SAMUEL BARBER: Obras orquestales.
Como corolarios del Adagio, y continuando su estética contemplativa, surgen los tres Ensayos para orquesta. Más autonomía e interés tiene el Concierto para violín, pieza virtuosa al estilo decimonónico. Hay mucho lirismo en sus dos prime- ros movimientos, que Elmar Oliveira explota con sabiduría y musicalidad. La versión de Slatkin de las obras orquestales es minuciosa y original. El Adagio suena lentísimo, que es lo suyo, la curva de tensión asciende con suavidad y alcanza el clímax con notable precisión. Muy bien la Sinfónica de Saint Louis.
Menos satisfactoria resulta la parte camerística del álbum, cuya toma de sonido parece hecha con desgana. Israela Margalit toca sin deslumbramientos tres piezas para piano.