Image: Leonard Slatkin

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Música

Leonard Slatkin

“Patrocinar no significa interferir en el programa”

15 mayo, 2002 02:00

Leonard Slatkin. Foto: Steve J. Sherman

La National Symphony Orchestra, la "Orquesta de los Presidentes", visita el Auditorio Nacional el sábado 18 de mayo en la única escala española dentro de su amplia gira europea. Bajo la dirección de su titular, Leonard Slatkin, también máximo responsable de la BBC Symphony, ofrecerá un programa con obras de Sierra, Bernstein y Prokofiev, en lo que supondrá el regreso de esta formación a Madrid tras veinte años de ausencia. Con este motivo Slatkin ha hablado con El Cultural.

En pocas ocasiones una orquesta americana realiza una gira por Europa de tan amplias dimensiones como ésta de la National Symphony de Washington. En algo más de quince días visitará los principales auditorios de Viena, Berlín, Londres, ámsterdam o París, así como los de Praga o Lisboa donde recalará por primera vez. El Auditorio Nacional será su inevitable escala española en un programa en el que presentará obras de autores propios, caso de Roberto Sierra o de Leonard Bernstein, de quien interpretará su Serenade junto al joven virtuoso Joshua Bell. En la segunda parte se incluye la Quinta de Prokofiev.

Fundada en 1931, en una ciudad como Washington cuya vida musical está a gran distancia de otras urbes como Nueva York, Boston o Chicago, la National Symphony tuvo entre sus titulares a dos nombres de peso, el húngaro Antal Dorati y, especialmente, el ruso Mstislav Rostropovich que permaneció al frente desde 1977 hasta 1994. El carisma del cellista y sus contactos internacionales solaparon las limitaciones de su batuta, anclando a la orquesta en un segundo lugar frente a las falanges de Philadelphia, Cleveland o Los Angeles.

Para redimirlo fue elegido como titular Leonard Slatkin (1944). Por edad y formación, se puede considerar perteneciente a la primera generación de directores auténticamente norteamericanos herederos de Bernstein. De su misma edad son James Levine (1943), Dennis Russell Davies (1944) o Michael Tilson Thomas (1944), que han trascendido las fronteras de su país. Nacido como este último en California, hijo del violinista y fundador del Hollywood String Quartet, Félix Slatkin, su talento se mostraba con apenas tres años. Más tarde sería alumno de dirección de Walter Sösskind y de composición de Mario Castelnuovo-Tedesco.

Estrecho vínculo
Su estrecha vinculación con la Orquesta de Saint Louis, que le lanzó a la fama, se iniciaba cuando apenas había cumplido 23 años. En 1971, cuando no tenía ni treinta, es nombrado su titular convirtiéndola en una de las formaciones más brillantes del sur de Estados Unidos, con la que visitó en su día España con éxito. "Mi época en Saint Louis fue de verdad un tiempo maravilloso" comenta a EL CULTURAL con entusiasmo. "Ello ha sido resultado de que en Estados Unidos las instituciones artísticas confían en la hábil combinación de la dirección musical con los responsables administrativos. Trabajar juntos propicia proyectos comunes que, en su mayor parte, se logran. Es muy similar a lo que pasa ahora en Washington".

-¿Por qué dejó Saint Louis?
-Porque he sido su director musical durante diecisiete años, y he pasado otros diez años vinculado a ella, lo que hace una suma total de veintisiete. Habiendo logrado todas las metas que me propuse, me parece que ya es un tiempo adecuado para buscar otro tipo de proyecto.

-En USA se conoce a la Washington Symphony como la Orquesta de los Presidentes por su ubicación en la capital. Sin embargo en Europa no acaba de merecer la consideración de otros conjuntos norteamericanos, ¿puede ser debido a la presencia de un director controvertido como es Rostropovich?
-En mi opinión, la National Symphony es bastante bien conocida en Europa (cortante). El maestro Rostropovich la llevó aquí en varias ocasiones y ésta ya es mi segunda gira con la orquesta, aunque será la primera visita a Madrid después de veinte años.

