Image: Mozart con ojos de Zedda

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Música

Mozart con ojos de Zedda

El maestro italiano aterriza en La Coruña

15 mayo, 2003 02:00

Producción de Zaide. Foto: Festival Mozart

Después de quince años bajo la dirección de Antonio Moral, el Festival Mozart, nacido en Madrid y reubicado en La Coruña, recibe a un nuevo titular: Alberto Zedda. Respetado musicólogo y carismático director de orquesta, viene dispuesto a ofrecer una nueva visión a la que no será ajeno su vínculo con Rossini. La cita comienza el 17 de mayo, con rumbo puesto al año 2006, bajo la mágica referencia del 250 aniversario del compositor salzburgués.

La Coruña afronta su nueva cita con Mozart, en el festival que lleva el nombre del salzburgués. Por supuesto el compositor austriaco sigue siendo el principal reclamo, pero, como ya es norma, hay otros nombres a su alrededor que completan, dan forma y enriquecen la muestra, cuyos puntos fundamentales dejó marcados, antes de irse, Antonio Moral, director del festival desde que éste nació, hace 15 años.

Se ha proyectado, y ésta es una buena línea de vertebración, la integral de las Sonatas para piano del músico. Cinco buenos pianistas españoles de distintas generaciones son los encargados de su traducción. Las jóvenes Alba Ventura y Marta Zabaleta compartirán cartel con los más veteranos y acreditados Josep María Colom, Cristina Bruno -pianista coruñesa que se prodiga poco- y Almudena Cano, una fina artista que se dedica fundamentalmente a la enseñanza. Junto a las dieciocho sonatas se colocan estratégicamente los Rondós K 485 y 545 y la Fantasía K 475. Un ciclo lleno de bellezas del más puro clasicismo.

Sin duda este ciclo es novedad en La Coruña; como lo es la zarzuela barroca en dos actos Júpiter y Semele de Antonio de Literes, con libreto de José de Cañizares, compuesta en 1718. El celebrado conjunto Al Ayre Español, que dirige Eduardo López Banzo, corre con la interpretación, que requiere, por supuesto, instrumentos de época y voces especializadas; como las de la tan aplaudida soprano aragonesa Marta Almajano (Júpiter) o la mezzo asturiana Lola Casariego (Cupido). Semele es Virginia Ardiz. Habrá una semiescenificación que lleva a cabo Carlos Martín. Con este primer espectáculo, el sábado se inaugurará el Festival.

Rareza, y grande, lo constituye la ópera de Haendel Imeneo, de 1740, que pone en escena el equipo de la ópera de Cámara de Varsovia, que, como ha de recordarse, fue el que nos trajo toda la obra lírica del salzburgués en los primeros años del Festival en Madrid. Una compañía modesta pero eficaz, que sigue gobernada en lo escénico por el imaginativo Ryszard Peryt, capaz de hurgar en las estructuras más íntimas con cuatro elementos. Un conjunto de voces polacas desconocidas, dirigido por Wladylaw Klosiewicz, el Coro de la compañía y la orquesta de época Musicae Antiquae Collegium Varsoviense contribuirán a la buena marcha del espectáculo.

Cuidadoso y musical
En el capítulo estrictamente mozartiano la novedad es El rapto en el serrallo, que se pone por primera vez en el certamen y que estará en las manos del siempre cuidadoso y musical Jesús López Cobos, muy apreciado en La Coruña. Dirige a un equipo vocal de buenos mimbres, con los muy ligeros Ingrid Kaiserfeld y Werner Göra en cabeza. El Osmín de Franz-Josef Selig, un bajo de excelente pasta, puede resultar. Hay más dudas respecto al Pedrillo del tenor albaceteño José Ferrero, que no es precisamente un dechado de gracia. La producción, firmada por Eike Gramms, proviene del Maggio Musicale Fiorentino. Se repiten los montajes de La flauta mágica y de Zaide. Aquél, estilizado, ingenuo y colorista, se debe a Els Comediants y cuenta en esta ocasión con la sensible Pamina de Isabel Monar, el sólido Sarastro de Selig, la aérea Reina de Kaiserfeld y el atractivo Papageno de Nicola Ulivieri, que gustara bastante en Leporello hace un par de años. El Tamino de José Ferrero plantea ciertas dudas: es un tenor de buenos medios, pero que no ha resuelto todavía -al menos la última vez que lo escuchó el que escribe- algunas cuestiones básicas de tipo técnico. La experiencia y buen criterio de Víctor Pablo Pérez animarán musicalmente la función. La producción de Zaide, poética y lineal, elegante y discreta, lleva la firma de Santiago Palés, un joven regista actualmente en alza. Isabel Rey, con la voz ahora más ancha -y con el agudo más esforzado- será Zaide. Reynaldo Macías, Gomatz. Repite como Soliman el descolorido Jeremy Ovenden. En el foso, el variado y, a veces variable, Rinaldo Alessandrini.

