Nelson Freire
Volver a grabar ha supuesto un gran desafío
15 abril, 2004 02:00Nelson Freire
Cuando apareció el pasado año el disco de Nelson Freire dedicado a Chopin, la crítica internacional se llevó las manos a la cabeza: ¿cómo no ha grabado más? Y es que el pianista brasileño, señalado entre los mejores por los especialistas y por muchos colegas, es un artista al margen de los circuitos, del márketing o de las capillas. Su carrera se inició hace cuarenta años en España donde ahora vuelve en su primera gira después de décadas. De todo ello ha hablado con El Cultural.
Nelson Freire no es lo que se dice un pianista popular en España frente a otros nombres como Brendel, Zimerman, Pollini o Sokolov. Y eso pese a que transita por los mejores auditorios desde hace décadas. Por complejas razones, ha estado demasiados años al margen de nuestros circuitos. Sin embargo, el éxito reciente de sus dos últimos lanzamientos discográficos con obras de Chopin y Schumann (Decca) ha recobrado a uno de los mejores intérpretes románticos. El lunes inicia en la Sociedad Filarmónica de Bilbao una gira por nuestro país que le llevará a los mejores ciclos pianísticos españoles: el martes estará en el de Grandes Intérpretes de la revista Scherzo en el Auditorio Nacional, el miércoles visitará el de Zaragoza para culminar -tras pasar por León el día 23- en Oviedo, el día 25.
Lo sorprendente es que el pianista brasileño, niño prodigio, inició su carrera aquí, en España. "Estamos hablando de hace muchos años con el viejo Quesada (se refiere a Ernesto de Quesada, fundador de Conciertos Daniel). Creo que fue en el 65. Visité Madrid, Valencia, Bilbao, Oviedo... Di bastante conciertos. Aunque Quesada ya estaba un poco retirado, me tomó como empresario general para América Latina, México y España y fue por eso que mi carrera se concentró en esos países y, desde luego, mucho aquí, en España. Después ya vinieron Alemania, Inglaterra, pero me queda ese vínculo y perdura el cariño".
-Y después, ¿nada?
-Apariciones ocasionales. Pero, de hecho, creo que he pasado sin venir a dar recitales durante muchos años. Todavía recuerdo al público de las sociedades filarmónicas que era muy cálido, tradicional. Me gustaba tocar mucho en las pequeñas ciudades. Asocio aquel tiempo con mi amistad con Rafael Orozco, el gran pianista español desaparecido. Me siento emocionado al poder llevar a cabo una gira de nuevo aquí.
Lejos del márketing
-Parece que su carrera ha evitado el inevitable márketing.
-Si he de decir la verdad, nunca me preocupó mucho esa parte de la carrera. Me aburre todo lo que no tiene que ver con la música. Por dicha razón, no me he molestado en todo lo que no suponga tocar. Iba marchando y con eso me conformaba. A lo mejor aprendo con la edad.
-En unas recientes declaraciones, Zimerman señalaba la necesidad de que los artistas se preocupen de todo lo que lleva una carrera, además de tocar. Parece que no es su caso, sin embargo.
-No, no se entienda mal. Sin duda, sería útil saber de gestión y organización. Yevgeny Kissin hace todo él mismo, lo que me parece fantástico. En mi caso lo que salía, salía. También mi repertorio se ha ido configurando según las épocas. Hubo una época en la que fui mucho a Alemania. Y ahora, no voy tanto a ese país y, por ejemplo, sí visito con más frecuencia Japón o Estados Unidos. Sinceramente, cuando llegas a un cierto planteamiento vital, no quieres tocar todos los días del año. Como mucho, ofrezco entre cincuenta y sesenta conciertos al año. Además, no me gusta viajar. Le tengo un pánico horrible al avión. Y me incomodan también los cambios de horarios.
-Hoy día, sin embargo, abunda el pianista máquina.
-Para mí no tiene ningún sentido. Sobre todo porque pierdes frescura ante las obras. Lo que yo llamo frescura tiene que ver con lo que uno busca, con la vida, con no conformarse con las cosas. En la vida hay mucho más que tocar. Tu cabeza tiene que estar equilibrada. Si veo que entro en la rutina, me siento incómodo. En esas ocasiones, lo que hago es volver a Brasil, cosa que valoro mucho porque viene a ser como recuperar mis orígenes. Necesito recrear la atmósfera de mi infancia. El pasado siempre está ahí para todo. Hacen falta emociones para tocar, ya que reflejan la experiencia de lo que uno vive. Por eso es imprescindible descansar, pasear, ir al cine para relajarse y estar mentalmente en forma.
-¿Cómo organiza sus programas?
-Depende de muchos factores: del momento en que te encuentras, de la organización de las giras, del repertorio. Es muy peligros cambiar demasiado de obras porque acabas sintiéndote como una máquina. Debes equilibrar la programación.
-¿Por qué suele cambiar tanto los programas a última hora?
-Mire, el sistema es tan demencial que te obliga a veces a dar un programa con dos años de tiempo. ¿Cómo voy a saber si me va a gustar tocar una obra o no dentro de ese tiempo? Cuando ya se acerca estoy más seguro. Hay un repertorio que siempre me interesa, pero a lo mejor tu situación personal no es la más adecuada para afrontarlo. En los recitales siempre hay más opciones que en los conciertos con orquesta que te tienes que someter a un repertorio negociado. Por ello siempre soy cuidadoso.