-¿Ser denominada "National" lleva una responsabilidad añadida?
-Como orquesta residente en la capital de la nación tiene una responsabilidad especial en lo que se refiere a la música de todo el país. Sin embargo, es importante para nosotros establecer ámbitos que son exclusivos de nuestra propia área geográfica. Formamos parte del Kennedy Center for the Performing Arts y tenemos una colaboración con nuestros compañeros del Center. Hemos establecido el "National Conducting Institute" (Instituto Nacional de Dirección de Orquesta), un proyecto que facilita que los directores hagan una transición de las orquestas de formación a las profesionales. Tenemos una serie anual de estancias cada año en un estado, en un sistema de intercambio que les da una voz propia, además de numerosos programas educativos.

-¿Cómo ha conseguido mejorar la sonoridad de su orquesta?
-La orquesta y yo trabajamos muy duro para encontrar un balance entre la típica orquesta americana, en términos de repertorio, y europea en lo que se refiere a nuestro sonido. En particular, la sección de cuerda es la que ha enriquecido en mayor medida en los últimos años en Estados Unidos.

-En Europa se mira con cierta suspicacia el hecho de que las orquestas americanas se apoyen tanto en los patrocinadores, ya que eso parece implicar una cierta presión por su parte en la programación.
-La mayoría de las orquestas americanas necesitan del dinero privado para su sostenimiento. Pero nunca he encontrado que ello interfiera en la selección del programa. Los directores musicales están elegidos porque los patrocinadores apoyan un liderazgo fuerte. Si las juntas están descontentas con la programación pueden o bien pedir que ésta se cambie o elegir otro director musical. Afortunadamente, esta situación no ha llegado aquí.

Leonard Slatkin, que había tenido una estrecha relación con la Philharmonia londinense, era elegido en 2000 nuevo titular de la BBC Symphony, en sustitución de Andrew Davis. Del mismo modo que pasó a sus colegas americanos con algunos conjuntos europeos, como Levine en Múnich o Tilson Thomas en la London Symphony, la relación con la radio británica no ha acabado de cuajar. La emisora británica confirmaba su rescisión en 2004.

Doble titularidad
-Recientemente se ha anunciado que no renovará su contrato con la BBC. ¿Por qué no ha cuajado su relación con ella?
-He tenido una maravillosa colaboración con la BBC. La mayoría de mis predecesores pasaron tres o cuatro años en este puesto y esto va a ser lo que suceda en mi caso. Estoy esperando ahora las dos temporadas próximas. Los futuros proyectos dependen de la orquesta.

-La mayoría de las orquestas radiofónicas pasan por situaciones muy difíciles. ¿Cuál debe ser el papel de estos conjuntos en el futuro?
-La función de una orquesta de radio ha cambiado en los últimos veinte años. Mucha gente obtiene la música por muchas más fuentes que la radiofónica. Donde las orquestas de la radio continúan siendo cruciales es en la presentación de aquella música que es nueva o que raramente se toca. Los europeos oyen mucho más la radio que los americanos, pero incluso aquí las cifras están a la baja. La verdad es que resulta muy difícil saber qué pasará con ellas en los próximos diez años.

-¿Percibe que hay una regresión en las programaciones de las orquestas sinfónicas?
-No creo que las orquestas sean más conservadoras ahora que en el pasado. De hecho, todas están preparadas para transmitir a sus audiencias nuevas versiones de la música que vienen a suponer un test de cada tiempo. Con vistas a configurar una personalidad, cada orquesta necesita desarrollar una determinada relación con algún repertorio especial, que no sea habitualmente interpretado por otras formaciones. Aquí en Washington se hace un obvio énfasis en la música de este país.

-Usted tiene una gran experiencia discográfica, con más de cien registros hasta el momento. ¿Cómo ve la situación del sector?
-Actualmente estoy grabando seis discos en Londres para la firma Chandos. Considero que la industria discográfica está en una transición y la palabra clave es "grabación". Los métodos de distribución ahora incluyen desde compañías propias a internet. Las reglas están cambiando. Y la manera de escuchar de la gente está cambiando con ellas.