Música

Berio, el devorador

12 diciembre, 2001 01:00

Reconstruir un final para Turandot es la forma que tiene Berio de zamparse a Puccini. Berio, artista hambriento, engulle la música toda. Cuando hay algo que suena, Berio lo oye, lo enfila, lo fagocita, lo asimila y lo hace suyo. No lo puede evitar, porque ése es el sino de los músicos de raza. Amar la música es ir a por ella y apropiársela. Berio, que es un excelente orquestador, en realidad es incapaz de orquestar: tiene que reconstruir, versionar, recrear. Así, a lo largo de setenta y tantos años de ansia musical, Berio ha ido anexionándose a sus amores: a James Joyce en Thema, su primer aldabonazo, a Monteverdi en Il Combatimento y en Orfeo II, a Mahler en Sinfonía, a Kurt Weill en Surabaya Johnny, a Boccherini en la Rittirata, a Falla en las Canciones, a Schubert en Rendering, a la música de pueblo en Folk songs, a los instrumentos de la orquesta, uno por uno, en las sucesivas Secuencias, a sus muchos amigos, también uno por uno, en los Duetti para dos violines.

Luciano Berio es un genio de la música y, como tal, junto a una curiosidad insaciable, ostenta el don de la creatividad: todo lo que toca se hace nuevo porque se hace suyo. Resulta, además, que Berio se ha convertido en mito. Es una figura legendaria que contiene muchas palabras mágicas (Circles, Chemins, Bruno Sequenza, Berberian, Fonología) y muchos lugares sagrados (el aula de Dallapicola en Tanglewood, el santuario de la vanguardia en Darmstadt).

Berio es, además, un hombre de teatro, lo lleva dentro y no es de extrañar que el vacío de Turandot le atraiga poderosamente. Toda la música de Berio es, en cierta manera, representación, pero su catálogo tiene magníficas partituras pensadas expresamente para la escena, desde la pantomima Allez-hop (1953) hasta el ballet Per la dolce memoria (1974), desde el radioteatro A-Ronne (1975) hasta las óperas salzburguesas Un re in ascolto (1984) y Cronaca del luogo (1999).

Luciano Berio: un músico de nación, una vida legendaria, un talento abrumador, un curioso compulsivo, un explorador del espíritu. Que venga a Canarias a exponer los detalles de su última expedición pucciniana es un lujazo que conviene agradecer al Festival.