Image: Mussorsky/Ravel
Mussorsky/Ravel
Cuadros de una exposición
19 julio, 2000 02:00
Gönter Wand, gran bruckneriano, beethoveniano o schubertiano, muestra aquí uno de sus ángulos más exquisitos en la exposición de estas obras de extracción o vecindad francesa.
Los fragmentos sinfónicos de Le Martyre de Saint Sébastien de Debussy nos revelan un refinamiento en las texturas, un cuidado en las dinámicas y una lógica en el fraseo que no imaginábamos en el austero y anciano director, que acometió por primera vez la interpretación de la obra entera allá por 1967. Magnífica la progresión, el juego de timbres y el crecimiento realizados en el cuarto número, El Buen Pastor. Sin la frescura y transparencia de un Monteux o la fantasía de un Cantelli, esta versión brilla a gran altura. La grabación es de un concierto de 1982.
En los Cuadros de una exposición, grabados en 1999, que no poseen el abigarrado colorido de los de otras batutas o la gradación de intensidades de la de Celibidache, Wand consigue una recreación casi hipnótica por el mantenimiento desde el principio de un tempo de base, una pulsación prácticamente inamovible.
Los fragmentos sinfónicos de Le Martyre de Saint Sébastien de Debussy nos revelan un refinamiento en las texturas, un cuidado en las dinámicas y una lógica en el fraseo que no imaginábamos en el austero y anciano director, que acometió por primera vez la interpretación de la obra entera allá por 1967. Magnífica la progresión, el juego de timbres y el crecimiento realizados en el cuarto número, El Buen Pastor. Sin la frescura y transparencia de un Monteux o la fantasía de un Cantelli, esta versión brilla a gran altura. La grabación es de un concierto de 1982.
En los Cuadros de una exposición, grabados en 1999, que no poseen el abigarrado colorido de los de otras batutas o la gradación de intensidades de la de Celibidache, Wand consigue una recreación casi hipnótica por el mantenimiento desde el principio de un tempo de base, una pulsación prácticamente inamovible.
