La danza tecnológica: bailando el siglo XXI
El matrimonio del cielo y el infierno. Foto: J. C. Arévalo
La irrupción de herramientas técnicas y programas informáticos en el mundo de la danza es ya una estimulante rutina que está potenciando la expresividad del cuerpo. Figuras como Cunningham y Forsythe abrieron camino. Ese legado hoy lo continúan coreógrafos como Blanca Li, Muriel Romero y Pablo Palacio (Instituto Stocos), Sol Léon, Jone San Martín y José Montalvo. Con todos ellos hablamos sobre el potencial de estos recursos y celebramos, el domingo 29, el Día Internacional de la Danza.
Muriel Romero (Murcia, 1972), fundadora del Instituto Stocos junto al compositor Pablo Palacio, dio sus primeros pasos como bailarina clásica con Maya Plissetskaya. "Entré en contacto con la tecnología aplicada a las artes cuando creé Acusmatrix, mi primera pieza con Pablo", explica a El Cultural. "Participamos en un festival en Túnez que reunía a las figuras más importantes de la danza/música y tecnología, como Mark Coniglio o Robert Wechsler, y curiosamente algunos pensaron que nosotros estábamos usando tecnología interactiva para conectarme con el sonido, así que decidimos probar y explorar.
La tecnología puede emplearse para amplificar la consciencia corporal mediante un intercambio visual y sonoro en tiempo real". Más allá de sus beneficios en coreografía, Romero cree que "deberíamos preguntarnos qué está aportando hoy la danza a la tecnología, porque hay gran interés en el desarrollo de diseños interactivos basados en gestualidad corporal". Las artes del movimiento, insiste, "pueden contribuir al desarrollo de sistemas que exploren el cuerpo en toda su extensión y complejidad". La tecnología les permite acercar los dos ámbitos en los que se ejecuta o conoce la música: "Por un lado, el análisis: fijar lo que se sabe que se sabe", y también "el conocimiento implícito asociado al movimiento corporal: lo que no sabemos que sabemos". Esa bipolaridad fue el germen de su Matrimonio del Cielo y el Infierno, recién creada en Naves Matadero y que en los próximos meses visitará, entre otros lugares, el Museo Universidad de Navarra en Pamplona."La tecnología puede amplificar la consciencia corporal mediante un intercambio visual y sonoro". Muriel Romero
El coreógrafo de origen español José Montalvo (Toulouse, 1954) lleva décadas integrando la videocreación; en 1997 estrenó su ya célebre Paradis en la que los bailarines comparten escenario con reproducciones de su propia imagen mientras se asoman o esconden detrás de la pantalla, en una pieza llena de humor e ingenio. "Al principio usar el vídeo era como un juego porque siempre me había encantado el cine y era una forma barata de hacerlo. Después me di cuenta de que es una cadena que puede unir unas cosas con otras", dice Montalvo. que ha sido galardonado con un Premio Lawrence Olivier. Creador de una coreografía para 250 jóvenes en la parisina Plaza de la Concordia que conmemoró el centenario de la Primera Guerra Mundial, Montalvo sigue experimentando. Los bailarines de su reciente Carmen (s) -que podrá verse del 3 al 6 de mayo en la Scène nationale des Gémeaux (Sceaux, Francia) y más tarde, en Luxemburgo- cantan y bailan flamenco, hip-hop, danza tradicional coreana o ballet y sus voces, en varios idiomas, están amplificadas por micrófonos inalámbricos.
Carmen (s). Foto: Patrick Berger
La cordobesa Sol León, afincada desde 1987 en el Nederlans Dans Theater (NDT), del que hoy es Coreógrafa Residente y Asesora Artística, también emplea proyecciones y otros recursos junto a Paul Lightfoot, actual director de la compañía. "Cuando empezamos a usar audiovisuales en Silent Movie o Shoot the Moon, era importante para nosotros tanto estética como simbólicamente; era parte de la raíz del mensaje que queríamos transmitir. La evolución tecnológica es muy rápida y todos sentimos su avance en el día a día, pero tenemos que tener clara la razón para emplearla y cómo hacerlo". Admira las mejoras en el campo de la iluminación y a pesar de los posibles excesos, no adivina un detrimento de la coreografía en sí misma. "Esta integración con la tecnología ayuda a la expresión y creo que la danza ha dejado de ser un pasatiempo para convertirse en una forma de compartir todo lo que afecta al planeta. También puede admirarse la danza por su maestría técnica, pero hoy debería ser un arte amplio, universal… y si es gracias a otras disciplinas artísticas, ¡genial! ¡Todo está en constante transformación!". León reconoce que en los últimos años ha aumentado su interés por estos recursos: "Abrazaré cualquier herramienta que contribuya a la belleza y tenga un uso justificado en escena". Subtle Dust, su nueva creación con Paul Lightfoot puede verse entre los días 8 y 12 de mayo interpretada por la NDT2, agrupación joven de la compañía titular, en Haarlem, Nimega y Heerlen (Holanda).Jone San Martín (San Sebastián, 1966) ofrece el día 29, en los Teatros del Canal, Legítimo/Rezo, una conferencia bailada que parte de su trabajo con el coreógrafo estadounidense William Forsythe. "Más que servirse de la tecnología para ilustrar danza, él la usa como elemento externo de inspiración que influye en la manera de improvisar", explica.
Un campo de minas
Más lejos llegó Forsythe en Decreation, de 2003, You made me a monster o Clouds after Cranach, ambas de 2005, que distorsionaban la voz de los bailarines, y en Kammer/Kammer, de 2000, con 8 cámaras en el escenario "de las que podíamos manipular 2, y las demás estaban fijas o eran manejadas por los técnicos desde la cabina. Lo más interesante era que teníamos ángulos muertos y en ocasiones el público sólo veía a un bailarín, mientras los otros 25 nos escondíamos. Era como bailar en un campo de minas", recuerda divertida. "Forsythe -dice San Martín- es como un niño juguetón que a veces se aburre de las cosas y las deja de lado. Con él nunca prevaleció la tecnología sobre el trabajo del bailarín, y eso se lo agradezco mucho; sólo era una herramienta". El coreógrafo ha desarrollado últimamente sus Choreographic Objects: instalaciones metafóricas diseñadas a partir de los patrones de creación desarrollados con sus bailarines durante años. Un exhaustivo compendio sobre la obra de Forsythe puede verse en Rennes (Francia) hasta el 6 de mayo, donde el Teatro Nacional de Bretaña, el Museo de la Danza y Les Champs Libres reúnen danza, instalaciones y vídeos que desmenuzan sus vínculos con la danza neoclásica, posmoderna y contemporánea.Silent Screen. Foto: Rahi Rezvanni
@ElnaMatamoros