Anne-Sophie Mutter
No doy nunca por acabada una
12 febrero, 2004 01:00Masur dirige a Mutter en el concierto de Beethoven. Foto: Lillian Birnbaum
Hace justo un año Anne-Sophie Mutter (Rhenfelden, 1963) visitaba varias ciudades españolas en una gira con la que la violinista celebró su cuarto de siglo sobre los escenarios. Si entonces dejó muestra de sus dotes en su inhabitual faceta camerística -junto al chelista Lynn Harrell y su marido André Previn al piano-, el Auditorio Nacional la recibe este sábado para hacerse cargo del Concierto para violín de Beethoven, secundada por la sabia batuta de Kurt Masur y la London Philharmonic Orchestra, que por su parte visita el próximo viernes el Auditorio Baluarte de Pamplona. Para Mutter, la obra representa "quizás la composición concertística más compleja jamás escrita". Algo, indica, "que tiene mucho que ver con el papel que juega el violín, que a menudo actúa en apariencia de mero acompañante de la orquesta. Hay pasajes que son sólo continuos arpegios, pero que esconden un argumento musical que es necesario formular. Esto le confiere a la obra una corriente subterránea de tensión, cuya arquitectura interna necesita el más cuidado de los planteamientos".Mutter realizó su primera grabación del Concierto en 1978 bajo las órdenes del considerado su mentor, Herbert von Karajan, y junto a la Filarmónica de Berlín. El maestro alemán se dio pronto cuenta del talento natural y potencial musical de la violinista y la llegó a calificar como "el más grande prodigio musical después del joven Menuhin" tras descubrirla en el Festival de Lucerna de 1976. "Tenía entonces 16 años -recuerda Mutter- y Karajan creyó que ya estaba lista para afrontar la obra. Estuvimos muchos meses preparándola, no le preocupaban los problemas técnicos, ya que no es en absoluto una obra virtuosística, pero sí el que entendiera el lirismo dramático que late dentro del Concierto".
Madurez interpretativa
Mutter volvió en el 2002 a grabar la obra para su compañía de siempre, Deutsche Grammophon, en esta ocasión junto al mismo director con el que visita Madrid, Kurt Masur, y la Filarmónica de Nueva York. Si bien aquella primera lectura rezumaba el dominio técnico, la elegancia y el encantador virtuosismo romántico que ha sido"marca de la casa" de Mutter, el registro pecaba de una inmadurez que la artista ha pretendido superar veintitrés años después de aquella primera versión: "No me gusta escuchar mis antiguas grabaciones al igual que no doy por acabada nunca una obra. No creo que deba justificar ni ante mí misma, ni ante el oyente, la forma de interpretar de entonces. Pero la madurez y la humildad me han hecho descubrir nuevos vértices", señala.