenario y el escepticismo con el que se recibía la presencia femenina en algunas jam session. No obstante, predice un horizonte más halagüeño por razones como la democratización de los estudios musicales y el aumento de modelos femeninos a seguir, cita a la titánica flautista María Toro. Habla de un momento de despegue para las artistas aunque apostilla que hay muchas tareas pendientes que pesan en el mundillo, como la conciliación familiar.

Bailó hasta los 18 años y el vestigio del movimiento se le nota en la voz: charla a ritmo de samba. Leticia Malvares es un torrente brasileño de determinación. Se formó a base de escuchar, memorizar y tocar en una orquesta de música popular en Río de Janeiro, para después ampliar su mundo estudiando clásica y flamenco. Conservatorio temprano, bossa-nova por la tarde, tablao de noche. En su dilatada carrera admite haber vivido episodios de menosprecio: "En una prueba de sonido pedí al técnico que me bajara los agudos. Movió la mano pero no hizo nada, tuve que volver a pedirlo hasta que me hizo caso". Habla del machismo como algo sutil que por lo general lleva a la mujer a adoptar una actitud más dura, aunque dice haber superado esa fase. "Ahora vivo en una burbuja de amor y bragas", bromea aludiendo a la "buena energía" del proyecto flautístico.

Carmen Vela vive en un pentagrama: toca, escribe, enseña y programa música. La madrileña, que también es historiadora, comenzó por el piano clásico, tuvo romances con la guitarra y el violín pero, al llegar la edad del pavo, se tiró por la flauta y el jazz. La escasez de referentes en el género le causó algún quebradero de cabeza hasta encontrar su forma de expresarse, pero ha logrado colocarse como una imprescindible en la escena de la capital. Al igual que Jiménez, cree que el mejor modo de que la mujer avance como instrumentista es "demostrar la valía mediante hechos y presencia".

Eso es precisamente lo que hará el Quartetazzo en el Berlín.