El plato fuerte operístico, que cierra el festival, es el Tancredi rossiniano, que gobernará el apóstol del compositor, Alberto Zedda, un magnífico músico, lleno de vida y salero, y un desigual director. La mezzo lírica Daniela Barcellona, en plenitud de medios, en la cresta de la ola ahora mismo, es la travestida protagonista. Raúl Giménez, que vive ya, sin embargo, horas bajas tras su deslucida Favorite de Madrid, es Argirio (una pena no poder contar con Flórez). Ulivieri es Orbazzano y la siempre bien venida María José Moreno, artista muy querida en esta parte del Noroeste, es Amenaide. Completan el reparto dos Marinas: Cusì, como Isaura, y Pardo, como Ruggiero. La puesta en escena lleva el sello del fantasioso Pier Luigi Pizzi y pertenece al Festival de Pésaro.

Importante reto
Hay dos bellos conciertos sinfónico corales que protagoniza Víctor Pablo. En uno se ofrecen el famoso motete Exsultate Jubilate de Mozart, en donde la soprano ligera argentina Soledad Cardoso se enfrenta a un buen reto, y la Misa nº 2 D 167 de Schubert. El solicitado Ferrero y el barítono José Antonio López completan el equipo vocal. El otro programa tiene como obra única el siempre resultón oratorio La Creación de Haydn, que cantará un buen trío solista: Ruth Ziesak, Werner Göra y Selig. En ambos casos participan la Orquesta Sinfónica de Galicia y el Coro de Cámara del Palau de Barcelona que dirige Jordi Casas. Será curioso ver a un experto en música antigua y barroca como Paul McCreesh al frente de la Real Filharmonía de Galicia para dirigir la Sinfonía nº 1 de Mozart y las Sinfonías 21 y 103 de Haydn. Un instrumentista de gran talla, en los últimos años muy interesante director, Christian Zacharias, ofrece un programa muy bello: fragmentos del ballet Las criaturas de Prometeo y Sinfonía nº 4 de Beethoven y Concierto para piano nº 24 de Mozart. Y Massimo Spadano, el estupendo y entusiasta concertino de la Sinfónica de Galicia, hace, con el grupo de cámara de la orquesta, su tradicional concierto, en este caso compuesto por la obertura de La Clementina de Boccherini, Concierto para violín en sol mayor, con él como solista, y Sinfonía nº 40 de Mozart.

La música de cámara está bien representada con los Cuartetos Janácek y, sobre todo, de Tokio, que, junto a Mozart, sitúan a Schubert como base de sus programas: Cuartetos La muerte y la doncella, Rosamunda y Quinteto para dos chelos. En esta obra interviene, con el Janácek, el bilbaino Asier Polo. Y no podía faltar el lied. Ruth Ziesak, que anuncia lieder sobre poemas de Goethe de Schubert, Werner Göra, que cantará Amor de poeta y Liederkreis op. 24 de Schumann y algunos de Wolf, y Ewa Podles, que dejará correr su rotunda voz de contralto en obras de Chopin, Haydn y Rossini (rareza de este último: la cantata Giovanna d’Arco) son tres buenos elementos. A destacar de manera especial la sesión dedicada al Cancionero italiano de Wolf en el centenario de su muerte, con la participación del barítono Dietrich Henschel (reconocido por la versión semiescenificada de Viaje de invierno de Schubert) y de la soprano Michaela Kaune. Fritz Schwinghammer estará en el piano.