-¿Cómo organiza un recital?
-Es lo más difícil de la carrera. Rubinstein decía que es como hacer un menú, como una cena. Hay que equilibrar la duración de cada parte, la atmósfera. Yo miro también la relación entre las tonalidades. A veces toco las obras y pienso como si yo fuera el público. Es, por cierto, un trabajo muy interesante.
-Usted no es un maniático de los pianos como otros colegas.
-Es una lucha a la que uno se acostumbra y que también en este caso se puede ganar. Hay pianistas que viajan con su propio piano lo que, en mi opinión, es poco práctico. Cuando te enfrentas a un nuevo piano, lo mismo que a un auditorio distinto, es como si fuera una búsqueda.
-Cuando se enfrenta a un nuevo público, ¿le preocupa?
-Nunca pienso en el público como en un desafío. El verdadero desafío siempre está en la música. Cuando tú te sientes a gusto, el público reacciona.
-Su colega y amiga Martha Argerich dice que nunca ha conocida a nadie con su facilidad para tocar cualquier cosa.
-Precisamente estos días está Martha en mi casa, ya que se quiere comprar una que está cerca. Le agradezco mucho su opinión, que es fruto de su aprecio por mí. Pero la dificultad depende tanto de la obra como de la situación. Creo en el placer de tocar el piano por tocar. A mí me gusta conocer obras nuevas que leo sin parar. Eso ayuda mucho. Pero, que conste, que a veces todo me parece muy difícil. Y una cosa muy interesante es volver a tocar obras que hace mucho no hago. Es como empezar otra vez. A veces resulta que la obra no me parece tan buena y en otras acasiones veo mi progreso. De todos modos, sólo trabajo para un concierto en el último momento, bajo presión. En esos instantes se produce un placer extraordinario por tocar. Y digo por tocar, no por estar en escena.
Escuchar discos
-¿Cómo estudia?
-Leo las obras, las escucho -no me importa decir que siempre escuché muchos discos y lo sigo haciendo-y ahí veo si tengo interés en ellas o no. Cuando lo tengo, la obra viene a mí. A veces algunos fragmentos aparentemente fáciles se vuelven muy difíciles. Ahí, lo mejor es dejar descansar la obra, que pase un tiempo. Sorprendemente, suele marchar por sí misma. A lo mejor es un problema psicológico.
-Muchos de sus colegas reniegan de escuchar discos.
-Yo siempre lo hice. Es una forma de aprender muy valiosa. Cuando estudiaba en Viena, mi dinero se iba en partituras y discos y ahora los sigo escuchando con interés.
Precisamente por eso, ha sorprendido su actitud ante el mundo discográfico. Una crítica reciente señalaba que el mundo de los discos debía estar loco al haber prescindido durante tantos años de un artista de tal calibre. Sin embargo Freire no ha estado del todo fuera de ese mundo. En 1972, su grabación de los Preludios de Chopin obtuvo el Premio Edison y han aparecido, en los últimos años, algunos discos procedentes de conciertos. "Hubo un proyecto con Teldec para grabar toda la obra de Chopin. Hice algunas cosas, pero luego me pareció un tanto absurdo. Me gusta mucho Chopin pero no tiene sentido tocar su música para hacer un catálogo. Al menos para mí, no lo tiene".
-En sus recientes grabaciones, la crítica ha reconocido a un intérprete romántico, en la estela de los grandes. ¿A qué se debe que haya estado tanto tiempo sin grabar?
-Después de las experiencias que tuve, volver a los estudios era como un desafío porque tenía como una especie de bloqueo para volver a grabar. Pero poco a poco le he cogido gusto y ahora me encanta. Se aprende tanto del trabajo en el disco como en los recitales. Siempre genera una cierta angustia dejar cosas sin estar del todo satisfecho. Pero si eres demasiado exigente, nunca acabas haciendo nada. Espero continuar este ritmo, uno o dos discos por año. Con Chopin fue todo un desafío a mí mismo. Porque después de tantos años sin hacerlos afrontar una obra culminante como son los Estudios op. 25 no es fácil. Pero me dije "voy a intentarlo". Creo que el resultado es especial y, en líneas generales, ha sido muy bien acogido. Ahora voy a grabar los Estudios Op. 10 también de Chopin y los dos Conciertos de Brahms con Riccardo Chailly. Ya veremos porque repertorio no es precisamente lo que falta.
Nelson Freire
Es uno de los grandes pianistas del momento. Nacido en 1944 en Boa Esperança en Brasil, daba su primer recital con sólo cinco años. Con el estímulo de Guiomar Novaes, la mayor entre los pianistas brasileños, a los trece obtenía algunos premios. Su lanzamiento internacional vino a los veinte años al ganar el Concurso "Vianna da Motta" de Lisboa. Obtuvo numerosos premios discográficos hasta 1976 que abandona los estudios. Su carrera se ha visto relanzada gracias a los recientes discos dedicados a Schumann y Chopin.