Muere la actriz Victoria Rodríguez, viuda de Buero Vallejo, a los 88 años
Dice su biógrafo Gabriel Porras que era "el ejemplo cabal de actriz de teatro: una intérprete vocacional, de raza, que lleva dentro la esencia genuina de la interpretación”
16 julio, 2020 10:18De Victoria Rodríguez dice su biógrafo Gabriel Porras que era "el ejemplo cabal de actriz de teatro: una intérprete vocacional, de raza, que lleva dentro la esencia genuina de la interpretación”. Viuda del dramaturgo Antonio Buero Vallejo y toda una institución en el mundo del teatro, ha fallecido este miércoles a los 88 años, en el hospital Nuestra Señora del Rosario de Madrid, a consecuencia de una neumonía.
Victoria Rodríguez era hija de los actores Paquita Clavijo y Manuel Rodríguez, que, cuando nace la actriz, el 24 de septiembre de 1931, formaban parte de la compañía de Valeriano León y Aurora Redondo. Tras perder a su padre en 1940, y dirigida por Fernando Porredón, debuta en 1948 en el teatro Talía de Barcelona con la obra El jockey, de Jean Conty y Georges Vissant, para recalar inmediatamente después en la compañía de su madre con el reestreno, también en Barcelona, de la obra de Benavente Don Magín el de las magias. A partir de ahí, se convierte en la dama joven del elenco y con Valeriano León y Aurora Redondo cubre su primera etapa profesional representando obras tan conocidas como El padre Pitillo y Es mi hombre, de Carlos Arniches, La venganza de don Mendo, de Muñoz Seca, Don Periquito, de José de Lucio, y El vampiro de la calle Claudio Coello, de Luis Escobar y Juan Ignacio Luca de Tena.
Una sustitución la pone en manos de la compañía de Tina Gascó y Fernando Granada, donde alcanza su consagración. En 1951, estrena allí Elena tiene un pasado, de Marc-Gilbert Sauvejon, pero el gran éxito le llega en 1952 con Juego de niños, de Víctor Ruiz Iriarte, que la convierte en una actriz de renombre. Asimismo, estrena El remedio en la memoria, de José López Rubio y El Café de las Flores, de Ruiz Iriarte, y, tras un breve periodo de nuevo con Aurora Redondo, es contratada por las compañías de Lili Murati y Milagros Leal, hasta que llega 1956, un año clave en su vida, tanto profesional, como personalmente. En marzo de ese año recibe una propuesta del Teatro María Guerrero para estrenar la obra de Antonio Buero Vallejo Hoy es fiesta, donde representó el papel de Daniela. Profesionalmente, suponía dar el salto a los teatros nacionales, donde trabajó muchos años, con todo el prestigio que éstos aportaban; personalmente, le permitió conocer al que después sería su marido y compañero durante más de cuarenta años: Antonio Buero Vallejo.
Tras el éxito de Hoy es fiesta, se incorpora a la compañía titular del María Guerrero y estrena La ciudad sin Dios, de Joaquín Calvo Sotelo, defendiendo con tanta brillantez su personaje que recibe el Premio Nacional de Interpretación de 1957. Tras La ciudad sin Dios estrena, en el mismo teatro, La reina muerta, de Henri de Montherlant, Los pobrecitos, de Alfonso Paso, Como buenos hermanos, de Lilian Hellman, o La malquerida, de Benavente. En 1958, participa en el estreno mundial de Los hombres del triciclo, de Fernando Arrabal, en el teatro Bellas Artes, y en la versión de La celestina estrenada en el teatro Eslava con dirección de Luis Escobar y Huberto Pérez de la Ossa e Irene López Heredia en el papel protagonista, que alcanza un gran éxito en el Teatro Sarah Bernhardt de París en el marco del Festival Internacional de Teatro de las Naciones. También ese año, interpreta su primer Don Juan Tenorio, obra que repetiría en ocho montajes más a lo largo de su carrera.
En 1959 contrae matrimonio con Antonio Buero Vallejo, con quien tiene dos hijos, Carlos y Enrique (fallecido en accidente de tráfico en 1986). De su marido, además de Hoy es fiesta, estrenó Las Meninas, Aventura en lo gris, La Fundación y Jueces en la noche, y reestrenó Las cartas boca abajo, El tragaluz e Historia de una escalera, esta última en sus reposiciones de 1967 y 2003.
La vida familiar reduce su presencia en las tablas, aunque sigue protagonizando estrenos destacados como El zapato de raso, de Paul Claudel, El alcalde de Zalamea, de Calderón, Nuestra Natacha, de Casona, o Tragicomedia del ilustrísimo señor, de Federico Romero. Fue también asidua de los Estudio 1 de televisión española, y otras series dramáticas, e intervino en un total de siete películas.