Image: Max Aub memoria de un olvido

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Teatro

Max Aub memoria de un olvido

Monleón recupera al dramaturgo exiliado en Transterrados

15 mayo, 2003 02:00

Foto: Benito Pajares

Fue un dramaturgo apegado a la historia, que luchó por llevar la ética a la política y a su propia obra. En el aniversario de su nacimiento, Max Aub es rescatado del olvido por los fastos conmemorativos. Transterrados, obra de José Monelón, es un esfuerzo por recuperar su presencia en los escenarios, pero sobre todo por comprender quién era este exiliado que lloró a España desde México y que fue injustamente olvidado. Poliédrico y evocador, este montaje que dirige María Ruiz se estrena el 15 de mayo en el Rialto de Valencia.

"Max, no busques ese sitio y esa razón que los demás no te dan y que tenías la oscura esperanza de encontrar en la España de hoy... Y que quizá tampoco tuvimos nunca en la España de ayer, donde, tantas veces, sin saberlo, empezamos a sentirnos transterrados". Palabras del dramaturgo José Moleón en la boca de uno de sus personajes, el Max Aub joven, que recuerda en Transterrados a un Aub viejo y aún idealista que se resiste a renunciar al sueño por el que luchó en vida y en obra: "El de un país en el que la moral fuera indisociable de la acción política" y en el que una escena envilecida por sobredosis de álvarez Quintero y Muñoz Seca "cediera ante un teatro ético y comprometido", dice Monleón. El teatro tiene la grandeza de la memoria y de la invención: permite saldar cuentas con el pasado arrojando luz sobre la oscuridad de la memoria colectiva. ésta puede que sea la ocasión de rememorar con poesía, nostalgia y justicia la figura de Max Aub, un hombre que formó parte de la historia, nutriendo con ella su teatro y que, sin embargo, sufrió sus desdenes, sus injusticias.

Rescatar al olvidado
Transterrados -o Historias del transtierro, como originalmente se tituló- es una ambiciosa producción. En este caso el adjetivo no se refiere a una producción multimillonaria ni a un espectáculo de gran formato. Es "ambiciosa" porque su autor intenta la titánica labor de rescatar del olvido la memoria de Max Aub y "explicar quién fue, interpretando su mundo". Monleón, un dramaturgo tan comprometido con el teatro y con la justicia social como lo fue Aub, conoció al autor que vivió 30 años en el exilio mexicano. De esta amistad y del profundo conocimiento que tiene de su vida y obra -Monleón realizó la dramaturgia de La gallina ciega que se estrenó en el María Guerrero en 1983 con dirección de José Carlos Plaza y protagonizada por Nuria Espert y Ana Belén- nace Transterrados, una producción de Teatres de la Generalitat Valenciana.

Pero, ¿Quién era realmente Max Aub? Monleón ha abordado este personaje desde su faceta de "hombre moral y comprometido. Es un personaje ético y por eso quijotesco, que se enfrenta a todos por su proyecto de España". Desde el exilio inventó una "España posible, que él vio encarnada en la República. Sin embargo, tras la guerra civil se quedó sin país porque su proyecto se había truncado. Ese choque entre lo que deseaba, por lo que había luchado, y la realidad -las luchas entre los partidos republicanos, la guerra y el franquismo- es una de sus mayores contradicciones. Su mayor grandeza fue pensar que la moral era indisociable de la acción política". Aub fue un republicano convencido, un hombre de la escena que comienza haciendo un teatro de vanguardia -creó la compañía El Búho y colaboró con La Barraca de Lorca- para convertirse, durante su exilio mexicano, en un autor que escribía sobre España pero que no podía publicar ni estrenar en su país. Esa amargura la arrastró hasta su muerte, en México, y también está presente en este Transterrados: "él creyó que nunca se le reconoció lo suficiente, y le dolió ver que su país no se había convertido en lo que él esperaba". De hecho, el Max Aub viejo dice en la obra "No pretendo ser juez ni objetivo. Sé que no puedo ser parcial. Así que no voy a intentarlo. Sin embargo, creo que soy justo. La historia me ha llevado de un lado para otro y me ha enseñado a ser, en muchos desastres, víctima y testigo. Conozco el mundo, y desde ese conocimiento, y no sólo como un exiliado que regresa, quiero encarar el encuentro con esta España".

Por la senda de Brecht
Aparte de su producción poética y novelística -como El laberinto mágico donde relata su cautivero en los campos de concentración- su teatro se ha nutrido siempre de la historia. Al igual que Brecht ansiaba hacer un teatro histórico, "ya que en la historia están los grandes dramas de la época -dice Monleón-. Su teatro es ético, como el de Brecht, pero Aub hace preguntas, mientras que el alemán a esas preguntas ofrece respuestas marxistas". Aub fue testigo de un periodo histórico convulso, que él vivió con toda intensidad: la República, la guerra civil, el franquismo, el exilio, la Segunda Guerra Mundial... ese plano histórico aparece reflejado en este montaje, un ejercicio de dirección difícil al que se enfrenta María Ruiz: "Hay que saber conjugar el retrato de Max con el de la historia que le tocó vivir. Yo he querido mostrar al héroe caído, por un lado, ese que no consigue el reconocimiento, el desterrado de tantas cosas, y al autor que vuelve a su querida España después de 30 años en el exilio", dice Ruiz.

Nueve actores, encabezados por Toni Misó y Empar Ferrer, y una partitura original creada por Pep Llopis llena de nostalgia y referencias históricas -en escena suena desde el Lili Marlen a canciones de guerra como El frente del Ebro- arropan las palabras de Aub. Monleón ha elaborado un trabajo de creación a partir de la memoria y de documentos reales como varios discursos de Primo de Rivera, Stalin, conferencias de Lorca, textos de Alberti, José Ricardo Morales y escenas de La gallina ciega, No, Cara y cruz y San Juan -que Pérez de la Fuente dirigió con éxito en 1998-. Estas fuentes confieren a la obra una "estructura poliédrica, ya que las historias de los seres humanos no tienen continuidad, sino que están hechas de mini episodios a los que hay que buscar una coherencia", justifica el autor. Es precisamente esta esencia fragmentaria una de las grandes dificultades a las que se ha tenido que enfrentar María Ruiz: "Este montaje no es una obra al uso -desvela-. No se escenifican una serie de peripecias ni tiene un argumento lineal. Aquí el plano textual se mezcla con el retrato de la historia de España y Europa, desde la proclamación de la República a la lucha interna de los partidos republicanos, el desenlace de la guerra civil o el destierro".

El comienzo de la obra evoca un túnel, un oscuro vacío del que salen una multitud de personajes relacionados con Aub y su época -como Alberti, Lorca o Margarita Xirgu- y entre los que se distinguen tres personalidades esenciales que conducen toda la obra: Max Aub viejo, Max joven y Ofelia, una actriz exiliada en México. Los dos últimos son un recurso poético que enmascara la conciencia de Aub, dos voces que le discuten, le animan, le recuerdan cómo las cosas sucedieron realmente... La metáfora del túnel y la evocación del tren no es baladí. "Transterrados es un viaje de honestidad, que en el fondo es el viaje de la humanidad. También es el choque entre un determinado tipo de gente, con una visión idealista de la vida y la sociedad y la realidad de la intolerancia", dice Monleón.